La búsqueda del tesoro de María Oruña en 'El albatros negro'
La autora navega en su último libro por las profundidades de la historia de su Vigo natal
María Oruña: «Vivimos en una burbujita de cristal pero en cualquier momento se nos acaba el juego»
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Decía Robert Louis Stevenson que no ha sido niño el que nunca ha ido en busca de un tesoro enterrado. La frase del gran maestro de la novela de aventuras resuena en todo lector que alguna vez imaginó mapas secretos y misterios por ... resolver. María Oruña ha ido un poco más allá, ha encontrado uno en su propia ciudad. Sumergida en archivos, bibliotecas y leyendas olvidadas durante un año, la autora descubrió un rincón de la historia de Vigo que había permanecido oculto bajo las aguas de su Ría. Y con él nació 'El albatros negro', novela con la que se estrena en el sello Plaza&Janés.
Oruña ha vendido un millón de ejemplares de sus siete libros, pero este es el primero que ambienta en su ciudad natal, por eso quizá siente que es el más personal. Para entender mejor esa conexión, autora y editorial organizaron un viaje de prensa para recorrer los escenarios de 'El albatros negro' por la Ría de Vigo y las Islas Cíes, siguiendo las huellas de la propia escritora. De niña y adolescente, ella misma navegó por estas aguas en el barco de su padre, de siete metros de eslora, con el que llegaban a la Isla Sur, la más salvaje y remota del archipiélago, accesible solo con embarcaciones privadas. Allí, entre los restos de una antigua fábrica de salazones, dormían sobre colchones en el suelo, en el mismo lugar donde siglos atrás el pirata Francis Drake dejó su rastro en la historia. «En cuanto pones un pie en la arena, la isla te absorbe», señaló a bordo del catamarán frente a su playa.
A Oruña le rondaba en la cabeza una historia de mar, el marco azul que, como ella misma confesó, necesita la gente de costa para tener horizonte. Investigó naufragios de la Flota de Indias en el Caribe y el océano Índico, e incluso llegó a planear viajes para hablar con cazatesoros. «Realmente estaba buscando un tesoro real, y claro, como quería algo náutico, tenía la visión puesta en mi ciudad. Pero yo decía: 'Uy, es que lo de Rande ya está contado'».
La batalla naval de 1702 enfrentó a las coaliciones angloneerlandesa e hispanofrancesa durante la Guerra de Sucesión. Los galeones cargaban con el mayor tesoro jamás enviado desde Ultramar. Parte de la flota fue hundida por los propios españoles en la Ría y parte fue capturada. Es aquí donde, en medio de su investigación, Oruña encontró una pequeña mención que cambiaría todo: «Buscando y buceando en archivos, yendo a bibliotecas, de pronto, en un párrafo pequeño de texto, veo que hay algo vinculado a Rande. Y digo: 'Pero, ¿esto existe? ¿Hay algo que no se esquilmó?'. Como viguesa, jamás había escuchado eso, tampoco nadie de mi familia, ni conocidos».
Líneas temporales y debate
En ese momento tuvo el pálpito de que tenía que contar esa historia relacionada con su ciudad y las Islas Cíes. Para ello estableció dos líneas temporales, una que se desarrolla en 1700 y otra que tiene lugar en la actualidad, en las que historia, ciencia, aventura y thriller se mezclan al mejor estilo Oruña. Para lograr el equilibrio en todo ello, la escritora trabajó con una escaleta que detalló durante semanas.
A través de Miranda de Quiroga, la escritora fabula la vida de Maria Sibylla Merian, pionera entomóloga y naturalista alemana de finales del siglo XVII, que le permite exponer las dificultades de las mujeres de la época para ejercer la ciencia. «Me compré un libro suyo y descubrí un apartado en que detalla con qué plantas abortaban las mujeres de Surinam. Me pareció alucinante que no tuviera una novela». A Miranda la flanquean otros dos protagonistas basados en personajes reales: el antiguo monje corsario Gonzalo de la Serna y el marino y aventurero Rodrigo Rivera.
Mientras, en la línea que recorre el presente, la historiadora naval Lucía Pascual aparece muerta después de encontrar la pista de un tesoro legendario. Un suceso que le permite explorar temas como el expolio y la conservación de nuestro patrimonio subacuático o la Leyenda Negra. En ambos plantea posiciones enfrentadas. «También los libros están para esto, para generar pensamiento crítico. Esto es lo que a mí me parece que es maravilloso, generar debate respetando las opiniones de los demás», indicó.
Más allá de la aventura, la novela es también un homenaje a su ciudad. Con su historia, la autora quiere que, como ella misma, sus lectores entiendan su verdadera dimensión: «Hasta no hace mucho, tenía la fama de que era fea, de que era industrial, un sitio de paso... Pero la belleza de Vigo se traslada en otros muchos aspectos: la gastronomía, la gente, sus calles... Sus calles viejas todavía pueden hablar».
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