El negocio de la compra-venta de sangre quiere instalarse en España
La caída de las donaciones en EE.UU. altera el suministro mundial de hemoderivados, un tratamiento al alza
España defiende el modelo altruista mientras el pago para evitar el racionamiento avanza ya en Europa

Los hemoderivados (fármacos obtenidos a partir de sangre y plasma humano) se han convertido en uno de los tratamientos más demandados para luchar contra una gran variedad de enfermedades ligadas al sistema inmunológico. Sin embargo, el éxito de estas terapias se ha dado de bruces ... con una escasez creciente de plasma en todo el mundo que quiere resolverse pagando a los donantes por su sangre . En Estados Unidos y algunos países europeos es una práctica legal, pero no lo es en España. El país líder en donación y trasplante sigue las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para evitar la explotación de las personas más vulnerables .
Pero el movimiento para cambiarlo ya ha empezado. Según ha sabido ABC, el Instituto Ostrom ha emprendido una discreta ronda de contactos políticos (en el seno del Gobierno y con varios grupos parlamentarios) para remar a favor de un cambio regulatorio que permita pagar a los donantes de plasma en España. ¿Objetivo? Lograr legalizar la compra de sangre.
Este ‘think tank’ barcelonés de corte liberal ha elaborado de la mano del profesor la Universidad de Georgetown (EE.UU.) Peter Jaworski un estudio en el que demuestra que solo un tercio del suministro de plasma en España procede de aportaciones solidarias . El resto se importa de países que sí permiten el pago por donación, principalmente desde Estados Unidos. Actualmente, cinco países con donación remunerada recogen más del 90% del plasma que se usa para terapias médicas en todo el mundo . Esta dependencia en un número reducido de productores puede provocar problemas en la cadena de suministro, alertan tanto en Ostrom como desde asociaciones de donantes y enfermos como la Federación Española de Enfermedades Raras.
«No hay ningún país en el mundo que sea autosuficiente en plasma con un modelo puramente altruista»
«No hay ningún país en el mundo que sea autosuficiente en plasma con un modelo puramente altruista. Todos los países que ahora pueden suministrar plasma a sus pacientes lo hacen gracias a las importaciones de lugares donde sí se compensa económicamente. La evidencia es clara», explica Martí Jiménez Mausbach, vicepresidente y responsable de investigación de Ostrom. A su parecer, el problema es que España ni es autosuficiente ahora ni lo será nunca si las donaciones siguen al nivel actual mientras, en paralelo, la demanda de hemoderivados va creciendo a un ritmo del 6-10% anual .
Además, el incesante aumento de los usos de estas sustancias –actualmente se está testando su utilidad para combatir el alzhéimer y algunos tipos de cáncer– podría hacer que se dispare todavía más su demanda a medio plazo, algo que a ojos de los favorables al pago debería precipitar un rápido cambio de paradigma que evite situaciones de racionamiento como las vividas en el Reino Unido hace escasas semanas.
Otro argumento es la caída de la producción en Estados Unidos , donde la pandemia y los subsidios repartidos por la Administración Trump en las capas de la población que donaba con más frecuencia (principalmente clases bajas) ha hecho caer también la disponibilidad mundial de este recurso usado en el tratamiento de trastornos cognitivos, neuromusculares y hepáticos.
La donación altruista evita la explotación del vulnerable, así como la calidad y la seguridad de la sangre, advierte la ONT
La presión para modificar la legislación que en España prohíbe remunerar las donaciones de plasma, sangre u órganos (ya se paga por el esperma y los óvulos) choca con la cultura altruista que se ha impuesto en nuestras fronteras desde la Guerra Civil, momento en que se institucionalizó la donación. De hecho, quienes donan actualmente no esperan nada más que reconocimiento social y, como mucho, un bocadillo. Así lo expresa Sergio Galindo, uno de los miles de españoles que ofrece su sangre sin cobrar. El suyo es un claro ejemplo del modelo solidario que abandera España. «Dono, mínimo, mínimo, una vez al mes o cada quince días , dependen de si es sangre, plasma o plaquetas. Haciendo un cálculo aproximado, habrán sido más de 350 donaciones en mi vida seguro. Así dicho me parecen muchas, pero es que son muchos años ya…», expone este barcelonés de 49 años. ¿Cobraría por donar? Galindo es claro: «Estoy rotundamente en contra de cobrar por dar sangre o plasma. Somos humanos y tenemos que ser solidarios, creo que si me pagaran, o no aceptaría el dinero, o directamente no iría a donar».

