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Pánico en la costa

El misterio de las 'orcas locas'

Desde 2020, en las costas atlánticas españolas y portuguesas, las orcas están sembrando el pánico. Algunos ejemplares han desarrollado una conducta extraña. Embisten a los barcos e inutilizan su timón. Ahora los científicos creen haber resuelto el misterio... y tiene nombre de mujer: se llama Gladis.

Martes, 30 de Mayo 2023

Tiempo de lectura: 11 min

Salvamento Marítimo recibe un aviso de socorro por el canal 16 de VHF. Un velero pide auxilio por radio. Está rodeado de orcas que lo embisten y que han inutilizado el timón de un golpe. Se activa un dispositivo de rescate. Cuando el buque de Salvamento

llega para remolcar el velero, que navega a la deriva, las orcas ya se han marchado y los tripulantes están bien, aunque todavía tienen el susto en el cuerpo. Este incidente se repite una y otra vez, desde mayo de 2020, en las costas atlánticas españolas y portuguesas, donde las orcas están sembrando el pánico. Es una conducta extraña, muy inusual, sin precedentes a excepción de unos pocos casos esporádicos en Brasil y las Galápagos en los años setenta. No sucede en ningún otro lugar del mundo, aunque hay orcas en todos los mares.

«Las orcas lo están haciendo a propósito, por supuesto; el comportamiento defensivo basado en un trama gana fuerza como explicación»

La lista de barcos atacados no deja de aumentar. Van más de 500, y tres de ellos hundidos. Él último fue el pasado 4 de mayo. Tres orcas (Orcinus orca), golpearon el casco y la quilla de un velero en el estrecho de Gibraltar, y rompieron en pedazos el timón. «Había dos ejemplares pequeños y uno grande», le contó el patrón, Werner Schaufelberger, a la revista alemana Yacht. «Los más jóvenes atacaron por la popa del barco, mientras que el ejemplar adulto, muy voluminoso, golpeaba desde un costado de manera repetida con todas sus fuerzas». Según Schaufelbert, las dos orcas pequeñas estuvieron observando la técnica del ejemplar más grande, y en un momento dado comenzaron a imitarla, como si la hubieran aprendido sobre la marcha. Los guardacostas rescataron a los tripulantes y remolcaron el velero hasta Barbate, pero se hundió a la entrada del puerto.

Estilo delfín. No es raro que las orcas naden junto a los barcos, lo extraño son las embestidas que se están dando frente a las costas españolas y portuguesas. Salvamento marítimo.

Dos días antes, un grupo de seis orcas atacó otro yate en aguas del Estrecho. Uno de los tripulantes, Greg Blackburn, se fijó en que la que parecía ser mamá orca enseñaba a su cría a atacar el timón. «Definitivamente, hubo algún tipo de educación, una especie de clase práctica», contó. La mayoría del más de medio millar de interacciones registradas hasta la fecha, no obstante, resultaron ser inofensivas y no ha habido que lamentar víctimas.

Atacan los jóvenes, pero hay adultos que observan en la distancia: «De algún modo permiten ese comportamiento. Las orcas tienen una organización social muy sofisticada»

Parece como si las orcas buscasen camorra. ¿Pero por qué? Era un misterio. Ahora, después de tres años de investigaciones, los científicos creen haberlo resuelto. Alfredo López, biólogo marino de la Universidad de Aveiro (Portugal) y miembro de la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (CEMMA), maneja la hipótesis de que la espiral de agresiones se originó a raíz de un evento traumático experimentado por una sola orca, que habría sufrido la embestida de un barco, ya fuera accidental o intencionada, y no solo respondió contraatacando, un cambio de conducta absolutamente inusual, sino que ha enseñado al resto de la manada a defenderse. «Las orcas lo están haciendo a propósito, por supuesto, no sabemos el origen o la motivación, pero el comportamiento defensivo basado en un trama, gana fuerza como la explicación más plausible», explica López a Live Science.

