La guerra estalla en los Testigos de Jehová

Unas acusaciones que ahora están saliendo a la luz en el juicio que comenzó el martes en Torrejón de Ardoz, a través de los testimonios tanto de la defensa como de la acusación. Lo sorprendente es que, en contra de lo que se pudiera pensar, los papeles están invertidos y es la propia confesión religiosa de los Testigos de Jehová la que ha denunciado a quienes se sienten víctimas de sus acciones y se han asociado para tratar de defender sus derechos.

«Lo que quieren conseguir es que desaparezca nuestra asociación», afirma a ABC su presidente, Israel Flórez, que estuvo vinculado hasta los 31 años a la confesión religiosa. «Somos una asociación tan débil que ni teníamos cuenta corriente, pero lo que les molesta es que por primera vez en España nos hemos agrupado para contar lo que hemos vivido dentro de los Testigos de Jehová», explica Flórez que añade, que lo que pretende la entidad religiosa con esta demanda es «que no se sepa lo que está pasando dentro».

Una idea que reafirma Carlos Bardavío, el abogado que ha asumido la defensa de la asociación. «Es un caso muy interesante, porque hay personas que se consideran víctimas y lo que hacen es contar su experiencia. Lo que pretende la confesión es destruir a la asociación».

Según Bardavío, buena parte de estas historias personales de las víctimas ya han sido publicadas por los medios de comunicación. «¿Por qué no han demandado nunca a esos medios?», se pregunta de forma retórica. «Lo que quieren es evitar que esas víctimas se organicen, cojan fuerza y difundan por redes sociales su experiencia».

En efecto, según la demanda presentada por los Testigos de Jehová en los juzgados de Torrejón de Ardoz, la confesión religiosa les reclama un presunto delito al derecho al honor a la asociación de ex adeptos, y le pide que cese «en la divulgación de comentarios o informaciones» a través de cualquier medio, aunque cita expresamente las páginas de Twitter y Facebook de la entidad. Así, pide el cese de de esos comentarios y la «extinción» de la asociación.

Sin embargo, la demanda, a la que ha tenido acceso ABC, no cita ningún caso concreto en que vea infringido ese derecho al honor, sino que entiende que ese «ánimo difamatorio o denigrante», se encuentra en el propio nombre de la asociación y en el uso de la la palabra víctimas, «dando a entender de forma específica que tal religión genera una serie de víctimas», especifica la demanda. También reseña que la inscripción de los propios estatutos, así como el dominio de su web y los nombres de sus redes sociales –que en realidad son el mismo nombre de la asociación– suponen «una denominación denigrante e injuriosa».

Para Joan Comas, portavoz de los Testigos de Jehová, se trata de una demanda «presentada por la confesión y otras personas a título individual, por difamación y por difundir mentiras descaradas, como que no respetamos la ley o que encubrimos crímenes». Según Comas, las afirmaciones realizadas por los ex adeptos «han tenido como consecuencia los ataques vandálicos en varios locales de culto, como pintadas en las fachadas acusándonos de los peores crímenes».

En ese sentido, el portavoz afirma que desde la confesión religiosa temen que ocurra «lo que ya ha pasado en Rusia, donde se empezaron a permitir este tipo de acusaciones contra los testigos de Jehová y eso derivó en que acabaran siendo prohibidos y perseguidos brutalmente».

«Parece increíble que sea la propia secta la que lleve a los tribunales a sus víctimas», explica a este diario Luis Santamaría, miembro de la Red Iberoamericana para el Estudio de las Sectas (RIES). Para este experto, no se trata sólo de «acallar las críticas». «Lo que las víctimas hacen al dar su testimonio no es una crítica a la organización sino mostrar parte de la realidad que esa secta quiere ocultar», puntualiza.

Las experiencias que narran los ex adeptos son variadas: abusos a menores que no se denuncian y se dejan «en manos de Jehová», mujeres maltratadas que no rompen la relación porque el divorcio las expulsaría del grupo, padres que acusan a sus hijos de «apostatas» y les niegan la palabra por dejar la organización... Aunque todos coinciden en el «ostracismo» al que se ven sometidos los que finalmente dan el paso de salir.

«Cuando estás dentro no te cuestionas nada, solo te relacionas con ellos, cuando te marchas pierdes todas tus amistades», afirma Gabriel Pedrero, delegado en Madrid de la asociación. «Realmente somos víctimas, nos acusan de apóstatas e impiden que hasta nuestros familiares nos dirijan la palabra, tenemos que nacer de nuevo, empezar sin la guía de nadie», añade.

Una situación que, según denuncian, lleva a muchos a postergar o disimular su salida, y que provoca problemas de salud mental e incluso intentos de suicidio. Situaciones que irán saliendo a la luz en las próximas sesiones del juicio, programadas para el 22 de noviembre y el 1 y 15 de diciembre. De momento, han declarado cuatro testigos propuestos por la acusación, la entidad religiosa, pero está previsto que lleguen a intervenir un total de 24, 12 de cada parte. Una oportunidad para que la realidad de lo que ocurre dentro de los Testigos de Jehová se ponga sobre la mesa, y, además, en sede judicial.