Superhéroes en precario
Autores de cómics que no gozan de derechos sobre sus personajes reivindican a grandes franquicias como Marvel y DC beneficios económicos cuando dan el salto del papel a la gran pantalla

Hace unos días, grandes medios de comunicación anglosajones se hacían eco de una reivindicación de algunos autores de cómics de superhéroes, que mostraban públicamente su malestar por el escaso rédito económico que reciben si alguno de los personajes que han creado o sus arcos argumentales ... da el salto del papel a la pantalla.
Carlos Pacheco , uno de los autores españoles que lleva más tiempo trabajando para la industria norteamericana, consultado por ABC, apunta acertadamente que se trata en realidad de un conflicto tan antiguo como el propio género superheroico. El historietista gaditano se refiere a Superman , creado en 1938 por Jerry Siegel y Joe Shuster, dos jóvenes autores que, seguramente por su inexperiencia, vendieron el personaje por la irrisoria cantidad de 130 dólares.
Convulsión en los 90
Nacen así las franquicias superheroicas ; es decir, un sistema de producción en el que los creadores reciben un pago por su trabajo, pero no gozan de derechos sobre los personajes, cuya propiedad es retenida por la franquicia. Este sistema sufre una primera convulsión a principio de los años 90, cuando algunos de los autores más populares de la época abandonan las franquicias de Marvel y DC para publicar sus propias historias en Dark Horse o Image , ambas editoriales de cómics en las que los historietistas ostentan los derechos de autor de las colecciones y personajes que crean.
Ante esta auténtica fuga de talentos , Marvel y DC comienzan tímidamente a otorgar regalías o pequeñas compensaciones económicas, que, a modo de incentivo, premian un éxito de ventas, la creación de un personaje que obtiene el favor del público y termina por tener su propia colección, etc.
El historietista orensano David Rubín , que desde hace unos años triunfa en el mercado estadounidense, describe con claridad la situación actual: «Yo siempre he tenido claro que quería ser un autor. Es decir, que quería crear mis personajes y contar mis propias historias, aunque puntualmente pueda trabajar con personajes de otros como Superman o Batman que me gustan mucho». Por ello, a pesar de tener ofertas por parte de Marvel y DC, decide desembarcar en el mercado americano a través de editoriales como Image, Dark Horse o BOOM Studio!, que le permiten un control real sobre su obra y le otorgan un beneficio económico mayor a poco que las ventas acompañen.
Esta situación se mantiene en un delicado equilibrio hasta los primeros años de la nueva centuria; pero con la compra de Marvel por parte de Disney , y con el relanzamiento de las adaptaciones cinematográficas y televisivas de DC/Warner; la situación da un auténtico vuelco. «Cuando los autores se fueron de Marvel en los años 90, la editorial tuvo claro que aquello en lo que se debía volcar era en los personajes, que era lo que estaba bajo su control», cuenta Pacheco. Las franquicias potencian el valor icónico de los superhéroes, que en ocasiones alcanzan una difusión universal, convirtiéndose en auténticos mitos de la cultura contemporánea .
Vivir de las rentas
Sin embargo, las franquicias están, en cierta medida, viviendo de rentas, matiza Gabriel Hernández Walta : «Resulta curioso que en la actual Marvel, la mayoría de los tebeos y de sus adaptaciones a la pantalla se basan en personajes que tienen décadas de historia. No surgen nuevas creaciones que tengan el favor del público, como pasó con Wolverine o Punisher . Y creo que la explicación es obvia. Muchos guionistas, cuando tienen una buena idea, un buen personaje, deciden que lo mejor es guardárselo y desarrollarlo con una editorial en la que pueda retener los derechos. Mientras, en paralelo, trabajan en Marvel o DC con los personajes de toda la vida».
Un ejemplo en este sentido es el del guionista Mark Millar y su sello Millarworld , creado por el prolífico guionista con la vista puesta en convertir las viñetas en películas, cosa que consigue en no pocas ocasiones. Sin ser exhaustivo, se han llevado a la pantalla algunas de sus obras más populares como ‘Wanted’, ‘Kingsman’ o ‘Kick-Ass’ .
Género muy popular
En 2017 Netflix, que ha perdido los derechos de emisión de las series protagonizadas por los personajes Marvel, ya que actualmente Disney los desarrolla directamente en su propia plataforma de ‘streaming’, es consciente de que no puede prescindir de un género tan popular como los superhéroes en su oferta de contenidos. Su solución pasa por apostar por series de cómics independientes, lo que le lleva a comprar Millardword por una cifra no concretada públicamente, pero que ronda los 29 millones de euros. Su primer fruto: la serie ‘Jupiter Legacy’ .
No es el único movimiento de Netflix relacionado con el mundo de los superhéroes. Así, apuesta por otros cómics independientes y adquiere los derechos televisivos de, por ejemplo, ‘Umbrella Academy’ , el popular cómic escrito por Gerard Way y publicado por Dark Horse. Otro ejemplo igualmente interesante es Amazon Prime , que produce la serie animada ‘Invencible’ , basada en el cómic homónimo de Robert Kirkman y Cory Walker que publica Image.
Esta situación contrasta poderosamente con las producciones audiovisuales de las grandes franquicias como Marvel o DC. Carlos Pacheco cuenta que su trabajo se usa en las producciones de Disney, y por ello aparece acreditado en diversas producciones del universo cinematográfico Marvel, como por ejemplo en la película ‘Avengers: Endgame’ o la serie ‘Falcon y el Soldado de invierno ’. El gaditano siente una gran satisfacción personal al comprobar que parte de su trabajo trasciende la disciplina en la que fue creado y que, gracias al inmenso público al que llegan estas películas, queda fijado de forma indeleble en el imaginario colectivo de la sociedad.
Una pieza clave
Creo que cualquier autor que se haya visto en una situación similar siente lo mismo. Así, por ejemplo, Gabriel Walta a buen seguro está contento de aparecer en los créditos de la serie ‘WandaVisión’ y que su trabajo con estos personajes, que ya le proporcionó alegrías como el premio Eisner, siga creciendo y difundiéndose por doquier. Pero esto no evita la necesidad de abordar el problema principal. Aunque los autores reciben el reconocimiento en los créditos y una pequeña regalía por su trabajo, dicha cantidad es ridícula respecto a lo que ingresan las franquicias, y significativamente menor que los ingresos que obtendrían si ostentasen los derechos de los personajes e historias que surgen de sus manos.
Esta es la batalla del momento. Empresas como Amazon o Netflix tienen recursos y capacidad para competir con Disney y Warner y son conscientes de que los superhéroes son una pieza clave en su oferta de contenidos.
La batalla entre las distintas plataformas dentro de la industria del séptimo arte está transformando de forma radical la industria del noveno; y los autores de cómics, conscientes de que son el motor creativo que impulsa este género, reclaman unos réditos más justos por su trabajo .
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