Todas las caras del arte (antes de Instagram)
El Museo de Bellas Artes de Amberes aborda en una exposición, con obras de Rubens, Rembrandt o Vermeer, un género artístico: el estudio de cabezas
Frans Hals, el maestro de la risa que cargó con el sambenito de borracho

En la era de Instagram, TikTok, los selfis, emojis, gifs..., estamos a diario bombardeados por rostros, pero no siempre fue así. La primera gran exposición en el Museo Real de Bellas Artes de Amberes, tras su reapertura en septiembre de 2022, está centrada ... en uno de los géneros artísticos más innovadores y menos conocidos: el estudio de cabezas y el rostro humano. Nunca antes se había abordado de forma tan exhaustiva. En el siglo XVII apareció el término 'tronie', una antigua palabra holandesa, para referirse a 'rostro'. Son pinturas de pequeño formato, obras íntimas que nos acercan al artista más que nunca. Los modelos, gente común, cuyos rostros cuentan su propia historia. Incluso a veces son inventados, no existen.
Bajo el título 'Turning Heads', el museo belga reúne, hasta el 21 de enero del próximo año, 76 obras que ilustran la fascinación de los antiguos maestros por el rostro. Comisariada por Nico Van Hout y Koen Bulckens, la exposición, realizada en colaboración con la National Gallery de Irlanda, viajará a Dublín tras su paso por Amberes. No es, aclaran sus responsables, una exposición sobre retratos. Los artistas utilizaron modelos anónimos para realizar experimentos creativos. La muestra permite a los visitantes seguir la evolución del género a través de cinco secciones.
El interés por los rostros ya se puede apreciar en el siglo XV. Los viejos maestros pintaron historias, particularmente mitológicas y de la Biblia. Artistas como Leonardo da Vinci se dieron cuenta de que los rostros proporcionaban una oportunidad única para dar vida a sus narrativas. Hizo bocetos de cabezas, algunas grotescas, para utilizar en sus pinturas. El recorrido de la exposición arranca con 'Cristo cargando la Cruz', de un seguidor del Bosco (Museo de Bellas Artes de Gante), y 'Jesús entre los doctores', de Durero, que rara vez suele salir del Museo Thyssen. En el primero, un grupo de personajes grotescos cercan a Cristo. Las figuras cristianas más importantes, como Jesús y María, encarnan ideales de belleza cercanos a la perfección, mientras que a los 'malos' de la historia se les confiere un aspecto mucho menos agraciado.

Rubens (presente en la muestra con un estupendo conjunto de obras, como 'Estudio para el rey Baltasar', del Paul Getty Museum de Malibú), completó su formación en Italia, donde los artistas capturaron los rostros de modelos anónimos desde una gran variedad de ángulos en dibujos, bocetos y pinturas. Se les asignaron emociones y un vestuario apropiado según el personaje representado. Así, para la Virgen se escogió una expresión triste y un manto azul.
Estas cabezas también se utilizaron en los talleres de los artistas como material de aprendizaje para sus discípulos. Y, aunque tuvieron un propósito práctico, la calidad no mermaba. Un caso destacado es el de Abraham Grapheus, erudito y apasionado por las artes. La exposición reúne varias versiones de su rostro, pintadas por Cornelis de Vos, Jordaens... Pieter Bruegel el Viejo ya creaba estos rostros en el XVI, en su mayoría de campesinos; Quinten Massys destacó con satíricas obras, como 'La duquesa fea', de la National Gallery de Londres, presente en la muestra.

Los pintores vistieron a sus modelos con turbantes y túnicas que evocan lugares exóticos. Rembrandt es uno de los artistas mejor representados, con obras espléndidas como 'Jeremías lamentando la destrucción de Jerusalén' (Rijksmuseum) –a su lado, estudios de la cabeza de Jeremías al aguafuerte–, 'Busto de anciano con un turbante', 'Estudio de anciana con gorro blanco', 'El hombre que ríe', 'Hombre con casco de oro', 'Anciano con uniforme militar' o un célebre autorretrato –un grabado en miniatura– con el gesto de sorpresa. A su lado, cabezas de apóstoles, pintadas por Van Dyck o Jordaens, de grupo ('Treinta y cinco cabezas de personajes', de Louis-Léopold Boilly) y hasta de una vaca, pintada por Jan Asselijn.

Las expresiones también fueron usadas por los artistas. Con 43 músculos faciales, los seres humanos podemos expresar cualquier sentimiento con el rostro. Los artistas mostraron una gran curiosidad en su exploración de emociones básicas, como alegría, miedo, ira y tristeza. En el XVII surgió la idea de que los espectadores experimentan las mismas emociones que los retratados. Una cara alegre te hace feliz y una cara llorosa te pone triste. Frans Hals, al que la National Gallery de Londres dedica una gran monográfica, es el maestro de la risa. Está presente con 'Niño riendo' (Mauritshuis de La Haya).
Otros artistas buscaron expresiones más extremas para alardear de sus habilidades técnicas. Es el caso de Adriaen Brouwer y Joos van Craesbeeck. El primero muestra el rostro de un hombre con el ceño fruncido en 'La bebida amarga'. Del mismo autor, 'Joven haciendo una mueca'. Van Craesbeeck pintó en 'El fumador' a un hombre haciendo anillos de humo. En su rostro cada músculo ha sido activado. Franz Xaver Messerschmidt fue un paso más allá con sus cabezas esculpidas, como la de un hombre con la boca abierta de par en par.

También se aborda en ella el trabajo de los artistas que jugaron con la luz y las sombras para dar carácter o volumen a una cara. Rembrandt y Vermeer son conocidos por su maestría, pero Jan Lievens fue un experto en el uso de matices refinados de la luz. Su 'Joven de perfil' parece brillar bajo el sol. Rubens utilizó velas y luz del día para iluminar a sus modelos, mientras que Jacob Jordaens desarrolló un lenguaje propio para describir la luz. Michael Sweerts hace magia con una luz tenue que recuerda a Vermeer.
El maestro de Delft está presente con 'Joven con sombrero rojo', préstamo de la National Gallery de Washington, que cierra la muestra. Fue una de las 28 obras que reunió el Rijksmuseum de Ámsterdam en una exposición histórica. Por cierto, para las legiones de admiradores de 'La joven de la perla' en todo el mundo, una mala noticia: la modelo que protagoniza el cuadro no existió. Es tan solo un 'tronie'.
La exposición es interactiva. A lo largo del recorrido hay paradas en las que los visitantes tienen la oportunidad de sacar al artista que llevan dentro, diseñando sus propios 'tronies': pueden emular las muecas de las obras expuestas, retratarse con tocados o crear rostros digitales eligiendo las características.
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