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Carlos García-Galán, el malagueño que trabaja para la NASA: «Tenemos que ser los primeros en volver a la Luna y debemos hacerlo pronto»

El ingeniero es uno de los responsables de Orion, la nave en la que viajarán las futuras misiones tripuladas

La NASA retrasa a 2026 su plan para volver a llevar astronautas a la Luna

El ingeniero malagueño Carlos García-Galán en la nave Orion nasa
Patricia Biosca

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Las imágenes de las misiones Apolo impactaron tan profundamente en él que ya desde el colegio de su Málaga natal fantaseaba con haber nacido en los años cuarenta para haber formado parte de todo aquel «milagro». Porque así define Carlos García-Galán la llegada del hombre a la Luna, como un milagro. Y sigue pensándolo incluso ahora, pese a trabajar para la NASA como responsable del Módulo de Servicio Europeo (ESM), el sistema que proporciona agua, oxígeno y energía a Orion, la nave que llevará a la próxima generación de astronautas a nuestro satélite con el Programa Artemis. Pero García-Galán no solo quiere cumplir su sueño. También busca contagiar su entusiasmo a los futuros ingenieros. Para despertar vocaciones y hablar sobre su trabajo se encuentra precisamente en Málaga, en el congreso 'Small Satellites & Services International Forum' (SSSIF), donde charla con ABC sobre pasado, presente y futuro de la exploración espacial.

- ¿Cuál es exactamente su trabajo en la NASA?

- Nosotros estipulamos los requerimientos necesarios para el Módulo de Servicio Europeo (ESM) y nos aseguramos de que lo que ha construido la Agencia Espacial Europea (ESA) se alinea a las capacidades que necesitamos para las misiones Artemis. Y cuando éstas cambian, también les ayudamos en el diseño de los nuevos componentes. También les enviamos componentes como los motores; por ejemplo, el motor principal viene del programa de los transbordadores de los noventa. Ahora también estamos construyendo motores nuevos para, cuando se nos acaben, enviarlos a la ESA.

-Entonces, en Artemis se 'reciclan' componentes de otros programas.

-Sí. El motor principal de Artemis 1 ya había volado como diez veces en el trasbordador espacial. Reutilizaremos estos motores hasta Artemis 6. También hay otros sistemas, como el que orienta al motor que son de esa época. En concreto, ese equipo estará presente hasta Artemis 3, momento en el que implementaremos un nuevo modelo que enviaremos a Airbus y lo integrará en el ESM. Es una colaboración muy estrecha en la que estamos involucrados desde el desarrollo hasta la integración. Aunque, obviamente, ellos son los encargados de construir los componentes.

-Para usted fue una inspiración el Programa Apolo. ¿Cómo es trabajar ahora para el proyecto que continua aquel legado?

- Es increíble. Yo considero que lo que hicieron en el Programa Apolo fue algo parecido a un milagro. Era gente, la mayoría entre los 20 y los 30, que consiguió llevar humanos a la Luna a pesar de que casi no sabíamos nada del espacio. Yo me inspiro en aquellas personas, astronautas, ingenieros, científicos, que llevaron a cabo todas aquellas operaciones. No solo en el resultado final, sino en el proceso. Y verme trabajando ahora en Artemis y ver que todos compartimos la misma pasión… Es un sueño hecho realidad.

- Es cierto que en el Programa Apolo no sabíamos cosas tan básicas como los efectos de la radiación en el espacio o cómo se había formado la Luna.

- No sabíamos si quiera si nos íbamos a hundir en el suelo o sobre el polvo en suspensión. Cosas básicas. Y también es importante recalcar el tipo de tecnología que teníamos: había que alunizar con un ordenador muy básico que, hasta entonces, era tan grande que había que meterlo en una habitación. Eso lo tuvieron que reducir para que entrase en la nave. Son cosas increíbles que tuvieron que resolver.

- Algo que nos pasa ahora con Marte.

