DISEÑO
Javier Mariscal: «Si no hubiera sido por el dibujo estaría en un psiquiátrico»
El «Abcdari Il.lustrat» de 1978 de Javier Mariscal le sirve ahora al Centro de Arte de Alcobendas para repasar en letras mayúsculas la trayectoria del internacional diseñador
Mientras Javier [Errando, mal apellido para un diseñador] Mariscal (1950) termina de fumar, pululo por las salas del Centro de Arte de Alcobendas sacando fotos con el móvil. Y me sorprendo al descubrir cómo su sistema de reconocimiento facial encuentra en sus propuestas caras ... que no existen. Así de juguetona se revela la tecnología, con un diseñador, que desde el autodidactismo y la dislexia, ha invitado siempre a jugar. 'ABCDario Mariscal', la cita que nos reencuentra con él, resucita un alfabeto que el valenciano diseñó cuando aún no le había llegado la fama, y desde el que hoy se cosen sus logros: del cómic 'underground' de los Garriris hasta el Cobi olímpico o la película 'Chico y Rita' con Trueba. Mariscal sigue jugando, de oca en oca, y tira porque le toca.
Ya que hablamos de alfabetos, le pregunto si tengo que llamarle Javier o Xavier.
Yo me llamo Javier, con jota. Pero mis nietos me llaman «avi Chavi» [el abuelo Chavi]. En familia, me llaman Chavi...
Y su madre, ¿cómo le llamaba? Porque, generalmente, ellas marcan la pauta.
Javier. Y mi abuela, «Francisco Javier». Pero yo ese Xavi lo escribo con 'ch'. Es Chavi. Y en vasco, es Xabi, con 'b'. ¡Qué bonito es romper! A mí me encanta romper las normas. Y la ortografía son normas. Además, soy muy disléxico: hay cosas que me costaron un triunfo.

Desde la modestia, usted y yo compartimos, además del nombre, que los dos empleamos el apellido materno. ¿Por qué lo hace usted?
Primero, porque soy de una familia de once hermanos, mi padre era muy conocido en Valencia, de forma que yo siempre era 'el hermano' o 'el hijo de'. Cuando me fui a Barcelona quise romper con aquello de donde venía, típica familia bien, de padre médico, a lo que se suma que, el abuelo Mariscal, algo escondía... Cuando mi madre nos contó su historia, todos quedamos extasiados.
Menciona su dislexia. ¿A usted le sirvió como herramienta creativa? ¿Es otra manera de romper?
Yo descubrí que era disléxico a los 50 años. De joven, no recuerdo pasarlo mal, pero no fue grato. Me hacía listas de palabras, no entendía por qué los demás tenían siempre la respuesta tan rápido. ¿Acaso yo era tonto? Yo me paraba a recorrer las letras con la mirada. Sabía que era un bicho raro. Pero, sin darme cuenta, me agarré al dibujo porque con esta herramienta 'aprendía' y 'aprehendía' la vida. Me apropiaba de lo que dibujaba. Estuve en Bellas Artes quince días. Las escuelas me daban urticaria. Si no hubiera sido por el dibujo habría acabado en un psiquiátrico.
Poco se queja.
Es que no me gusta la queja. Al revés. Y más los que hemos nacido aquí. Estamos en un rincón del planeta Tierra que es una democracia con primaveras y veranos, sin tsunamis ni terremotos, de gente súper educada y un humor que invita a disfrutar. Lo malo es que, como muchos otros gobiernos, este tampoco le hace ningún caso a la cultura. Alguien como Pedro Almodóvar, en mi opinión, ha hecho mucho más por España que cualquier ministro de asuntos exteriores.
«¿Qué es España? Pues es Velázquez, Cervantes, Miró, Picasso, Trueba... Personas que estudiaron nuestra identidad»
Pero, ¿qué es España? Pues es Velázquez, es Cervantes, es Miró, Picasso, Almodóvar, Trueba, Julián Marías, Alberto Corazón ... Todas estas personas estudiaron nuestra identidad, desarrollaron lenguajes verbales y gráficos dándonos espejos para que nos miremos y para crear un relato de lo que somos. La cultura es fundamental, una especie de mayonesa que nos une. Porque somos animales sociales y necesitamos de la comunicación. Necesitamos que nos cuenten cuentos desde que nacemos. Y el lenguaje gráfico es fantástico, no tanto como el de la música, que para mí es lo máximo...
¿Por qué no se dedicó a ella?
Porque no tengo oído. Tengo hermanos músicos que me dejaban tocar el contrabajo eléctrico desenchufado. Pero tengo la suerte de trabajar con Trueba , que es también un fantástico productor musical, y con el que preparo una nueva película de dibujos con una banda sonora maravillosa.
Ha mencionado al recientemente fallecido Alberto Corazón. ¿Usted lo conoció?
Sí, claro. Tuve esa gran suerte. Como a Cruz Novillo . Era una excelente persona, además de gran diseñador. Alguien que ha trabajado muchísimo. No somos conscientes del papel de los diseñadores. Si ahora mismo en esta ciudad elimináramos todo tipo de grafismo, de comunicación visual, la sociedad se colapsaría. Corazón fue de las personas que supo como nadie estirar el lenguaje.
Es como si me leyera el pensamiento: le iba a mencionar a Cruz Novillo, al que entrevisté hace semanas, como a Corazón, hace ya años. Cuando termine con usted, es probable que haya ya hablado con los tres grandes popes del diseño de la España democrática...