Los expertos sospechan que fue una hembra, llamada White Gladis, la que, en un momento crítico, quizá en una embestida de un barco de pesca (las orcas han aprendido a robar los atunes de las redes), se revolvió. «Esta orca traumatizada es la que empezó las interacciones con los barcos». ¿Pero cómo ha enseñado este comportamiento al resto de ejemplares?  «No interpretamos que las orcas adultas enseñen a las jóvenes a propósito, sino que la conducta se extiende simplemente por imitación, y luego la siguen practicando porque el grupo considera que es importante para sus vidas», añade.

Animal social. Las orcas son animales sociales y con una jerarquía compleja. Suelen ser las abuelas las que mandan.

Las interacciones se están produciendo de manera simultánea en un área muy grande y dispersa del Atlántico que abarca el litoral del sur de España, Portugal, Galicia e incluso Francia. Pero no siempre son ataques. A veces se acercan al barco, lo tocan y se va. Al principio, eran solo tres ejemplares los responsables de la mayoría de los ataques. Ahora, esta conducta se ha generalizado.

«Pensábamos que se trataba de unos pocos juveniles que actuaban como adolescentes humanos rompiendo retrovisores, pero ahora es un comportamiento mucho más extendido», comenta López. Al principio, se identificó a tres ejemplares por su aleta dorsal como los responsables de la mayoría de los ataques. Tres orcas gamberras y jovencitas. «Es normal que sean los juveniles porque son más atrevidos y curiosos –puntualiza López–. Son animales muy grandes, con mucha fuerza y el timón de los veleros es la parte más débil del barco. Se trata de una pieza muy ligera y se rompe con facilidad». Pero a finales del año 2020 ya eran siete las orcas involucradas, pertenecientes a dos grupos diferentes. En invierno, estos cetáceos se alejan de nuestras costas, buscando alimento, y vuelven en verano. Ahora, esta conducta se ha extendido. Puede que esos siete ejemplares estén en cinco grupos diferentes. Y puede que otros ejemplares los estén imitando. No todos los miembros de la manada participan. «Hay adultos que observan en la distancia, aunque de algún modo permiten ese comportamiento. Las orcas tienen una organización social muy sofisticada», señala el biólogo.

Parecen agresiones, pero no lo son. «Incluso cuando se comportan con mayor agresividad no atacan a las personas. Son perfectamente conscientes de lo que es un barco y de que va gente en él. No pretenden hundirlo»

«Viven en manadas, pero son grupos abiertos. Su jerarquía es compleja. Suelen ser las abuelas las que mandan porque son las depositarias del saber, tienen la experiencia y un mapa en la cabeza. Y las orcas, aunque no son migratorias, se mueven constantemente persiguiendo a sus presas. Por eso, estas hembras son más importantes que los machos. Ellas mantienen el legado –explica López–. No sabemos gran cosa de sus ritos de apareamiento, pero no suele haber machos dominantes; los machos van de un grupo a otro y de ese modo se garantiza una mayor diversidad genética. Ahora, en el grupo mandan ellas».

Las orcas cuidan unas de otras. «Los grupos son estables y bien avenidos, aunque hay un trasiego de juveniles. A veces se prestan los cachorros unas manadas a otras. Posiblemente es una forma de aprendizaje. Los juveniles aprenden técnicas de caza e itinerarios diferentes, como si pasaran por varias escuelas».

El riesgo de observar. Una de las razones de los ataques que consideran los expertos es que hayan tenido una mala experiencia, que alguna haya resultado herida en una colisión con un barco.Foto: Getty Images

Los cetáceos, en general, son muy inteligentes. Pero las orcas destacan. «Son los animales más evolucionados que viven en el mar. Cazan en grupo, como los leones en la sabana o los lobos. Esto requiere organización, disciplina... Planean, pero también improvisan. Es todo un bagaje de conocimientos colectivos que se transmiten unas a otras». Los cachorros pueden pasar una década asimilando esos conocimientos hasta que son maduros. A veces, alguno descubre algo que el resto del grupo no sabía. Y lo comparte. Por ejemplo, hace unos años aprendieron a birlarles los atunes a los pescadores del Estrecho.