- De Marte sabemos mucho más. Pero lo que queremos hacer allí es mucho más complicado: llevar a gente que explore sobre el terreno. Y eso es algo muy complicado. Además, sabemos que llegar a Marte nos va a llevar mucho tiempo, una misión de años. Por eso hay muchas cosas que aún tenemos que aprender y probar; y por eso queremos ir a la Luna. Porque tenemos la tecnología que nos puede llevar a nuestro satélite, pero ahora hay que evolucionarla. Y todo esto conlleva toda una serie de operaciones nuevas, como establecer presencia sostenible y permanente, desarrollar todo el conocimiento, las operaciones, la logística, las comunicaciones… Cómo orientarte en la Luna, por ejemplo. Allí no hay GPS y tendremos que construirlo. También habrá que hacer experimentos como sacar agua y convertirla en combustible o en agua potable. Todo eso lo probaremos allí.

- Artemis 1 fue el primer paso. ¿Cómo fue participar en todo aquello?

- Estuve muy involucrado en la misión porque mi anterior trabajo fue montar todo el equipo de ingeniería durante las operaciones. Me cambié al ESM poco antes del lanzamiento, pero seguí participando en esa parte también. Estuve en el centro de control del Centro Espacial Kennedy durante el lanzamiento y, después, me fui a Houston y trabajé desde allí todos los días. Fue algo increíble: llevábamos años simulando y planeando el comportamiento de la nave. Pero desde el día en que llegamos al espacio vimos que la sonda tenía mucha más capacidad de la que esperábamos: generaba más energía eléctrica, consumía menos, teníamos menos problemas en mantener la temperatura… Los sistemas de orientación eran mucho más finos de lo que pensábamos. Así que desde el día 1 ya estábamos cambiando los planes para el día 2.

- Pero no todo fue como esperaban: se registraron una docena de «anomalías». Y de los diez CubeSats que acompañaban a la misión, solo dos sobrevivieron…

-Bueno, hay que decir que los CubeSats eran un objetivo secundario en el programa y que eran muy experimentales: teníamos un gran cohete que representaba una genial oportunidad para ir a la Luna y decidimos poner aquellos CubeSats para ver qué podíamos aprender. Pero el objetivo principal era probar la nave Orion y el SLS. Hubo anomalías, es cierto; pero ninguna tuvo un impacto crítico. Aprendimos muchas cosas, mucho más de lo que pensábamos. Por ejemplo, la nave tiene que tener una orientación específica, con el motor mirando al Sol. Si te sales de esa orientación, aparte de reorientarte, tienes que estar varias horas recuperando temperatura. Pero aprendimos que podíamos estar bastante más tiempo del que creíamos fuera de ruta y eso nos ayuda muchísimo para futuras misiones. También haremos cambios, como en la capa térmica, donde hubo otra anomalía, aunque no impactó en la misión porque teníamos mucho margen. La misión fue un 13 de 10.

- También hubo retrasos por problemas en el cohete SLS.

- La NASA tiene una filosofía distinta a la de las compañías privadas y se ha demostrado en la primera misión con que todo lo que construimos tenía mejores capacidades de las que pensábamos. El cohete fue la prueba perfecta: tuvo la potencia correcta y puso a la nave Orion justo donde debía, demostrando que es muy sólido. Pero sí, nos llevó varios intentos lanzarlo, y eso es absolutamente normal. No se puede pensar en ello como un fallo. Hay muchas cosas que tienen que operar de manera totalmente precisa. Por ejemplo, con el SLS una de las cosas que hicimos fue meter todo el propelente en el tanque de combustible a bajísimas temperaturas. Todo eso lleva un procedimiento que creíamos que teníamos controlado, pero había que probarlo -en el primer intento hubo fugas y se tuvo que suspender el lanzamiento-. Yo sabía que era casi imposible que todo saliese a la perfección como un reloj suizo.

- El administrador de la NASA, Bill Nelson, anunció a principios de año que la siguiente misión de Artemis se retrasa hasta septiembre de 2025 por algunos problemas que parece que se han complicado...