¡No, hombre no! En mi caso, no. Y hay muchos más. Sobre todo porque el diseño gráfico es muy anónimo. Pero es cierto que, con la llegada de la democracia, estaba todo por hacer. En los ochenta, me pidieron muchas veces que les firmara el logotipo de Onda Cero , como si yo fuera el dueño de la empresa. Afortunadamente, cada vez hay nuevas generaciones que hacen mucho y buen diseño. Hasta los niños de diez años presentan sus trabajos del colegio al mismo nivel que el art director de la revista 'Paris Match' de los cincuenta. A mí, en los cincuenta, me cambió la vida una nueva tecnología: la fotocopia. Gracias a eso pudimos comenzar a hacer cómics 'underground'.

Los dos, Corazón y Cruz Novillo, reivindicaban sus facetas como artistas. ¿Usted?
Como buen disléxico, no entiendo las estanterías con cajones. Desde muy pequeño los he abierto para desparramar los contenidos por el suelo: los de grafismos, tipografías, escaparatismos, cineasta, artista de caballete, creador conceptual... Yo me he emocionado más en París descubriendo con 18 años el paquete de tabaco Gitanes que viendo la Mona Lisa.
Para mi generación, usted es el padre de Cobi. ¿Le molesta el reduccionismo de todo el trabajo a una única criatura?
¡No! Es lo más normal del mundo. Lo raro sería que tú me hablaras del Framestore de Londres . Como español de los noventa, lo suyo es que a ti te suene la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Suena a falsa modestia, y de buen rollo lo digo, pero es que 'me la suda'. Con 71 años sé muy bien lo que hago y lo que he hecho. Le pongo pasión. Y aunque a Miquel Barceló le enfada que lo diga –es una manera de hablar–, 'Las Meninas' es el resultado de tener mucho tiempo y mucho aceite.
¿Está la sociedad de hoy más sensibilizada con el diseño o creemos que lo consumimos y todo está estandarizado?
Llevamos ya mucho tiempo en una sociedad industrial en la que absolutamente todo está diseñado, del reloj que usas al calzado. Siempre habrá diseño bueno y diseño no tan bueno, aunque cada vez es más difícil encontrarlo malo. Son procesos largos, con grandes equipos, y donde suele ser más evidente el industrial.
Pero, ¿por qué no se agota? Yo pienso en su taburete 'Dúplex', hecho en los 80, que tiene validez hoy. ¿Acaso nos sentamos de otra manera?
Por una parte, porque depende mucho de la tecnología vigente. Piensa en lo que era una silla o un coche en 1920, en 1930, en 1950... Sus formas te explican la filosofía de cada sociedad, pero también sus tecnologías. Hace cinco años realicé una silla que nace de inyectar a presión plástico en un molde. Eso, hace quince, era imposible. Dicho esto, hay que tener en cuenta que vivimos en una sociedad de capitalismo enfermo en la que prima el márketing y las ventas. Si algo bueno tiene esta pandemia es que esta locura consumista se ha frenado.
Ahora sale su vena ecologista.
Vivimos en una casa muy 'petitona' [pequeña] que es la Tierra. Y no somos los únicos animales inteligentes. Las células sí lo son. Y las plantas. Hay pulpos que son más inteligentes que cualquier vecino o cuñado que tengas. Tenemos que aprender a funcionar de otra manera. Eso empieza a calar.
Usted siempre nos ha invitado a ser juguetones, sin llegar a ser ñoños.
Yo he sabido bastante, dentro de lo que cabe, vivir al día. Y eso es algo que observo en los niños. Sobre todo, su humor. Reivindico el juego, el hacerte creer que ahora soy una niña o un tigre. Tú sabes perfectamente que no lo soy. El juego es algo que tenemos muy interiorizado y es enriquecedor. El diseño tiene la posibilidad de subrayarlo. Lo hace a través de un lenguaje compartido. Yo he hecho esto porque me lo pasaba bien y me pagaban, no aceptaba que me llamaran diseñador. También son muchos los que creen que lo que he hecho ha sido una mierda. ¡Allá ellos!
Un trabajo ligado a Barcelona. ¿Por qué sigue apostando por esta ciudad?
Quizás porque empiezas a tener niños y echas raíces en un lugar. Me habría gustado más vivir en Los Ángeles, siempre me he sentido muy Californian boy. Muchas veces he pensado en trasladarme a Madrid, a París, a Nueva York o a Denia o Alicante. Ahora quisiera ir a vivir al campo, soy muy jardinero. No sé si podré. Pero no me quejo, voy tirando. Llevo una vida austera porque es lo que toca. Estoy encantado porque soluciono problemas a mis clientes y estos me dan abrazos. ¿Qué más quiero? Me siento muy querido, amado. Me gustaría, antes de morir, dar las gracias por haber vivido tan bien e intensamente. Llevamos en el adn, o deberíamos, pasarlo bien los diez minutos que se nos ha concedido vivir.
La E del abecedario se dedica aquí a 'expresivo', 'extrovertido' y 'explosivo'. Usted lo ha sido, para bien y para mal. ¿Se le ha tomado en serio?
¡Espero que no! No creo que la seriedad aporte mucho. Desde que he nacido estoy aburrido de los señores serios con corbata. Son los más chorizos y los que más han jodido el planeta. También los que más han ninguneado al 50% de la población, que son las chicas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete