Por qué el 'petting' puede resolver las pocas ganas de sexo o la falta de deseo
Aunque esta práctica sexual es más frecuente en las primeras experiencias en pareja, puede ser una buena herramienta para reactivar la pasión en las relaciones duraderas
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
Instinto, inocencia, curiosidad y juego son algunos de los ingredientes que se necesitan para cocinar a fuego lento una relación sexual satisfactoria. Y lo cierto es que no requieren pericia o habilidad alguna, ni siquiera experiencia, por eso son especialmente frecuentes en los primeros encuentros sexuales. En esos primeros acercamientos en los que los besos se vuelven cada vez más efusivos y comienza a sobrar espacio entre los cuerpos los amantes primerizos, aún vestidos, experimentan con la intensidad del deseo sexual a través de roces, caricias y fricciones, es decir, disfrutan haciendo 'petting'.
Curiosamente esta palabra con la que ya se conoce popularmente este tipo de prácticas sexuales en pareja sin penetración proviene del verbo inglés 'to pet' que significa acariciar y/o arrullar y que se usa en la lengua anglosajona para referirse al cuidado de las mascotas.
Aunque lo más interesante del 'petting', como destaca la sexóloga de Diversual, Lucía Jiménez, es su relevancia como alternativa eficaz para reactivar el deseo en la sociedad 'coitocentrista' en la que vivimos, en la que a menudo cuesta entender el sexo si no existe penetración. «Durante el 'petting' lo importante es sentir el roce, la fricción del cuerpo de la otra persona contra el propio y dejarse llevar por el deseo ahogado de palparse", describe. Si bien la experta apunta que existen distingos grados para practicarlo:
- Cuando el frote es calmado, sigue habiendo ropa y los acercamientos son aún sibilinos estaríamos hablando de un primer grado. Puede incluir caricias, besos y abrazos.
- Cuando el contacto con el cuerpo del otro es más cercano a los movimientos que se realizan en el coito que a lo que se realiza con unas caricias pero se da la circunstancia de que la ropa sigue siendo una barrera física, estaríamos hablando de un grado dos de 'petting'. «Aquí ya es más fácil experimentar un orgasmo debido al roce de los genitales, tanto en personas con pene como en aquellas con vulva. Es muy probable que la restricción que provoca el tejido en la piel conduzca a la mente a un estado de atención mayor que amplifique la percepción de lo que está sucediendo y lo convierta en un juego sumamente excitante», argumenta Jiménez.
- Cuando ya no hay ropa de por medio es cuando se llega al grado tres. En este caso estaríamos hablando de un 'petting' piel con piel, con roce directo y es probable que haya aumentado la sensibilización si previamente se han ido dando los pasos anteriores. "Este momento es perfecto para realizar masajes eróticos con aceite o con una vela de masaje, por ejemplo, para suavizar el deslizamiento". comenta. En este punto y aunque no sean necesarias otras prácticas como introducir los dedos en los genitales o practicar sexo oral, éstas pueden ser bienvenidas si así lo considera la pareja.
Lo que sí recuerdan desde Diversual es que si se va a producir algún tipo de contacto entre fluidos o algún contacto directo entre los genitales también es necesario el uso de protección, ya sea mediante el uso de preservativos o de barreras de látex.
Por qué puede ser enriquecedor
Los juegos que se proponen en el 'petting' pueden ser especialmente interesantes, según apunta la sexóloga de Diversual, cuando se están transitando por algún tipo de problemática sexual como dolores en la vulva o en la vagina, dificultades en la erección, incapacidad para experimentar el orgasmo o falta de deseo sexual. «Eliminar la exigencia del coito en una relación sexual suele ser un aliciente enorme para que la pareja se relaje. De eso modo ambos pueden ser más receptivos a lo que vaya ocurriendo durante el intercambio sin que exista presión o ansiedad de ejecución», señala Jiménez. Así, la sexóloga asegura que el hecho de redescubrir el placer de este modo ayuda a aprender sobre la dimensión erótica de cada persona, sobre su capacidad para vivir y disfrutar de la sexualidad y sobre las diferentes vías a través de las cuáles su cuerpo puede experimentar un orgasmo.
Otro de los beneficios que aporta el 'petting' es que ayuda a disminuir la ansiedad y la alta exigencia que algunas personas sufren a la hora de tener sexo, especialmente si existen episodios de disfunción eréctil o de dispaurenia.
Además, favorece la imaginación y la creatividad en los encuentros, ayuda a mejorar la comunicación en la pareja e incluso favorece la conexión entre ambos, fuera y dentro de la interacción sexual.
En definitiva, dar un mayor protagonismo en el sexo a la percepción que a la penetración puede contribuir a afinar las sensaciones y a vivir relaciones sexuales más enriquecedoras.
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