La metropolización oculta: así devoran las grandes ciudades a las capitales de provincia
El crecimiento silencioso de las grandes urbes y su corona continúa después de la burbuja mientras ciudades intermedias decaen, aumentando el desamparo de la España vaciada en un país donde la antigüedad de la cuarta parte de las edificaciones es menor de dos décadas
Las ciudades españolas están inmersas en una competición por atraer habitantes. En un contexto de limitado crecimiento demográfico, unas crecerán a costa de otras, con la inmigración interna como factor desequilibrante. El mapa sigue cambiando en un país que ha levantado la cuarta parte de su superficie construida en las dos últimas décadas.
Latente, silencioso, invisible y oculto son los adjetivos que geógrafos y demógrafos emplean para definir la actual metropolización marcada por el crecimiento de las grandes urbes y su corona, leve pero continuo. «Las corrientes migratorias internas se están redirigiendo a las ciudades mayores. Estamos en un proceso de reforzamiento y recentralización invisible, en nombre de la eficacia, del poder demográfico, económico, financiero y político en las grandes áreas metropolitanas. Estamos en un proceso de metropolización oculta», sostiene Francisco Cebrián, profesor de Geografía de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Madrid, o la disyuntiva entre centro y periferia
«En la Comunidad de Madrid, hay un proyecto político latente de alcanzar los ocho millones de habitantes», advierte Agustín Hernández Aja, catedrático de Urbanismo de la Universidad Politécnica de Madrid. Para ganar ese millón largo de personas en el corto plazo, la capital ha apostado por nuevos desarrollos urbanos, y proyecta construir hasta 150.000 viviendas para expandir un plano que vivió su mayor ampliación urbanística con el éxodo rural durante el tercer cuarto del siglo XX.
Entre la ciudad central y su corona se da una situación de complementariedad, no de competencia. La dinámica se articula en conjunto, con una ciudad central como foco de atracción, pero con un mayor crecimiento demográfico en las afueras, incluso después de la burbuja. La recentralización de la población se da a través de la corona metropolitana. Getafe, Rivas-Vaciamadrid, Boadilla del Monte y Arroyomolinos, en Madrid, están entre las ciudades españolas que proporcionalmente más han crecido en la última década.
Getafe es la primera de las grandes ciudades de la corona madrileña con un mayor porcentaje de superficie construida en este siglo, más de un 40%, con explosión de crecimiento durante la burbuja inmobiliaria. El 70% de la superficie construida en Rivas se ha levantado después del año 2000; y el 80% en el caso de Arroyomolinos.
Barcelona, equilibrio entre oferta y demanda
Durante la burbuja inmobiliaria se construyó mucha vivienda, pero también había mucha demanda, con los hijos del 'baby boom' formando su hogar y la llegada masiva de inmigración extranjera. Con un limitado crecimiento de población como el esperado y con tanta vivienda levantada recientemente, ¿hará falta seguir edificando? «Ese modelo económico ya se ha agotado porque no habrá demanda demográfica ni turística. Cuantitativamente no va a hacer falta construir», explica Juan Antonio Módenes, investigador del Centro de Estudios Demográficos y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona.
«Lo que se construyó durante la burbuja permitió a los jóvenes acceder a la vivienda en propiedad. Ya no se está construyendo vivienda barata, pero la demanda existe, aunque sea menor, sobre todo en las grandes ciudades para aliviar parte de las tensiones actuales, más aún para los estratos más bajos», sostiene Módenes. «El problema es qué tipo de vivienda. Hoy son inconcebibles modelos de alta densidad como los que se dieron durante el franquismo en zonas como Vallecas, en Madrid, o Santa Coloma, en Barcelona, como forma de construir muy barata para los agentes inmobiliarios, sin espacios, sin parques. Una vivienda tan barata no habrá», sostiene Módenes.