La postura de Galindo coincide con la de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), radicalmente opuesta a un modelo de pago que en países como Estados Unidos se basa en compensaciones que van de los veinte a los cincuenta dólares. «Todas las sustancias de origen humano, ya sea sangre, hemoderivados, tejidos, células u órganos, deben ser objeto de donación altruista y no remunerada. Este principio, promovido por la Organización Mundial de la Salud, el Consejo de Europa y de la UE, pretende garantizar el respeto por derechos humanos fundamentales , evitando la explotación del vulnerable, así como la calidad y la seguridad de la sustancia donada», explica a ABC la directora de la ONT, Beatriz Domínguez-Gil. Desde los bancos de sangre españoles añaden que lograr la ansiada autosuficiencia en plasma no es inalcanzable si se insiste en las campañas de donación.
Las donaciones aumentan
Lluís Puig, hematólogo del Banco de Sangre y Tejidos de Barcelona, reconoce que el objetivo es depender cada vez menos de las importaciones de estos tratamientos. «De la misma forma que hemos demostrado éxito en la donación de sangre, médula y hasta de leche materna, podemos conseguir más plasma. Nosotros hemos superado muchos retos, el primero, que no faltasen nunca productos sanguíneos en los hospitales, tampoco en la pandemia. En los últimos veinte años no se ha suspendido ninguna operación quirúrgica por falta de sangre , eso se ha hecho solo con donaciones voluntarias», defiende. Además, asegura que las donaciones ya están aumentando, algo que le permite mostrarse moderadamente optimista.
Los defensores del modelo de pago ven poco realistas los planes de los bancos de sangre de España y ponen de ejemplo a la República Checa, donde la donación remunerada fue legalizada hace quince años. Desde entonces, se ha disparado allí la obtención de plasma. Con este salto, el país ha dejado de ser un importador y se ha convertido en potencia exportadora.
Un negocio al alza
La venta de plasma y la producción de hemoderivados es un negocio muy rentable. Lo saben bien en Grifols, la farmacéutica barcelonesa líder mundial en la producción de estos tratamientos. Solo el año pasado, la compañía obtuvo unos beneficios de más de 610 millones de euros .
Para asegurarse el suministro de su materia prima, la firma ha creado una capilarizada red de puntos de donación remunerada. En total, tienen hoy más de 340 centros: 289 en EEUU y otros tantos en Alemania, Austria y Hungría. Desde Ostrom, niegan que Grifols esté detrás de las presiones para cambiar la legislación en España aunque fuentes de la firma resaltan a ABC que el modelo de pago ha demostrado funcionar «muy bien». «Grifols apoya cualquier modelo que asegure una donación regular y recurrente» , apunta un portavoz de la compañía, que añade que España no es hoy autosuficiente como tampoco lo son la mayoría de los países europeos. «Debemos tender a la autosuficiencia y no depender de terceros», advierten desde la empresa catalana. Sin poder pagar a los donantes, en España, Grifols ejerce de ‘molinero’, es decir, reciben el grano, en este caso el plasma que aportan los españoles altruistamente, lo convierten en harina (hemoderivados) y devuelven el producto acabado al sistema público tras un pago por los servicios.
«Un camio de legislación sería poco ético y contrario al principio de dignidad»
Frente a la visión economicista de los favorables al pago, la negativa rotunda de muchos expertos en bioética, que apuestan por reforzar el modelo solidario que ha hecho que España sea, a día de hoy, una de las primeras potencias mundiales en donación de sangre y órganos . Vicente Bellver, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Valencia y miembro del Comité de Bioética de España es claro: «Quienes están dispuestos a comerciar con partes de su cuerpo son siempre personas con problemas para satisfacer lo más básico que ponen en juego su integridad y su corporeidad por dinero. Crear un marco regulatorio que legitime que personas puedan someterse a la explotación no me parece lo más adecuado para una sociedad democrática que debe buscar condiciones de vida dignas para todos».
A ojos de Bellver, un cambio en la regulación no sería inconstitucional, pero sí contraproducente, poco ético y contrario al «principio de dignidad» de todo ser humano.
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