8 de marzo
Mujeres decididas y luchadoras toman el mando en la sanidad
Las mujeres han roto en los últimos años casi todas las barreras en los colectivos sanitarios y están tomando el mando en los hospitales y los grupos de investigación
En el Virgen del Rocío sólo queda un sector, el directivo (el 0,2 por ciento de las plantillas hospitalarias), en el que los hombres sean mayoría y en todo el Servicio Andaluz de Salud , las mujeres directivas cercan ya al ... tradicional dominio masculino (48,03 por ciento). Las mujeres han conquistado el sector sanitario en una proporción de tres a uno y en dos de los tres principales hospitales públicos sevillanos hay ya una directora-gerente y una directora médica. En otros dos privados (San Juan de Dios del Aljarafe y San Agustín ) hay otras dos al frente. Recordamos con ellas y con una jefa de Enfermería, una investigadora, una uróloga y la primera mujer guía del Virgen del Rocío que arropa a las sanitarias que sufren agresiones el Día Internacional de la Mujer. Las seis desmontan algunos de los tópicos más extendidos como la discriminación laboral de las mujeres o que a los hombres les cueste más ser dirigidos por mujeres; sin embargo, todas reconocen que la maternidad no les ayudó en su éxito profesional. Todas, salvo una, tienen hijos y lo lograron. El año de la peor pandemia en cien años ha sido difícil para todo el mundo pero para las mujeres que trabajan en el sector sanitario lo ha sido por doble motivo : han visto de todo y tomado decisiones difíciles.
Charo Amaya, directora médica del V. del Rocío
La doctora Charo Amaya
A Charo Amaya , directora médica del Virgen del Rocío , se le daban muy bien las matemáticas y sus profesores querían que escogiera alguna carrera relacionada con esta asignatura, pero ella le dijo a todo el mundo que estudiaba Medicina o no estudiaba nada. No había muchas alumnas entonces (ahora son más que ellos) y en el primer año de universidad decidió que se haría intensivista. Con 19 años un grave accidente familiar la inclinó por esa especialidad en la que los sanitarios bailan con la muerte . Fue una médica intensivista del Virgen del Rocío (eran muy pocas en aquella época) la que le desaconsejó esa especialidad: «Es muy dura para una mujer, Charo», le dijo. «¿Y tú me lo dices?», le preguntó ella. «Por eso te lo digo», le contestó.
No le hizo caso y ya lleva más de dos décadas trabajando en la UCI del mayor hospital de Andalucía , que dirige desde hace varios años. Ahora hay más mujeres que hombres en las unidades de cuidados intensivos. «He vivido mucho allí, muchos pacientes que hemos ayudado a salir y otros que hemos ayudado a morir acompañando a su familia». Dar malas noticias no es plato de gusto pero hay mucha manera de decirlas y quizá las mujeres lo hagamos, en general, con más cercanía y calidez que los hombres», cuenta. Sin embargo, contrariamente a lo que se piensa, no son ellos los que suelen cuestionar el liderazgo femenino . «Los hombres, en general, son más fáciles de dirigir que las mujeres», dice Amaya, que tiene dos hijos ya mayores. «Gracias al apoyo familiar ellos no notaron nuestras guardias o ausencias pero yo sí lo noté. No se me olvidará mi primer día de trabajo tras el nacimiento de mi hijo. Sólo tenía 4 meses y lloré mucho».
Su decisión más difícil vino, no obstante, muchos años después, ya como directora médica: lanzarse junto a sus 8.500 compañeros a enfrentarse al coronavirus durante la primera ola de la pandemia sin saber casi nada del SARS-CoV-2 ni cómo combatirlo. Murieron compañeros suyos, entre ellos un traumatólogo, por culpa del «bicho» y lo pasó muy mal. «Ha sido realmente duro y ya está pasando factura psicológica a muchos de nosotros, pero aquí seguimos y nunca nos rendimos».
Marta Fajardo, Uróloga en el Sagrado Corazón
Marta Fajardo
Cuando Marta Fajardo (35) acabó Medicina y le dijo a su madre que quería ser uróloga, ella penso que era una broma. Marta tuvo que acostumbrarse a que le gastaran bromas y le dijeran que se pasaba la vida «viendo pitos», aunque esos comentarios reflejaran, por encima de cualquier consideración sexista o machista, el desconocimiento general de la especialidad de Urología, incluso por parte de algunos sanitarios. La mitad de los pacientes de Marta son mujeres porque los urólogos no sólo llevan aparato urinario masculino sino también el femenino y tratan cólicos nefríticos, infecciones de orina o tumores renales y de vejiga.
