El reto de cinco mujeres supervivientes de cáncer con destino a la Antártida
Estas valientes se embarcarán en una travesía extrema: 20 días de navegación para cerrar el círculo del mayor desafío de sus vidas. Lo harán en nombre de las centenares que se han presentado al Reto Pelayo Vida, que cumple diez años
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Olas de hasta diez metros de altura, corrientes impredecibles y vientos huracanados. Este será el desafío que asumirán las cinco mujeres supervivientes del cáncer que se embarcarán en el viaje más difícil de sus vidas: 20 días de navegación a la Antártida en ... condiciones extremas. Partirán de Ushuaia y cruzarán el Paso del Drake, con el objetivo de cumplir el reto de clavar la bandera en el desierto del hielo. Llevan consigo el coraje de las legendarias primeras expediciones al Polo Sur, la Terra Nova (conocida como 'el peor viaje del mundo') y la Fram (adelante en noruego). Pero su travesía no sólo es una confrontación con la naturaleza más salvaje, sino también un testimonio de su victoria personal sobre el cáncer. Cada paso que den en territorio austral es un homenaje a su fuerza y resiliencia, y a la de todas las mujeres que padecen o han superado la enfermedad.
Llevan meses entrenando y han sido seleccionadas entre más de 500 candidatas. Almudena Sánchez, Cruz Álvaro Caballero, Macarena Bohórquez, Marta Castillo y Patricia del Solar son las elegidas. Ahora sienten satisfacción por haber llegado hasta aquí, pero también miedo y vértigo ante la complejidad del viaje. En el mar no habrá descanso: harán turnos con un máximo de tres horas de sueño, tres de guardia y tres de navegación. Sus mayores temores son caerse al mar (que no es una opción) y sufrir mareos (que pueden acompañarlas durante todo el viaje).
Marta Castillo tenía claro que quería participar en un reto de navegación, pero no se esperaba que el destino fuese Ushuaia, el mismo del que había partido su padre, también tras superar el cáncer: «Él tuvo un linfoma y cuando se recuperó dijo que se iba a cumplir su sueño de cruzar el Drake». Falleció meses después de que Marta superase la enfermedad. «Llevaba curado 10 años y, con 74, seguía trabajando. Para mí, el mar es mi padre; navegábamos juntos y estábamos muy unidos. Cuando dijeron que el destino era Ushuaia, todo se alineaba, se cerraba el círculo».

«En los documentales de este reto vi vida, y eso es lo que quiero»
Almudena Sánchez
Macarena Bohórquez descubrió este Reto Pelayo Vida, que cumple diez años, la noche antes de operarse. En el mismo momento le dijo a su marido: «Yo el año que viene voy». Macarena había perdido las ganas de entrenar: «Te preguntas qué hago aquí entrenando, puede que me quede poco tiempo y lo estoy perdiendo aquí». Ella vio en este desafío una motivación para recuperarse rápidamente y, a las 24 horas de operarse, ya estaba de pie, dando paseos por los pasillos del hospital.
Para entrenar, Macarena necesitaba un barco y a alguien que le enseñase a navegar, así que imprimió carteles contando su historia y los pegó en los puertos cercanos a Cádiz, donde reside. También subió un vídeo a redes sociales que tuvo mucho éxito, y enseguida empezaron a llamarla para ofrecerle barcos. «De pronto tenía barcos para elegir. Muchas personas me han ayudado y, gracias a su generosidad, no sólo soy una de las expedicionarias, sino que he descubierto un nuevo hobby que me apasiona».

«No quieres hacer sufrir a tu entorno y disimulas el dolor»
Macarena Bohórquez
Almudena Sánchez también se siente agradecida: «Lo que me transmitieron los documentales del Reto fue vida, y eso es lo que quiero». Las cinco futuras expedicionarias coinciden en que el deporte y el hecho de tener una meta las ha ayudado enormemente en el proceso de recuperación.
Nadie está preparado
El apoyo familiar también es clave, cada uno reacciona como puede, y nadie está preparado para esto. En algunos casos, los hijos y la pareja se vuelcan completamente, pero en otros le restan importancia a la situación o se distancian para protegerse, o porque no saben cómo actuar: «Te sientes culpable porque no quieres hacer sufrir a tu entorno y disimulas el dolor», cuenta Macarena. «La primera vez que mi marido me dijo que tenía que luchar, le eché una bronca tremenda. 'Esto no va de luchar, no vuelvas a decir eso. Si esto fuera de luchar, yo no tendría miedo'».
Marta se fue a casa de sus padres al inicio del tratamiento, pero sus hijos querían estar con ella todo el tiempo. Estaban más tranquilos si la veían, aunque fuera mal. Así que volvieron todos a casa y pasaron a cuidarla ellos. «No tengo palabras para contar la madurez que me demostraron».