«Hay que pensar bien el tipo de vivienda construida para que no haya de nuevo distorsión entre oferta y demanda», señala Fernando Moliní, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid. Las agendas urbanas promueven las ciudades compactas, ya que las dispersas son «ineficientes en prácticamente en todo: consumo de suelo, consumo energético, desplazamiento en vehículo privado». Sin embargo, proporcionan una «alta calidad de vida» y, por tanto, sostiene, tienen sentido como parte de las ciudades, de manera limitada, para evitar la pérdida de población hacia otros municipios.
Barcelona, sin espacio físico para crecer, ha planteado un plan de estabilización. Tan solo el 10% de sus edificios son posteriores al año 2000, la proporción más baja entre las capitales de provincia españolas, según el análisis de los datos del Catastro. En Barcelona y su corona inmediata se concentra una de las mayores densidades de población de Europa, pero su segunda corona ofrece mayor dispersión. «La política generosa en suelo urbanizable en la primera década del siglo XXI dio lugar a un tipo de urbanización muy consumidora de suelo, como la vivienda unifamiliar. La mancha urbana creció más que la población», explica Cebrián. En Sant Cugat del Vallès, satélite de Barcelona, el quinto municipio más rico de España, la mancha de viviendas unifamiliares es extensa.
En cualquier caso, como apunta Moliní, la mayoría de las ciudades españolas son fundamentalmente compactas. «El 'boom' fue más denso de lo que parece. El crecimiento en ciudades superó la densidad de las propias ciudades», señala Hernández Aja.
Valencia, exponente de la 'burbuja inmobiliaria'
En Valencia, una provincia que simbolizó como pocas la burbuja inmobiliaria, el mayor crecimiento ocurrió en ciudades satélites sin costa. Paterna es, después de la capital, la ciudad valenciana con más metros cuadrados construidos después del 2000; más del 40% de la localidad. Y creció hasta convertirse en la cuarta ciudad más poblada de la provincia. Seis de las diez ciudades valencianas con más habitantes son satélites sin salida al mar.
Valencia crece fundamentalmente por su periferia, y la misma capital se ha recuperado en el último lustro del breve declive demográfico durante la crisis. No obstante, su mayor expansión urbanística, como en la mayoría de las capitales españolas, ocurrió durante el último cuarto del siglo XX. Este periodo es el de mayor urbanización en el conjunto de España: el 36% de la superficie en pie se construyó entre 1975 y el 2000. Entre las grandes urbes, tan solo Madrid y Barcelona vivieron su mayor explosión urbanizadora entre 1950 y 1975, con una inmigración interna más temprana.
Sevilla, donde la capital no deja de perder habitantes
Más llamativa aún es la balanza demográfica del área metropolitana de Sevilla. La capital andaluza ha perdido más de 18.000 habitantes durante la última década. Sin embargo, su corona ha crecido por miles, con Dos Hermanas a la cabeza, seguido de Mairena del Aljarafe, Bormujos, Alcalá de Guadaíra y Mairena del Alcor; municipios de enorme expansión durante la burbuja. El 63% de la superficie construida en Bormujos es posterior al año 2000; y el 40% en el caso de Dos Hermanas o Mairena del Aljarafe. Mientras que en Sevilla capital, solo el 18% de los metros cuadrados construidos tiene menos de dos décadas, muy por debajo de la media española (27%).
«A las ciudades no les conviene perder población, porque supone una pérdida económica y un aumento de viviendas vacías. El 'marketing' urbano ha crecido y seguirá creciendo de todas las formas posibles, como los impuestos, la red de transporte o la sostenibilidad. Cada vez hay más competencia entre ciudades porque es más fácil compararlas gracias a la variedad de indicadores», apunta Moliní.
Murcia, una ciudad del siglo XXI
Ciudades compactas o dispersas, 'vivir la ciudad' o vivienda unifamiliar, centro o periferia, de nueva construcción o rehabilitada, crecer o consolidar. Murcia es la primera gran ciudad española cuya mayor proporción de superficie construida es en el siglo XXI, con su peculiar trama repartida entre la huerta. Murcia es la séptima localidad española por población, la ciudad del 'top diez' que más ha crecido en la última década, y la capital de una de las provincias con mayor crecimiento demográfico esperado según las proyecciones del INE.
