El proyecto más innovador y sostenible de Norman Foster en torno al vino
El arquitecto británico vuelve a trabajar con la familia Martínez Zabala: tras diseñar Bodegas Portia en 2010, ahora da vida al Legado Faustino
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Arquitectura y vino forman un tándem bien avenido. El auge del enoturismo ha provocado que los arquitectos más renombrados hagan sitio en sus apretadas agendas al diseño de bodegas. Así, Frank Gehry se ocupó de Marqués de Riscal en Elciego y Santiago Calatrava, ... de Ysios en Laguardia, ambas en la Rioja alavesa; Richard Rogers, de Protos en Peñafiel (Valladolid); Ricardo Bofill, de Château Lafite Rothschild en Pauillac (Burdeos); Rafael Moneo, de Bodegas Señorío de Arínzano en Aberín (Navarra); RCR Arquitectes, de Bodegas Bell-lloc en Palamós (Gerona)...
Con una brillantísima trayectoria de más de seis décadas a sus espaldas, Norman Foster se estrenó en el mundo del vino con Bodegas Portia, en Gumiel de Izán (Burgos), una de las siete bodegas de la familia Martínez Zabala. Se inauguró en 2010. Un diseño en forma de estrella de tres puntas en el corazón de Ribera del Duero, elaborado en acero, madera, hormigón y vidrio.

Trece años después, a sus casi 88 años (los cumplirá en junio) magníficamente llevados, lord Foster vuelve a colaborar con esta familia de bodegueros. Bajo el nombre 'El Legado de Bodegas Faustino', el proyecto, que se presentó ayer en Madrid, pretende alcanzar una nueva dimensión del enoturismo con experiencias más completas y vanguardistas, en las que se aúnan vino, arquitectura, naturaleza... El objetivo, crear el complejo arquitectónico más innovador y sostenible a nivel mundial alrededor del vino. Bodegas Faustino se halla en Oyón (Álava). Una bodega histórica, con 160 años de historia, más de 60.000 barricas y 14 millones de botellas. En noviembre de 2019 se puso en marcha el proyecto, con la primera fase ya acabada: se cubrió con vegetación las fachadas, se creó una nueva nave de elaboración, se renovó el color del pavimento exterior y de las fachadas, se instalaron placas solares...
En enero de este año arrancó la segunda fase, cuyo protagonista será un centro de visitantes, a cargo del estudio Foster + Partners. Con un presupuesto que ronda los 15 millones de euros y un plazo de construcción de 15 meses, se prevé que abra sus puertas en junio o julio de 2024. La nueva entrada principal permitirá un paseo por los viñedos y conducirá al nuevo centro de visitantes. Este se inspira en el patrimonio original de la bodega y será interpretado como una estructura ligera hecha de madera procedente de bosques locales. Un arco antifunicular maximizará el rendimiento estructural del edificio y minimizará el uso de materiales, mientras que una paleta de colores terrosos permitirá que la estructura se mezcle con la tierra y con las vides rojas de otoño.
Un amplio techo de vidrio incorporará tecnologías fotovoltaicas innovadoras que producirán casi seis veces la energía consumida por el edificio, que a su vez será aprovechada por el resto de los edificios del complejo de la bodega. Los paneles habituales, en azul oscuro, no encajaban en la bodega. Se encargó a una empresa especializada unos de color terracota.
El edificio contará con una claraboya central y fachadas acristaladas que aportarán luz natural a los espacios interiores, reduciendo la necesidad de iluminación artificial. El movimiento natural del aire dentro del edificio permitirá una temperatura estable. El espacio interior será abovedado y sin columnas, creando un volumen espacioso y flexible. Desde la entreplanta, que estará dedicada a las catas de vino, se tendrá una vista privilegiada de los viñedos. En el sótano estarán las zonas de servicio.
Innovación y sostenibilidad son los principios en los que se basa este proyecto, que da una gran importancia a la adaptación al cambio climático, el cuidado del entorno y el medio ambiente, el respeto por la biodiversidad, el tratamiento de residuos, la reducción de emisiones (se sustituyen los gases CFC por otras alternativas)...

Lourdes Martínez Zabala, consejera delegada del grupo bodeguero, el mayor propietario de La Rioja, con más de 2.200 hectáreas de viñedos, forma parte, junto con su hermana Carmen, presidenta del grupo, de la cuarta generación familiar. «Este es el legado que la cuarta generación de la familia quiere dejar en Bodegas Faustino, nuestra marca más icónica. Es el origen de nuestra familia, de nuestro legado y de nuestra tradición en el mundo del vino y el nombre de nuestro padre y nuestro abuelo. Además, está situada en Oyón, nuestras raíces. Es un orgullo, una pasión transmitida a través de nuestros padres, pero también una gran responsabilidad. Nuestros cuatro pilares son familia, viñedo, innovación y sostenibilidad. Somos verdes desde hace muchos años. Hemos hecho grandes inversiones en sostenibilidad. Nuestro objetivo: productos químicos cero».
La familia tiene una gran sintonía con Norman Foster: «Nunca dice no, sino «lo pensaré»», afirma Lourdes Martínez Zabala. El arquitecto explicaba ayer así su diseño: «Este es un proyecto sobre la experiencia del visitante, y no solo la creación de un edificio nuevo, que permite que el invitado pueda imbuirse con los viñedos de Bodegas Faustino. Un proyecto que denominamos 'Energía Plus', ya que el edificio central solo consume el 20% de la energía que genera y el resto alimenta a las restantes instalaciones de Bodegas Faustino. Todo ello a través de la integración de tecnologías innovadoras en todas las instalaciones, con lo que conseguimos que Bodegas Faustino sea 100% autosostenible energéticamente hablando».
Tras el acto de presentación, Norman Foster y las hermanas Martínez Zabala descubrieron la maqueta del nuevo centro de visitantes de Bodegas Faustino. El arquitecto ha tenido otros contactos con el mundo del vino: una nueva bodega en la finca de Château Margaux a las afueras de Burdeos o la bodega Le Dôme, en Saint-Émilion (Francia).
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