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Adrián Daine, autor de 'Illo': «Puse mucho cuidado en los diálogos, quería que fuera una novela muy sevillana»

El autor sevillano Adrián Daine se estrena este año como escritor con la novela 'Illo' (Editorial Dieciséis), un thriller con tintes de wéstern que gira alrededor de una venganza y dos bandos enfrentados

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Adrián Daine en la Feria del Libro de Sevilla. ABC

E. M. Malpartida

Sevilla

Hace unos años, Adrián Daine (Sevilla, 1980) bromeaba con escribir un libro que se titulara 'Illo' y que recogiera todos los significados de la palabra, según su entonación o su repetición. Hoy, puede decir que el libro lo ha escrito, aunque su interior alberga una idea muy diferente: una historia de venganza. Una novela donde la palabra «illo» también encuentra distintos significados y significantes, según quién y cómo la pronuncia.

«Titular una novela así me parecía una idea potente, me parecía guay», confiesa Daine. «Sé que no es una palabra exclusivamente sevillana, pero cuando yo vivía en Madrid y me llamaba alguien por teléfono, si era alguien de allí le decía hola qué tal, pero si era alguien de Sevilla decía illo qué o illa qué. Mi gente de Madrid se reía porque sabían que estaban a un nivel diferente, que no eran illo o illa».

Pero esa palabra, en esta novela que se publicó el pasado mes de noviembre, es algo más que el título; aparece como una fuente más de contexto para entender a los personajes y sus emociones. Desde dos hermanos que buscan tender un puente y rebajar la tensión, a dos enemigos que se niegan el derecho a llamarse así por lo que implica la palabra: «En el libro se nota, Julián [el protagonista] en un momento llama a su hermana illa y es una forma de que haya un entendimiento… Genera una sensación de camaradería, de cercanía. A mi gente de Madrid los quiero un montón, pero no se me ocurre decirles illo, qué pasa».

Son este tipo de detalles los que dan a entender que la novela contiene una historia que no solo sucede en Sevilla, sino que también es muy sevillana. «Del estilo tiene la culpa Fernando Mansilla y su 'Canijo', me flipó y quería hacer algo así, no lo he conseguido porque la suya es una obra mayúscula, pero es lo que me dio el chispazo para hacerlo de esta manera».

Un thriller muy sevillano

Daine quería que la suya fuera una historia con arraigo. Para ello, los personajes tenían que hablar como se habla aquí, pero también actuar y pensar como lo hacemos aquí. Además, debía resultar creíble. «Quería que fuera una novela sevillana, que lo leyeras y notaras que los personajes eran de Sevilla y eso es algo muy complicado. Hacer que un personaje sea creíble por sus diálogos es muy difícil. Para mí era importante que se leyera y la gente pudiera verse reflejada o decir conozco alguien que habla así», explica el autor. «Más que nada, que se notara en las actitudes que tienen ciertos personajes sobre cómo enfrentarse a ciertas cosas, sus conclusiones».

La primera escena es el germen de todo: Julián Albareda está borracho, pidiendo una cerveza detrás de otra. A su alrededor, los parroquianos le observan, temerosos de que todo salte por los aires en cualquier momento. Alguien entra por la puerta y, muerto de miedo, le increpa: «Illo...». Su padre ha muerto, le dice, pero él lo niega: su padre no ha muerto, a su padre lo han matado.

«Recuerdo la escena de Julián, tenerla ahí, pero no de dónde salió», confiesa Daine. «Me pareció guay para empezar un relato, un libro y a partir de ahí empecé a tirar del hilo. La idea era hacer que Julián fuese de Triana al Virgen del Rocío andando y encontrándose con otros personajes, todo iba a girar en torno a él, pero luego cuando decidí darle el giro se convirtió en una novela más coral».

Así, el lector encuentra en 'Illo' una historia que comienza con una declaración de venganza, pero sobre la que se van acumulando capas de drama, tensión y violencia. Lo que parece una aventura a lo llanero solitario es en realidad una suerte de wéstern coral donde una serie de personajes van llevando al lector por una ciudad —vendida a la turistificación— donde dos bandos enfrentados se buscan las cosquillas tras la muerte de un viejo cabecilla.

«Empezó como thriller, pero cuando decidí meterle la capa del drama y enfocarme en ello y darle el protagonismo que se merecía, no sabía si el tema del thriller me funcionaba o me iba a molestar. No sabía cómo hacerlo», reconoce Daine. «Al final decidí mantener ese tono de thriller y creo que funciona bastante bien. Ya tenía a los mafisos y de ahí me vino esa inspiración, quería hablar de la turistificación así que esa iba a ser su ocupación, explotar pisos turísticos de manera mafiosilla».

Librero, camarero y autor novel

Hace ya algún tiempo, mucho antes de tener en mente esta novela, Daine intentó entrar en la vida universitaria, pero pronto descubrió que aquello no era para él. Luego quiso estudiar fotografía en Madrid, aunque se vio obligado a trabajar como camarero para poder hacerlo. Aquello no funcionó y al poco se volvió a Sevilla. La hostelería se conviritió en su principal ocupación hasta la pandemia, cuando comenzó a trabajar —además de camarero— como librero en la Casa Tomada, donde la novela pasó de ser una idea en un cuaderno a un borrador que apuntaba maneras.