Ingenio milenario

Las orcas ibéricas persiguen a los atunes y aprovechan el relieve submarino para acorralarlos cerca de la costa. Es probable que los fenicios, hace tres mil años, colocasen las almadrabas en los lugares donde pasaban los atunes huyendo de las orcas.

La población de orcas ibéricas es muy pequeña. Apenas cincuenta ejemplares repartidos en varias manadas que veranean en el golfo de Cádiz y el estrecho de Gibraltar y que también patrullan las costas de Galicia y Portugal. Sorprende su capacidad de adaptación. «Las orcas comen cosas diferentes según el lugar del mundo en el que vivan. Las de Argentina se han especializado en leones marinos y los cazan en la playa. Las de Noruega persiguen a los arenques. Las de aquí solo comen atún rojo. Lo habitual es que persigan a los atunes hasta que estos se cansan, al cabo de una media hora. Los atunes son magníficos nadadores y tienen un tamaño considerable, así que se trata de una caza complicada. Las orcas aprovechan el relieve submarino para acorralarlos cerca de la costa. Es probable que los fenicios se percataran y colocasen las almadrabas hace tres mil años en los lugares donde pasaban los atunes huyendo de las orcas».

A la caza del atún. Algunas orcas se especializaron en robar los atunes de los pesqueros. Es más cómodo que cazarlos. Cuando lo hacen, atacan en grupo y persiguen a los atunes a mucha velocidad, hasta agotarlos.

Pero en el momento que unas cuantas se especializaron en robar los atunes de los pesqueros cambió ese comportamiento. Les da menos trabajo. «Es como ir a un local de comida rápida. Comer junto a los palangres es más fácil, pero es arriesgado. De las cincuenta orcas del Estrecho, solo un tercio come en esas líneas. Hay anzuelos; se lastiman. A veces, los pescadores les tiran piedras e incluso les han disparado», asegura López. Se acercan al barco por la popa, examinan su estructura. Identifican el timón y empiezan a golpearlo.

Las orcas comenzaron a comportarse de manera extraña el verano pasado. Desde entonces, un grupo de científicos se dedica a investigar estos sucesos de manera voluntaria y en su tiempo libre. Los encuentros entre orcas y veleros cesaron en invierno, cuando las orcas ibéricas abandonan las costas de España y Portugal para seguir a los atunes a latitudes más septentrionales. Las orcas regresaron con el calor y volvieron los ataques. Si en 2020 se trataba de algo esporádico, ahora es una conducta que se ha generalizado.

Se llama Gladis. Gladis, fotografiada aquí por Protección Marítima, sería la orca que ha desencadenado los ataques, según la teoría más plausible.

«Teníamos dos hipótesis sobre el origen de su comportamiento agresivo, aunque no podemos estar seguros porque no sabemos exactamente cuándo empezó. No conocemos el 'barco cero'. Una, la mencionada, y más probable, es que pretendan parar las embarcaciones porque han tenido una mala experiencia; que alguna haya resultado herida en un choque, por ejemplo, y no quieren que se repita una situación que interpretan como un riesgo», comenta el biólogo. Es como si, ante un atropello, exigieran que los barcos aminorasen la velocidad o se detuvieran para que no vuelva a suceder. «La otra hipótesis [que ha perdido relevancia] es que ellas mismas desarrollaron este comportamiento como un juego. Y que el juego se haya transformado en una tarea», explica López. Lo habitual es que se acerquen al barco por la popa y examinen su estructura. Identifican el timón y a partir de ahí empiezan a golpearlo y, en ocasiones, a zarandear el barco.

