La solitaria misión de algunas mujeres de derribar los muros de la construcción
En los cursos de FP se topan año tras año con un problema: solo un 4% de las matriculadas en oficios manuales como la electricidad, la carpintería o la fontanería son mujeres. Algunas se empeñan en ser precisamente lo que a ellas les faltó: referentes
Las mujeres cuidan de la sanidad española

En las aulas de Formación Profesional se encuentran, curso tras curso, con el mismo problema. Faltan alumnas que quieran dedicarse a oficios manuales. Electricistas, fontaneras, carpinteras... Los profesionales del sector de la construcción (1.417.595 a junio de 2024, último informe del Observatorio Industrial de la Construcción ... ) son, en España, un 11% mujeres (160.188) y un 89% hombres, por lo que desafiar a las futuras generaciones de niñas y que se embarquen en estos trabajos es el reto que se ha propuesto la comunidad educativa, en connivencia con algunas empresas del sector.
Según la Estadística de Alumnado del Ministerio de Educación (mayo de 2024), ellas apenas representan un 4% de las matrículas para estas familias profesionales, y eso pese a que, por la alta demanda, garantizan un empleo seguro y con buenas condiciones. Sin embargo, las mujeres no acaban de animarse, reconocen en la asociación Norte Joven, un centro de formación para el empleo sito en Fuencarral (Madrid) y que estimulan a jóvenes para esta industria con predominio masculino. Frente a ello y los estereotipos de género que puedan quedar por derribar, se da la situación justamente opuesta en los cursos de Imagen y Estética, por poner solo un ejemplo de profesiones tradicionalmente vinculadas con la mujer. En este caso, nueve de cada diez personas en formación son mujeres.
Al decir de las chicas que intentan abrirse paso en oficios manuales, el principal problema es que «faltan referentes» y las jóvenes que se sienten atraídas por estas disciplinas «no se lanzan». Por esta razón, se ha estrenado en nuestro país una suerte de 'feria de empleo' donde firmas del sector –ABC refiere la de Brico Depôt Iberia, una iniciativa que lleva por nombre 'Desafío Construimos Juntas'– fomentan el encuentro entre alumnas –en este caso, 40 chicas de 14 y 15 años de los colegios de Madrid Santa María de los Apóstoles, Tres Olivos, IES Margarita Salas y GSD Moratalaz– y profesionales, de esas que se cuentan con los dedos de una mano (son Isabel, Sylvia, Raquel y Jénnifer).
Ferias de empleo seguro
La cita tiene lugar en Majadahonda (Madrid). Las 40 jóvenes asisten a una jornada de aprendizaje directo: desde hoy, instalar un grifo de lavadora en un tubo de cobre; construir un circuito eléctrico para encender una bombilla mediante una 'app'; diseñar y cortar tablas de madera, el lijado, taladro y acabado con cera; y colocar azulejos en bandejas o posavasos ya no esconde secretos para ellas.
Pero tanto las cuatro profesionales que las guían como los docentes presentes coinciden en señalar que a día de hoy la ausencia de fontaneras o electricistas no encuentra relevo generacional en las aulas. No hay tasa de reposición en el mercado de trabajo.
Esta modalidad de formaciones 'in situ' estimulan vocaciones y se da la oportunidad a las jóvenes de demostrar su creatividad y habilidades técnicas, además de fomentar el contacto con 'maestras' pioneras y resolver dudas. Para Adoración Juárez, directora del colegio Tres Olivos, «permite a las alumnas descubrir un potencial que tal vez no hubiesen explorado de otro modo».
Los expertos advierten que se está produciendo un curioso paralelismo en España: la voz de alarma que se daba hace unos años por lo que sucedía con las vocaciones femeninas de las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingenieria y Matemáticas) ocurre ahora con oficios manuales. En el primer caso, pese a que aún hay distancia en especialidades como las Matemáticas, parece haberse subsanado el problema a pasos de gigante en los últimos cursos. En los segundos faltan mujeres que rompan el muro.

«Ahora mismo dejar un trabajo fijo y lanzarte a un oficio que se te da bien es un poco locura, la verdad»
Isabel Obreo
Ingeniera y carpintera, 33 años
De ambas brechas conoce bien todos los pormenores Isabel Obreo, ingeniera de 33 años que aparcó un buen oficio en una empresa en Sevilla, cogió los bártulos y se fue a Hervás (Cáceres) a improvisar un taller de ebanistería en un bajo alquilado. La carpintera sale afuera a charlar para que el móvil no se quede sin cobertura y disfruta de una vida que podría parecer más tranquila que en la gran ciudad, con sus dos niñas y su marido, pero que tiene también sinsabores. «Tienes un encargo y te tienes que organizar, trabajar toda la noche para cumplir plazos, pero lo hago. Soy muy cabezota. He pasado muchas noches sin dormir». Lo ha mamado. Obreo proviene de una familia de panaderos y los ha visto toda la vida dedicados a amasar desde las cinco de la madrugada. «Me siento muy apoyada porque entre los míos siempre ha habido esa vena, una herencia de negocio familiar», dice. «En la sangre llevo el trabajo, el sacrificio, la voluntad y dedicación que requiere sacar algo artesanal como mis muebles de madera adelante». Reconoce que ha aprendido buena parte del oficio «de forma autodidacta», con tutoriales en redes, valiéndose de sus conocimientos como ingeniera de diseño industrial, de un curso de FP. Sabe que asumió un riesgo elevado: «Tiré todo por la borda y me vine. Dejar un empleo fijo y lanzarte a tu aventura es un poco locura, la verdad. Ser autónomo es solitario, además», se apena.