«Ahí fue cuando encontré el espacio mental para empezar la novela que tenía rondando en la cabeza desde 2015 o 2016», aclara el autor. «En aquel año tuve una primera idea que es básicamente el primer capítulo. Se me apareció esa escena en la cabeza y empecé a tirar del hilo para ver hasta donde llegaba. Tuvo un alcance corto porque luego me bloqueé. La empecé nueve o diez veces desde entonces porque no lo tenía claro. Al final salió porque la librería me dio cierto espacio mental y cierto tiempo y otra motivación».

En 2022, Daine termina el primer borrador y lo pasa a unos amigos y contactos, quienes le animan a moverlo entre las editoriales. Solo responde una, para decirle que no, pero a la vez esta recomienda el borrador a otra editorial donde podría encajar mejor su historia: «Fue una respuesta muy bonita, la verdad, podían no haber respondido, pero luego ellos me recomendaron a Editorial Dieciséis, que son quienes me publicaron al final. Fue un no, pero fue bonito porque sus razones para no publicarme no tenían que ver conmigo ni con la novela».

Al principio, cuando les envía el manuscrito a la editorial sevillana, Daine piensa que no lo van a publicar: «Estaba en un momento personal muy machacado, pero me llamaron a principios de verano y me dijeron: la sacamos. Ha sido rápido y vertiginoso, pero estuvo bien porque han cuidado mucho la novela y a la hora de los cambios que había que hacer respecto al manuscrito lo han hecho con muchísimo cariño y se notaba que querían que saliese lo mejor posible. Estoy muy contento, la verdad».

Aunque el libro existe en el ecosistema de la ficción, las inspiraciones autobiográficas salpican cada párrafo, cada escena y cada personaje del libro: «Casi todos los personajes masculinos surgen de personas que me he cruzado a un lado u otro de la barra en los bares en los que he trabajado: actitudes, pensamientos y reflexiones sobre ciertas situaciones, todo eso me lo he encontrado en los bares».

Dentro de esa dimensión con referencias autobiográficas encontramos detalles de Sevilla que sirven como pilar para construir el tono y la identidad sevillana de la novela. Un ejemplo de ello es esa frontera mental tan sevillana de quienes habitan a uno u otro lado del río: «En un principio no se iba a salir de Triana en la novela, pero me di cuenta rápido que no podía ser así. Triana me ha gustado siempre como barrio. Me hacía gracia esa forma de hablar medio en serio medio en broma de la gente de Triana, que cuando cruza el río dice 'bueno, me voy a Sevilla', ese espíritu es muy trianero», relata.

«Sí que encuentro en el libro esa frontera a la hora de cruzar el río. No quería que el libro fuera una postalita. Para que la gente se pudieraidentificar quería que Sevilla tuviera personalidad y de ahí la división de los dos bandos enfrentados, de las dos formas de entender la ciudad».

El autor ha procurado que en el libro estén presentes todas esas sombras que emergen de la turistificación, de esa forma de ver y entender esta ciudad y, sobre todo, cómo esta ha ido cambiando desde 1992 (un año clave en la trama de la novela) hasta el día de hoy. En un momento dado, incluso, uno de los personajes llega a exclamar: «...los primeros que quieren vender Sevilla son los sevillanos, pero que no les toquen la Semana Santa».

En este sentido, para Daine esa frase quizás es «un poco dura», aunque la haya escuchado muchas veces y la haya reflejado así, en boca de uno de sus personajes: «En Sevilla se hacen un montón de cosas. Al final, se nota una cierta predominancia porque a la propia Sevilla no le importa que se hagan otras cosas, pero que la punta de lanza debe ser la Semana Santa». Aunque, por supuesto, para el autor tampoco se escapa la propia Semana Santa de la turistificación: «Hubo gente que pensó que esto se iba a llenar de turistas y no iba a afectar a la Semana Santa y eso es falso. Vas a tener un montón de guiris viendo al Cristo de la Redención, a eso se refiere la frase».

De hecho, Daine habla desde su amplia experiencia como camarero, atendiendo tras la barra no solo a parroquianos autóctonos, sino también a foráneos y turistas: «Teníamos gente en el bar que salía del hotel, echaba la mañana en Sevilla y luego entraba a la una en el bar y no se iba hasta las diez de la noche», explica el autor sevillano.

«Desgraciadamente, esto se está notando en cómo la ciudad se está preparando para este tipo de turismo, que Sevilla sea una ciudad turística de paso. Como no te tengo que fidelizar, no me voy a preocupar de los precios o si la calidad de la comida te parece floja y luego pasa que los sevillanos vamos y ese montadito de pringá congelada nos lo vamos a comer también».

Esta es una capa más de todas las que componen esa historia que va desde Triana a Los Bermejales y que va metiendo al lector poco a poco en la vida de unos personajes con los que perfectamente podría cruzarse por la calle. «A la gente parece que le está gustando», reconoce contento el propio autor. «Me gusta que a veces le sacan cosas a la novela que yo no era consciente de haber puesto. Interpretaciones, formas de hablar de los personajes… amigas que me han dicho que los personajes femeninos, que para mí eran muy importantes, están muy conseguidos, por ejemplo. Me ha alegrado saber ese tipo de cosas».

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