Esta brillante uróloga del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón trata y opera cánceres de próstata (el más frecuente), vejiga, riñón, testículos y pene (el más raro). En Urología no sólo se ven «pitos» pero es una de las pocas especialidades médicas en las que las mujeres siguen siendo minoría. Cuando Marta empezó a estudiar su especialidad, la proporción era de veinte urólogos por cada uróloga en el Virgen del Rocío; ahora son veinte por cuatro , pocas todavía, pero cuatro veces más. «La mayoría de mis pacientes masculinos no tiene ningún problema en tener una uróloga, si acaso los más jóvenes, pero sólo al principio. Lo que quieren es buen profesional que les ayude a solucionar su problema», cuenta.
La ginecología era una profesión principalmente masculina hace treinta años y ahora es al revés. Marta no se considera una pionera pero no cree en especialidades femeninas o masculinas : «Esto es arcaico. Si hay más pediatras mujeres es porque ellas se han encargado tradicionalmente del cuidado de los niños pero cualquier hombre puede tan buen pediatra como una mujer». Marta, que tiene una niña de 15 meses en cuyo cuidado se turnan su marido y ella, cree que la mejor forma de reivindicar el papel de la mujer, más allá de las celebraciones del 8 de marzo, es «reivindicar lo válidas que somos y trabajar día a día con ganas y pasión para demostrar que podemos hacer lo mismo que un hombre». Dice que la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres es una realidad en España «al menos en el ámbito sanitario, el que yo conozco» .
María Jesús Pareja, gerente del Valme
La directora del hospital de Valme, M. J. Pareja
María Jesús Pareja , que ha criado tres hijos de edades muy diferentes (20, 17 y 6) y se considera "hombre orquesta " pues compaginar la dirección gerencia de la mayor area Sanitaria de Andalucía con una familia numerosa y un marido directivo no resulta tarea fácil, trata de desmentir otra creencia muy extendida: «Cuesta llegar mucho a los sitios cuando tienes un físico “agradable” . Lo que puede parecer una oportunidad se convierte en realidad en un hándicap porque te cuesta el doble demostrar que eres inteligente y trabajadora. La directora de Valme, que trabajó como azafata de congresos internacionales durante su etapa de universitaria, inició su carrera directiva en la etapa del PSOE como directora médica en la provincia de Huelva y siguió progresando en la del PP como Gerente del AGSSUR de Sevilla y Coordinando la Red de Laboratorios Clínicos del SSPA se sincera: « La gente piensa que siendo guapa todo es más fácil, pero no es así. Yo ahora, con mis casi 50 años me río de todo eso. Lo que que importa son los resultados de nuestro trabajo buscando siempre lo mejor para nuestros usuarios y para ello es fundamental rodearte del mejor equipo, mi equipo».
Carmen Milla, mujer guía en el Virgen del Rocío
Fue la primera mujer con esta especialidad
Carmen Milla (52) nunca ha dejado de estudiar. Es especialista en Recursos Humanos, administrativa y auxiliar de clínica y pronto acabará la carrera de Psicología . Ha trabajado como celadora y administrativa en los hospitales de Valdepeñas, Tomelloso, Manzanares y Virgen del Rocío, donde ejerce de encargada de turno desde 2016. En el colectivo de celadores hay más mujeres que hombres pero cuando ello empezó a trabajar en el sector sanitario no era así. «Eran muchos más hombres pero la empatía no es cuestión de género y no veo en eso diferencias entre hombres y mujeres», asegura.
Carmen tiene una hija, Alba, cuya crianza le costó mucho compatibilizar con su trabajo desde que se separó de su marido. «En ningún hospital me han puesto inconvenientes por ser mujer o madre pero no es igual para nosotras», dice . En el Virgen del Rocío han apoyado en su estudios:«Me dan días para exámenes o para estudiar cuando los necesito». Carmen acaba de ser nombrada primera mujer personal guía del hospital, una nueva figura que ejerce de acompañamiento a todos los profesionales sanitarios tras sufrir una agresión.
El mejor recuerdo de este duro año de pandemia fue al principio de la tercera ola con una mujer mayor a la que se dio el alta tras más de un mes hospitalizada. «Iba en una silla de ruedas, descalza, y le pregunté por sus zapatos. Tenía que levantarse y andar unos pasos hasta llegar al coche donde le esperaban sus familiares y le dije que se esperara un momento a que le buscara algo, unos papis o lo que fuera. Me preguntó si yo era madre y tras decirle que sí me espetó: “Por fin voy a volver a abrazar a mis hijos, cosa que pensaba que no podría hacer más , y quiero sentir el suelo bajo mis pies”».