«Es una situación de poder en la que ellas llevan la embarcación hacia donde quieren». Parecen agresiones, pero no lo son. «Las orcas buscan el contacto con las embarcaciones, pero no interpretamos que quieran hacer daño. Son interacciones de muy diverso tipo, pero incluso cuando se comportan con mayor agresividad no atacan a las personas. Son perfectamente conscientes de lo que es un barco y de que va gente en él. No pretenden hundirlo, aunque en contadas ocasiones lo han hecho. En fin, si viene tu sobrino a casa con el balón, igual te rompe el jarrón chino, pero su intención no es fastidiarte».

Una llamada de auxilio

Las orcas están en lo más alto de la cadena trófica. Es una ventaja porque no tienen depredadores, pero también es su desgracia. Acumulan grandes cantidades de microplásticos, bifenilos policlorados y otros contaminantes químicos que se acumulan en su grasa y afectan a sus sistemas reproductivo e inmunitario. El tráfico marítimo y la contaminación acústica también les afectan. «Las orcas del estrecho de Gibraltar se consideran distintas de otras subpoblaciones del Atlántico nororiental, según estudios de datos de fotoidentificación, ADN mitocondrial, marcadores genéticos de microsatélites, proporciones de isótopos estables y cargas contaminantes», comenta Ruth Esteban, doctora en Ciencias del Mar. «Esta pequeña subpoblación, con un número reducido de individuos maduros, depende en gran medida de una especie en peligro de extinción: el atún rojo del Atlántico. Por esta razón, esta subpoblación de orcas fue incluida en la Lista Roja de Especies en Peligro Crítico en 2019». Quizá el origen de la extraña conducta de las orcas sea llamar nuestra atención y que, a falta de un canal 16 de emergencias, estén pidiendo socorro a su manera.

Delfines gigantes

Pertenecen a la familia de los delfines. Pueden llegar a pesar cinco toneladas y medir nueve metros. Alcanzan los 55 kilómetros por hora. Se distribuyen por todos los océanos del mundo, desde las aguas árticas a las tropicales.

En blanco y negro

De lejos, las dos manchas blancas a ambos lados de la cabeza parecen ojos. En realidad, los ojos son diminutos y están ocultos en la piel negra.

Una dieta variada

Carnívoras, comen desde pingüinos a focas, así como atunes, calamares, aves e incluso tiburones. Como tienen la sangre caliente necesitan mucha energía para mantener su metabolismo. Un adulto ingiere más de 200 kilos diarios de carne.

Inteligentes e imaginativas

Cazan en grupo y se coordinan con tácticas muy imaginativas. Embisten contra los témpanos de hielo para hacer caer al mar a pingüinos y focas; rodean bancos de peces con un muro de burbujas; regurgitan pescado para atraer a las gaviotas...

La familia, ante todo

Viven toda su vida en el mismo grupo familiar. Las orcas ibéricas (unas 50) están distribuidas en varias manadas de cinco a siete miembros. Los machos se reproducen fuera de su manada habitual, de este modo se reduce la endogamia. Después vuelven con su familia.

Apoyan al más débil

Comparten la comida y no se olvidan de alimentar a los individuos enfermos, viejos o débiles. Cuando un miembro está agotado o tiene problemas, no se alejan de él hasta que se recupera. Llegan a vivir entre 50 y 80 años. Si un cachorro muere, la madre puede resistirse a abandonarlo durante días. Paren una cría cada cinco años. Amamantan a sus bebés.

No son asesinas

Conocidas como 'ballenas asesinas', tienen una mala fama inmerecida. Su apodo proviene de los balleneros españoles que las veían depredar a otros cetáceos. En estado salvaje jamás atacan a los humanos. En cautividad sí que se han dado casos por el estrés.

Sonar incorporado

Poseen un sistema de ecolocalización que les permite encontrar a sus presas emitiendo sonidos e interpretando el eco. Su respiración es pulmonar. Poseen un espiráculo en la cabeza por el que respiran cuando emergen. Aguantan unos diez minutos en apnea, por eso no cazan a gran profundidad.

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