«No puedo describir la madurez que mostraron mis hijos»
Marta Castillo
A Patricia del Solar le diagnosticaron el cáncer en marzo de 2020, dos días antes del confinamiento por COVID-19. A partir de entonces, con los hospitales colapsados y muchos de los cirujanos de baja por enfermedad, tuvo que luchar para que la operasen. Su única certeza: debía quitarse el tumor de 7 cm que tenía en el pecho cuanto antes. Fue un gran logro conseguirlo en circunstancias tan excepcionales. Entró al quirófano el 26 de marzo y lo hizo sin mascarilla, porque no había. Ha tenido que volver a operarse para que le extirpasen de forma preventiva los ovarios y el otro pecho. «Estoy aquí para demostrar a otras mujeres que se puede, que la vida nos golpea una y otra vez, pero que podemos volver a levantarnos con fuerza».
El cáncer de Patricia es hereditario. Lo sabe porque insistió en hacerse un estudio genético y, gracias a eso, pudieron realizar las operaciones preventivas. Lo que no sabe es si sus hijos también lo heredarán y, para saberlo, tendrá que esperar. Son muy pocas las pacientes a las que se les pide un estudio genético, se trata de un proceso costoso cuyos resultados pueden tardar en recibirse entre los 6 meses y el año y medio. Una vez que conoces si el cáncer es hereditario, para hacer el estudio a tus hijos y que entren en el circuito preventivo, hay que esperar a que cumplan 18 años.

«La vida golpea, pero podemos levantarnos con fuerza»
Patricia del Solar
Cruz Álvaro reflexiona sobre lo importante que es sentirse arropada por personas que han pasado por lo mismo que tú. «Hubo una época en la que no hacía planes a futuro porque pensaba que me iba a morir. No me compraba ni un vestido. Y esto sólo lo comprendes si lo has vivido». A la hora de contar la enfermedad, no reciben el apoyo que esperan. «Esperas un '¿qué necesitas?', '¿cómo puedo ayudarte?', 'desahógate tranquila…'. Pero recibes una mirada de pena y una frase de consuelo: 'Verás como no es nada'. Pero piensas, ¿me has escuchado? Tengo cáncer, me puedo morir».
Ellas ya son una tripulación preparada para las adversidades. «Este grupo de mujeres es casa; puedes hablar, reír y llorar sin tener miedo a ser juzgada. A mí, la enfermedad me ha enseñado a ponerme por delante. Todos tenemos en la cabeza que hay que vivir, pero en realidad se nos olvida. Por eso me he tatuado 'vivir es ahora' en la muñeca, para acordarme cada vez que lo veo».
El Doblón
Aunque la Terra Nova y la Fram, las embarcaciones de esas primeras expediciones, nada tienen que ver con la goleta El Doblón en la que viajarán estas cinco aventureras, el destino y las dificultades del trayecto son las mismas. El Doblón es una embarcación robusta y versátil de 80 pies de eslora, diseñada para explorar regiones remotas. Con capacidad para doce pasajeros y cuatro tripulantes, está construida en acero naval y ofrece estabilidad y seguridad. Está preparada para navegar bajo condiciones extremas y es autosuficiente para largas travesías. Su bajo calado le permite llegar a lugares inaccesibles para otras embarcaciones, para que los pasajeros puedan vivir la naturaleza en su estado más puro y salvaje.
El cáncer te cambia la vida, porque enfrentarte a la muerte lo hace. Las expedicionarias insisten en que el camino que han pasado es mucho más duro de lo que esperaban. «No se entiende la enfermedad. No te extirpan el tumor, te dan tu tratamiento, funciona y se acabó. Después vienen los efectos secundarios, y las operaciones son bestiales, te extirpan parte de tu cuerpo, este cambia y tienes que pasar un duelo. Y tienes que dejar de ver tu vida como era antes, porque tu vida ha cambiado. Se sufren unos procesos físicos y psicológicos de lucha interna. Creo que habría que hablar más de los procesos emocionales y de las consecuencias físicas a largo plazo», insiste Macarena.

«No hacía planes de futuro porque creía que me iba a morir»
Cruz Álvaro
Estas mujeres nos enseñan que el verdadero viaje se encuentra en la superación de nuestras propias adversidades. Cuando le confirmaron a Marta Castillo que iría a la Antártida, fue a coger los libros de navegación que su padre había consultado hace más de diez años para realizar la misma travesía. Oculto entre sus cosas, encontró un diario de viaje. «No pude evitar leerlo. Cuenta cosas de la relación con los otros, de la convivencia, las comidas, la navegación… Cuando se fue, pasamos mucho miedo; lo despedimos llorando y él reflexiona sobre si está bien habernos hecho pasar por ese mal trago para cumplir su sueño. Es muy bonito. El cuaderno tiene más páginas, y yo pienso seguir escribiéndolo. Y se lo dejaré a mis hijos para cuando ya no esté». Y así, en la helada inmensidad de la Antártida, el pasado y el presente se encuentran, iluminando el camino para las futuras generaciones de exploradores.
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