«A mí me hubiera ayudado que a los 17 años, cuando decides tu futuro, me dejaran explorar un poco»
Sylvia Salas
35 años. Experta en bricolaje, mantenimiento y decoración
De igual modo se busca los arrestos para mover mastodontes de madera, pero –matiza– cuando «son las doce y las niñas te esperan a las dos en el cole, el ingenio se aviva y o pides ayuda al vecino o diseñas unas poleas para mover la tabla». «Pura supervivencia», se ríe. Con gran exposición en redes, Obreo admite que «recibe más comentarios positivos y es agradable»; también colecciona algún «ten cuidado con la manita, no te vayas a hacer daño» y otros apriorismos machistas. Admiradora de la forma de mimar la madera de los franceses y apasionada de la naturaleza, saca sus mesas al pantano para demostrar que no se pudre y combinar sus dos 'amores'.
Sylvia Salas tiene también un perfil público muy activo. No en vano, es licenciada en Periodismo y Relaciones Públicas y compagina esta faceta de exposición con su maestría en el bricolaje, mantenimiento, decoración, cerámica... «No encontraba mi lugar», confiesa y sus cuentas en redes «de repente acumulaban un millón de seguidores» interesados en seguir sus gestas que, para otras personas –con independencia de su sexo–, resultan inasequibles. «Es mi hobbie. Me permite organizar una agenda flexible y creativa», valora. Del otro lado, «hay mensajes descalificativos como 'déjale el taladro a tu novio', pero son los menos. Es anecdótico. Además, me siguen sobre todo mujeres», dice animando a más chicas a trabajos 'reservados para hombres'. «Tengo dos títulos, pero me hubiera ayudado que a los 17 años, cuando decides tu futuro, me hubiesen dejado explorar un poco qué se me daba bien», explica desde Barcelona. «En mi caso, lo llevaba también en mi ADN, mi madre es orfebre, pero te pones la venda y vas a la Universidad». Termina: «En este momento la falta de oficio de las mujeres es un problema sobre todo de falta de referentes. No se necesita ser Hulk».

«Más que el género han cuestionado mi edad: no creen que una chica joven les vaya a arreglar el grifo»
Jénnifer López
25 años. Lleva 10 en el oficio de fontanera
Ha ayudado mucho a embarcarse en el mundo de las reformas en igualdad de condiciones, coinciden las cuatro profesionales, la industria. Ahora mismo la diferencia no reside en la «fuerza física». Tanto los materiales como las herramientas se han adaptado a las mujeres para su manejo exactamente igual al de un hombre. «A veces resulta mucho más provechoso y mejor tener paciencia y maña», inciden.
En las tiendas de mantenimiento y ferreterías reconocen además que los pasillos se llenan cada vez más de mujeres interesadas por dominar el oficio y el bricolaje casero. Las propias firmas han multiplicado las dependientas para intentar cambiar las tornas desde dentro. «Son cosa del pasado aquellas escenas donde el hombre se sentía intimidado por preguntar a una mujer por tornillos o grifos en el pasillo de la tienda especializada», aseguran en una de ellas.
'La chispas'
«Hace años ni siquiera había ropa de trabajo para nosotras». A Raquel López la llaman 'la chispas'. Tiene 44 años –lleva en electricidad desde los 25–, tres hijos y un marido también electricista. Se sabe casi única en un mundo prácticamente exclusivo de hombres. De hecho, ejerce en Barcelona y área metropolitana y aquí las pocas mujeres empleadas para esta labor se conocen entre sí a la perfección. «Me siento más desubicada cuando vas a un foro del sector y el 99% son hombres. Te sientes un poco 'bicho raro'», afirma, al tiempo que, como sus compañeras, retrata que le ocurre cada vez menos que se plante en la puerta de una casa y cuando el propietario la ve le pregunte por cuándo viene su compañero para arreglar la avería.

«Cuando me siento un poco un 'bicho raro' es en las convenciones del sector donde el 99% son hombres»
Raquel López
Electricista, 44 años
Jénnifer López se ha acostumbrado. Hija, hermana y cuñada de fontaneros, cree que ha pagado más el peaje de la edad (tiene 25 y desde los 15 metida en el oficio, aunque cursó una FP de mecánica y soldadura) que por ser mujer. «Me formé con mi padre, que al principio me tutorizaba. A la gente le extraña que una chica le arregle el grifo, algún comentario me ha caído pero hemos avanzado mucho y va a menos», acepta. «Aún somos pocas, se trabaja mucho y se cobra bien. Me siento orgullosa de ser una de ellas», completa, antes de alentar a más jóvenes a «atreverse».
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