Los cementerios de coches y desechos que crecen en la zona cero de la tragedia

Estos profesionales voluntarios apoyan el trabajo de las más de 70 grúas y los cien efectivos que ha desplegado la Red de Empresas de Ayuda en Carretera, según detallaron a Efe. Cargan uno a uno cada coche, furgoneta o camión, lo que toque, y lo llevan a los desguaces improvisados que no dejan de crecer (también en altura) en parcelas habilitadas para este fin en las afueras de cada uno de los pueblos afectados. Algunas eran antes descampados, otras campos de fútbol y hasta jardines que quedaron cubiertos por el barro. «Lo primero es empezar a retirar vehículos amontonados de cualquier manera para empezar a limpiar. Las calles antes eran un desguace, pero mañana serán transitables», cuenta con ánimo Ángel. Ellos trabajan a las órdenes de los Puestos de Mando Avanzado que reparten cada día las zonas a despejar. Ya han transportado vehículos desguazados en lugares y posiciones imposibles de Alfafar, Ribarroja, Sedaví, el centro comercial de Bonaire...

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Estos cementerios improvisados de vehículos componen una de las imágenes más evidentes de la tragedia. El de Paiporta, uno de los municipios que sigue semienterrado en el lodo, acumula ya cuatro pisos. Los vigilantes municipales de estos garajes improvisados dicen que cada día entran casi un centenar de vehículos. Ahí todo está para llevar al desguace. Algunas grúas apuntan la matrícula y en otras ni siquiera pueden llevar un recuento de los coches completamente inutilizados.

El trajín en estos puntos es tal que muchos vecinos, para evitar que las grúas retiren de las calles automóviles que aún funcionan, han optado por poner carteles que rezan: 'No retirar, aún funciona'. Por supuesto, esta finca situada a orillas del barranco del Poyo, junto a la antigua feria de la ciudad, no es la única que hay ni siquiera en Paiporta, donde se han habilitado varias parcelas más para ir retirando vehículos. Y no es la única localidad que cuenta con varios cementerios de vehículos, también hay desguaces improvisados enormes en municipios como Alfafar o Benetúser.

Algunos propietarios –cuentan los vigilantes de estas montañas de chatarra– acuden a ellos para tratar de buscar sus coches y hacerles unas fotos que enviar al seguro, aunque en una situación normal suelen ser los peritos los que acuden a hacer esas inspecciones y trasladan sus resultados a los propietarios. En el caso de la DANA, eso sí, el veredicto que más se repite es el de siniestro total. Según el Consorcio de Compensación de Seguros, dependiente del Ministerio de Economía, las primeras indemnizaciones fueron abonadas el pasado miércoles.

Entre los dueños de estos vehículos no solo h ay empresas y particulares, sino también casas de automóviles que tenían en stock vehículos sin estrenar. En Sedaví, por ejemplo, hay más de 30 concesionarios que también arrasó la riada. Faconauto, la patronal de los concesionarios de España, estima pérdidas de 490 millones de euros por la DANA.

Aunque las montañas de vehículos sean muy aparatosas, los gruístas no creen que aparcarlos temporalmente en las afueras de las ciudades vaya a suponer un riesgo de contaminación inmediato. «Algunos pueden tener alguna fuga de aceite y eso es peligroso en sí mismo», admite Ruiz.

Entre estos puntos situados en el interior de la zona cero y el ZAL, la Zona de Actividad Logística del Puerto de Valencia habilitada por la Generalitat para remolcar los vehículos retirados de vías principales muy afectadas, como la V-30 y la V-31, se han habilitado cerca de 70 aparcamientos para chatarra improvisados. Desde la Asociación de Desguaces de la Comunidad Valenciana (Adecova) alertan de que no tienen capacidad para gestionar semejante volumen de vehículos, aunque por ahora han ampliado sin límites y durante seis meses los topes que los desguaces tradicionales pueden recepcionar.

Las montañas de coches no son los únicos residuos que llegan a alcanzar los cinco metros de altura. De manera provisional, los ayuntamientos están utilizando también sus propios solares, e incluso los de particulares, para retirar de las calles la acumulación de muebles y utensilios bañados en lodo que van sacando de bajos y negocios. Hasta ayer no se vieron demasiados contenedores de obra en las calles de los municipios afectados, pero la presencia de excavadoras y camiones cargando con estas toneladas de deshechos para llevarlas a puntos limpios improvisados comienza a ser continua. Es la única forma de tratar de sacar poco a poco el olor a barro y muebles llenos de podredumbre que se percibe en las calles más estrechas.

Por el momento, explican desde el ayuntamiento del municipio de Aldaia, no han podido ni clasificar estos residuos, pues «la prioridad es sacar lo máximo que se pueda del pueblo, donde aún nos queda mucho trabajo».

La Generalitat asegura que ha puesto en marcha un plan especial para gestionar las 2.500 toneladas diarias de residuos que recoge cada día de las zonas dañadas. Por la mañana, aseguran, se recogerán los enseres de los diferentes cascos urbanos para depositarlos en parcelas habilitadas en el exterior de los municipios. Desde ahí, los acopios serán trasladados al vertedero de Los Hornillos y, en caso de que sea necesario, también al de Guadassuar, así como a canteras autorizadas.