Diez razones para ir a Tallin y a las otras capitales bálticas

Cuento de hadas

La ciudad vieja de Tallin parece la portada de un cuento de hadas. Tejados cónicos de tejas naranjas a dos aguas, con cubiertas verdes de cinc, grises de pizarra, rojas... solo le falta alguna bruja volando en su escoba y un par de gnomos asomándose a una buhardilla. Tallin es una ciudad con encanto, ni grande, ni pequeña; ni antigua, ni moderna; ni rica ni pobre. O mejor sí. Es una ciudad encantadora, grande y pequeña, antigua y moderna, rica y pobre, según como la veamos y el barrio al que nos acerquemos.

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Medieval

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, el viejo Tallin es una ciudad amurallada con gran cantidad de edificios medievales, góticos tardíos, barrocos... de los siglos XIV al XVIII. Paseando por las callejuelas del centro no se tiene la sensación de encontrarse en una ciudad de más de 400.000 habitantes. Las murallas encierran y preservan este pequeño-gran tesoro.

El viejo Tomas

La Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Plats), se llama así por un sobrio edificio del siglo XV, el único ayuntamiento de estilo gótico del norte de Europa. Coronando su esbelta torre de 64 metros se encuentra el Viejo Tomas (Vana Toomas), una curiosa veleta. Dice la leyenda que todos los años se organizaba en esta plaza un concurso para ver quien podía alcanzar con una flecha a un loro de madera que situaban a modo de cucaña en lo alto de un poste. Normalmente era un noble avezado en el arte de la ballesta quien lo conseguía, pero un año fue un joven plebeyo llamado Tomás. Admirados por su habilidad, en vez de castigarlo por la osadía de meterse donde no lo llamaban, se le premió dejándolo ingresar en el ejército. Tomás llegó a ser un héroe en la Guerra de Livonia (1558-1583). Por casualidad, alguien vio cierto parecido entre la figura de la veleta del Ayuntamiento y el popular soldado y comenzaron a llamarla “Viejo Tomás”. La auténtica, de 1530, se encuentra en el museo del Ayuntamiento, mientras que la que corona el edificio ahora es una réplica de 1996.

Cuna del mazapán

Otra leyenda asegura que en esta plaza se colocó en el s. XV el primer Árbol de Navidad de la Historia, seguramente un enorme pino (abundan en los alrededores), al que prendieron fuego para darle más vistosidad. Las luces de Navidad todavía no se habían inventado. Pues justo aquí, donde se sigue plantando un pino cada Navidad, aunque ahora no se queme, hay interesantes casas de antiguos mercaderes y tranquilas terrazas de bares y cafés. Destaca una farmacia, dicen que la más antigua de Europa, en la que cuenta la leyenda que se inventó el mazapán, mardileib o pan de Mart, nombre de un aprendiz de botica al que se le ocurrió cambiar los ingredientes más amargos de una fórmula magistral por otros más dulces.

Modernidad

Sólo desde 1991 Estonia es independiente, y ha dado el estirón. Su desarrollo ha sido notable en los últimos años. Con un 99,8% de alfabetización, es uno de los países más alfabetizados del mundo. Y un desarrollo envidiable: es el país de Europa con menos deuda pública (6%) en relación a su PIB, con un incremento anual en su PIB del 7,6% (2011), un PIB per capita de 19.320 dólares, y una tasa de paro de solo el 10%. El 77% de los estonios usa internet y el 98% de las transacciones bancarias las hacen on line. En las elecciones, las urnas también son electrónicas. En muchas ciudades (especialmente en la capital) y en buena parte del campo hay cobertura de wifi, en muchos casos gratuita. Los transportes públicos colectivos de Tallin (autobuses y tranvías) son gratuitos para los residentes, con ello se pretende evitar que suba la contaminación.

Los molinos de Muhu

Muhu, en el norte del Golfo de Riga, es la tercera isla más grande de Estonia (198 km²). Dicen los expertos que su paisaje es el auténticamente estonio: bosques de enebros, praderas... Es aquí donde se encuentran los pocos molinos de viento que quedan en pie y algunos de sus 2.000 habitantes todavía viven en confortables casas de madera con techo de paja.

Bordados

Como pueblo viejo y sabio que es, el estonio tiene una artesanía antigua y de calidad. Utensilios de cocina de madera, en su mayoría de enebro, como las cucharas, tenedores, jarras, tazones, platos... y muebles del mismo material, fornidos, contundentes, algo toscos. Los más apreciados son los recientemente realizados, para saber si es así basta con olerlos, el enebro desprende un aroma fresco muy característico.

Con todo, la artesanía más interesante de Estonia son los tejidos de lana, algodón y lino, el ganchillo y el bordado. Los más atractivos pueden encontrarse en las islas de Muhu y Saaremaa (en el mercadillo de los sábados en Kuressaare): jerséis, camisetas y sobre todo las tradicionales zapatillas negras con coloridas flores bordadas a mano.

Otras capitales bálticas

Poco a poco el mercado báltico va calando en los viajeros españoles, sobre todo gracias a los cruceros que hacen un recorrido por sus capitales: Riga, Vilna y Tallin. Además del barco, Air Baltic enlaza a diario estas ciudades con otras capitales europeas, especialmente Helsinky.

Riga

Riga, capital de Letonia, es una de las ciudades bálticas con mayor actividad urbana. Pocos edificios monumentales, pero un casco antiguo muy agradable que invita al paseo. Al caer la noche aparecen como por ensalmo docenas de restaurantes, bares y clubs que dan a la ciudad un ambiente muy cosmopolita y animado.

Vilna

Vilna es la capital de Lituania, el país más meridional de los tres estados bálticos. El turismo todavía no la ha descubierto totalmente, lo que le da un encanto y un sosiego especial. Muy recomendable un paseo por sus parques, especialmente en verano.