Ciudades en declive
«La situación más desfavorable la sufren las ciudades medias interiores, ya que son las menos dinámicas en población y renta, con los efectos perversos que eso tiene para las zonas rurales más desfavorecidas, que dependen de estos núcleos como potenciales dinamizadores de su territorio», apunta Cebrián. «Estas dinámicas no se ven corregidas por las políticas estatales o regionales, incapaces de remediarlo, pese a la retórica institucional dirigida a los espacios de ruralidad alta. Hace falta que se traslade actividad a las ciudades medias interiores, de otro modo la España vaciada no tendrá oportunidades de amortiguar sus dinámicas negativas y de cambiar sus tendencias regresivas», propone el experto en dinámicas de urbanización.
León es la capital que proporcionalmente ha perdido más población desde el comienzo del siglo. Aunque hay matices. Parte del estancamiento demográfico se compensa con el crecimiento de su corona o de municipios cercanos. Las ciudades medias crecen por su periferia, incluso las que están en declive. En el caso de León, con los crecimientos de San Andrés del Rabanedo y, sobre todo, Villaquilambre, que en los últimos veinte años ha duplicado su población y su superficie urbanizada. A pesar del declive demográfico, la cuarta parte de la superficie urbanizada de León tiene menos de dos décadas.
En Valladolid ocurre una situación similar. La capital ha perdido 14.000 vecinos en la última década, pero en parte quedan compensados por los más de 5.000 que gana Arroyo de la Encomienda, una localidad con el 80% de su superficie urbanizada a partir del año 2000. La compensación demográfica, no obstante, no cubre la pérdida de población de la provincia ni en León ni en Valladolid ni en la mayor parte de Castilla y León. Las proyecciones del INE a 15 años apuntan a un retroceso en todas las provincias de la región salvo Ávila y Segovia, limítrofes con Madrid.
En Ourense, la corona tampoco compensa la pérdida de la capital. Aunque sus periféricas Barbadás y San Cibrao das Viñas sean de los escasos municipios de la región con crecimiento demográfico, ni de lejos sirven para equilibrar la pérdida de población. La provincia, según las proyecciones del INE, seguirá viendo marchar habitantes. En Ourense, no obstante, a diferencia de otras ciudades en declive de población, el porcentaje de superficie construida en este siglo está entre los más bajos de las capitales españolas.
No ocurre igual en otras ciudades en retroceso. En Oviedo, por ejemplo, un tercio de sus edificios tiene apenas dos décadas. La capital asturiana es una de las capitales de provincia con mayor proporción de edificación en este siglo sobre el total de la ciudad. Oviedo no es un caso único. Cáceres y Badajoz cuentan con proporciones similares de superficie construida a partir del año 2000 a pesar del retroceso reciente demográfico y previsiones poco halagüeñas también para toda la provincia.
Construir donde no cabe nadie más
¿Ciudades en declive que siguen construyendo? «Los ayuntamientos siguen haciendo la misma práctica: atender las demandas del sistema inmobiliario, que no siempre están justificadas desde el punto de vista de la oferta», apunta Hernández Aja. «Se necesita un mayor equilibrio en rehabilitación y no tanto en obra nueva. Todo lo que crecemos supone un costo de funcionamiento. Los ayuntamientos se sienten muy tentados para promover la construcción y atraer inversores. Les asusta más la inmediatez que el largo plazo, y dan por buenos solo los aspectos positivos de los estudios ambientales, sociales y económicos», lamenta el catedrático de Geografía de la UPM. «Mientras haya dinero que se quiera ir a las viviendas, los constructores seguirán queriendo construir. Más aún cuando han estado tantos años paralizados», vaticina Moliní.
En el lado opuesto, Cádiz, sin espacio físico para crecer, es la capital con mayor proporción de superficie construida hace más de un siglo, un 22%; y, a su vez, la segunda con menor proporción de edificación en el siglo XXI (un 14%), solo superado por Barcelona. Cádiz es la ciudad mayor de 100.000 habitantes que más población ha perdido desde el año 2000 y continúa cediendo población; una caída compensada en la provincia por el crecimiento de las otras localidades de la Bahía.
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