- Nuestra filosofía es clara: no vamos a lanzar hasta que estemos seguros de que la misión va a tener éxito. Sobre todo porque Artemis 2 ya será una misión tripulada. Siempre hay riesgo, incluso cuando pensamos que todo está perfecto, porque siempre ocurren cosas inesperadas; pero tenemos que trabajar porque todo lo que está en nuestra mano esté controlado.

- Quizá es que Elon Musk nos ha acostumbrado a ver explosiones…

- Las pruebas no han salido bien a la primera con el cohete Starship, es cierto; pero esa es su filosofía: prueba y error. SpaceX hace las cosas rápido. Y, de hecho, van a volver a lanzar el cohete dentro de poco. Pero hasta que no completen con éxito todos los test, no volaremos.

- ¿Cómo ha vivido la irrupción de las empresas privadas en un ámbito que, hasta ahora, era financiado por agencias públicas?

- La NASA hizo una apuesta por intentar utilizar empresas comerciales y su innovación para abaratar costes. Salió bien, aunque hubo quien lo criticó. Y no lo hizo con una sola empresa, sino con varias. Algo que también se ha probado que fue acertado. Todo eso ha resultado en una explosión de la industria del espacio en la órbita baja de la Tierra. La idea es replicar eso también en la órbita de la Luna para poder enfocarnos nosotros en las cosas más difíciles y que lo mismo no tienen retorno económico directo. Pero para eso necesitamos toda una logística que nos permita estar centrados en la exploración.

-Y no solo empresas privadas. Ahora también las agencias espaciales colaboran unas con otras.

- Es un panorama totalmente diferente. Queremos que Artemis sea un proyecto internacional. La idea es que la visión de la NASA y de Estados Unidos de que la exploración espacial debe ser pacífica, colaborativa y beneficiosa para todos, permanezca. Gracias a los acuerdos Artemis sabemos que más de 50 países comparten nuestra idea. Y si logramos hacer esto juntos, imagínate lo que podemos hacer para otros problemas, como el cambio climático o las guerras.

- Pero es innegable también de que hay dos bandos en esta nueva carrera espacial: Estados Unidos y China. ¿No se respira un poco de presión ante el rápido avance del gigante asiático también en el espacio?

- Lo que notamos es que debemos ser los primeros en volver a la Luna. Y hay que hacerlo dentro de poco. No solo porque haya otros países que ya están capacitados para llegar, sino porque tenemos que mantener todo este empuje, toda esta coalición internacional que engloba a diferentes partidos e ideologías pero que aún así comparten la visión conjunta de cómo debe ser la exploración espacial en el futuro. Y para ello debemos tener misiones con éxito y cumplir nuestras promesas.

- También es cierto que el espacio está siendo cada vez más accesible para todos, incluidas potencias emergentes. Vimos este verano, por ejemplo, cómo India le ganó la partida a Rusia en la Luna.

- Y así debe ser. Cuantas más empresas y naciones tengan la tecnología y la capacidad, más empuje habrá para dar el siguiente paso. En este caso, ir a Marte.

- Cambiando totalmente el destino. ¿Se plantea volver a España?

- La vida en España es incomparable y veo que el sector espacial aquí está despegando. Nunca pensé, ni siquiera cuando trabajé para la Estación Espacial Internacional, que ya era un enorme privilegio, que estaría participando en la vuelta de la humanidad a la Luna. Siempre tuve esa idea de si yo hubiera nacido en los 40 o 50 hubiera podido participar en el Programa Apolo. Pero no me imaginé jamás que esto me tocaría vivirlo a mí. Y, de repente, mira dónde estamos: haciendo planes para poder llevar a la primera mujer y a la primera persona negra a la Luna. Mi frontera ahora mismo es alunizar. A partir de ahí, ya veremos. Pero ahora mismo estoy en un asiento de primera fila, trabajando con los astronautas, planeando las misiones. Estoy cumpliendo un sueño.

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