Música o matemáticas

En 1955, Xenakis se había atrevido a denunciar las primeras fisuras del serialismo integral que entonces defendían ardorosamente músicos como Boulez, Stockhausen o Berio. Xenakis afirmaba que la polifonía serial creaba una complejidad tal que se traducía en una indiferencia auditiva;éste era el mismo argumento manejado por los «conservadores», pero Xanakis iba más lejos y decía que, en realidad, el serialismo no era más que un caso particular del cálculo de probabilidades y proponía una composición musical basada en aglomerados sonoros regidos por leyes matemáticas. Fue el primer ataque recibido por el serialismo desde una posición de avanzada. Naturalmente, la respuesta de Boulez fue virulenta: «Xenakis no tiene oficio musical», lo que conllevó su exclusión de los conciertos de vanguardia que Boulez dirigía entonces en París.

Con los años, Xenakis pudo devolverle la pelota a Boulez cuando éste dirigía el gran laboratorio de informática musical que el presidente Pompidou puso a disposición de Boulez, el IRCAM.

Xenakis fue uno de los primeros creadores europeos que utilizó el ordenador para componer, aunque no para producir sonidos con él sino para los enormes cálculos que exigían sus obras. ¿No hubiera resultado él más adecuado para dirigir un centro destinado a reconciliar la música y la ciencia? Pero, aparte de la batalla moral, Xenakis sabía que tenía perdida la batalla política frente a Boulez. No sería la única; cuando se lanzó el gran proyecto de la Cité de la musique, Xenakis presentó una idea futurista, un edificio digno de una base lunar que, naturalmente, no fue atendido. Pero en cada escaramuza perdida, Xenakis afirmaba su posición de figura central en el empleo de un pensamiento matemático y científico como soporte de una construcción musical. Una posición que ganó adeptos por todas partes y que en España no está de más recordar que fructificó en pensamientos como el del fallecido Francisco Guerrero.