El verano hace estragos en Doñana: la mayor laguna del espacio protegido se seca por tercer año consecutivo
Un equipo del CSIC advierte del «estado crítico» de Santa Olalla
El 60% de las lagunas que existían en los años ochenta del siglo pasado han desaparecido por la falta de lluvias y la sobreexplotación del acuífero
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Santa Olalla, la mayor laguna del espacio natural de Doñana, en Andalucía, ha cerrado el verano «en una situación crítica», prácticamente seca y con solo una lámina superficial de humedad residual y barro, advierte un equipo de la Estación Biológica de Doñana (EBD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organismo dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Esta laguna, la mayor de la región, se secó por completo dos años consecutivos, en los veranos de 2022 y 2023, algo que no se había registrado nunca desde que la EBD-CSIC comenzó a tomar datos hace 50 años. «Doñana está atravesando años muy duros. La combinación de una intensa y prolongada sequía y la sobreexplotación del acuífero están teniendo un gran efecto sobre el sistema de lagunas del espacio protegido», explica Eloy Revilla, director de la EBD-CSIC.
La laguna de Santa Olalla era casi la única de las más de 3.000 lagunas de Doñana que solía mantener agua durante todo el año. La gran variedad de lagunas, tanto temporales como permanentes, permite conservar especies con ciclos de reproducción y desarrollo diferentes, más cortos o más largos, lo que convierte a Doñana en un refugio incomparable para la biodiversidad acuática. Sin embargo, en el verano de 2022, Santa Olalla se secaba por completo justo al final del ciclo hidrológico anual, que se mide de septiembre a agosto. La situación se repitió al año siguiente y, en la segunda semana de agosto de 2023, la laguna más grande de Doñana ya no tenía agua.
«El ciclo hidrológico que se acaba de cerrar, el de 2023-2024, comenzó por tanto con una Santa Olalla totalmente seca. La situación se mantuvo durante dos meses continuados hasta que las primeras lluvias caídas a mitad de octubre ayudaron a que el nivel del acuífero subiera y el agua comenzara a inundar la cubeta de la laguna. El máximo de inundación se alcanzó finalmente a finales de febrero», indica Javier Bustamante, también de la EBD-CSIC.
Por su parte, la laguna Dulce, situada muy próxima a Santa Olalla y considerada hasta hace algunos años también una laguna permanente, se ha secado por completo durante la segunda semana de septiembre, algo más de un mes después que el año pasado, cuando se secó a primeros de agosto. Por su parte, la laguna del Hondón sí ha mantenido agua a lo largo del verano.
El funcionamiento de las lagunas en Doñana
La laguna de Santa Olalla, así como todas las del Parque Nacional, que se sitúan en la zona próxima a las dunas, se inundan gracias a las descargas del acuífero, por lo que sus ciclos de inundación dependen de los niveles de las aguas subterráneas. Cuando llueve, el agua se filtra hacia el acuífero, haciendo que su capa freática ascienda e incluso aflore al exterior inundando las cubetas de las lagunas. Además, Santa Olalla también recibe agua procedente de las dunas.
Estudios recientes de la EBD-CSIC han constatado que un 60% de las lagunas que existían en los años ochenta del siglo pasado ya han desaparecido. Además, gran parte de las que aún permanecen se inundan mucho menos y por un periodo de tiempo más corto de lo que se espera por el clima, lo que indica que la acción humana directa está interfiriendo en su ciclo natural.
«Esto se confirmó cuando se observó que este fenómeno afectaba más a las lagunas más cercanas a los cultivos de regadío intensivo y a la localidad turística de Matalascañas. Además, gran parte de las lagunas que aún existen tienen parte de su cubeta invadida por vegetación terrestre, lo que indica un cambio sin retorno», señala Revilla.
Bustamante explica: «Santa Olalla ya ha perdido gran parte de su antigua extensión y desde hace unos años imágenes aéreas demuestran que sus orillas actuales y su isla central están siendo invadidas por tarajes y otro tipo de vegetación terrestre».
«Hace unos cuatro años, en 2020, la altura de la capa freática en este punto se encontraba a unos 7,5 metros. En 2024, ha descendido hasta los nueve metros de profundidad, algo que no se había visto nunca hasta ahora», indica Revilla.
El personal científico advierte de que esta situación se está agravando en los últimos años debido a la sequía. Doñana lleva más de diez años con precipitaciones por debajo de la media. Los ciclos 2021-2022 y 2022-2023 fueron catalogados como «muy secos», con precipitaciones acumuladas de tan solo 282,5 milímetros en el primer caso y 330,4 milímetros en el segundo. Este ciclo que se acaba de cerrar ha terminado con 434,4 milímetros de precipitaciones acumuladas, por lo que tampoco se ha llegado a la media, que se sitúa en torno a los 500 milímetros.
Impacto sobre la biodiversidad
Estudios de la EBD-CSIC muestran que el deterioro del sistema de lagunas está teniendo un gran impacto sobre la fauna y flora de Doñana, en particular, sobre su comunidad de anfibios y reptiles acuáticos, especialmente vulnerables. En una investigación reciente, se compararon los datos actuales de 11 especies de anfibios con los recopilados hace 18 años. Si bien todas las especies aún se podían encontrar en Doñana, su presencia había disminuido de forma general. Además, hasta hace poco, el espacio protegido mantenía buenas poblaciones de los dos galápagos autóctonos, el europeo y el leproso, pero estas están ahora a punto de desaparecer.
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