El peor momento, que se repitió muchas veces en la primera ola, fue ver a familiares en la puerta de la UCI que no podían entrar a despedirse de ellos antes de morir. «También vi a médicos llorando en los rincones del hospital por las decisiones que debían adoptar con los enfermos que les llegaban en los peores picos de las tres olas. Los ves entonces más como seres humanos que como profesionales».
Teresa Rodríguez, jefa de Enfermería del Macarena
Teresa Rodriguez Paño
La enfermera Teresa Fernández Paño (57), jefa del Bloque de Medicina Interna y responsable de las plantas Covid del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, también ha visto llorar a sus compañeras por los pasillos, abrazadas unas a otras, durante la pandemia. «Nunca te acostumbras al sufrimiento ajeno aunque tienes que seguir», dice emocionada. Recuerda que «la primera ola de la pandemia fue terrible porque no sabíamos nada del coronavirus y los pacientes morían solos. Ni siquiera los familiares se atrevían a visitarlos en las UCI, a pesar de que les dábamos EPI. Tenían mucho miedo». Recuerda que en el hospital los sanitarios se convirtieron en la familia de los pacientes y que pusieron sus nombres en los EPI para que ellos los reconocieran . Su agradecimiento por su dedicación y esfuerzo es lo único bueno que recuerda, aparte del alta de los pacientes que salían de la UCI.
Cuando Teresa empezó a trabajar, apenas había traumatólogas. «Había muchos más médicos que médicas y sólo conocí a una traumatóloga en esa época. Se consideraba erróneamente que para ciertas operaciones de esa especialidad se requería de una fuerza que no tenían las mujeres. No era fuerza sino destreza lo que hacía falta y eso no es una virtud masculina ni femenina».
Esta veterana enfermera no cree que las mujeres sanitarias tengan ningún plus sobre los hombres, ni siquiera el de cuidadoras, que considera más cultural que otra cosa. «He visto a sanitarios cuidar a enfermos igual que las sanitarias. Antes eran siempre familiares femeninos los que se quedaban con el paciente para cuidarlo pero ya no es así y los hombres cuidan igual de bien que las mujeres y se quedan mañana, tarde y noche —asegura—. Si acaso, podemos tener una visión más global del paciente», dice.
A Teresa la transformó su experiencia profesional en Cuidados Paliativos y la entereza de los pacientes terminales . «Las mujeres son más fuertes en emociones, siempre quieren saber la verdad para que le dé tiempo a dejarlo todo organizado», dice. Teresa comenta que no ha sufrido ninguna discriminación laboral por ser mujer, aunque sí algún comentario que hoy podría considerarse sexista o machista. Tiene dos hijos y dice que pudo conciliar el trabajo con la crianza de los niños gracias a su marido. «Él fue mi conciliación», dice. Cuando nacieron, las madres tenían tres meses de baja por maternidad y los padres tres días.
Marta Alarcón, investigadora en Genyo
Marta Alarcón es una de las mayores expertas en lupus de España
Marta Alarcón (59) estudió Medicina pero no ha tratado nunca a pacientes. Su vocación investigadora le ha llevado a convertirse en una de las mayores expertas españolas en lupus . Es investigadora principal del departamento de Genética de Enfermedades Complejas de Genyo (Fundación Progreso y Salud) y dirige desde hace nueve años a un amplio equipo de investigadores. Lidera también 3TR, un proyecto internacional dotado con 80 millones de euros en el que participan 69 instituciones de 15 países .«Las mujeres empiezan la investigación al mismo nivel que los hombres pero van cayendo con el tiempo cuando se casan y tienen hijos. De todas las compañeras con las que empecé quedan pocas en activo La investigación es muy competitiva y exige un tiempo que no es compatible con la crianza», cuenta.
A las que han llegado en los últimos tiempos a su grupo de investigación también las está perdiendo. « Hay genetistasmuy buenas que dejan la investigación por trabajos menos exigentes y mejores horarios cuando tienen niños -dice-. Me da pena ».
Marta se casó con una mujer a la que conoció en Suecia, que tenía un hijo, y fue ella la que se sacrificó para que pudiera continuar su carrera. En Suecia una madre puede estar hasta dos años cuidando de sus hijos y una empresaria sueca le dijo que «lo que tenían que hacer las mujeres para no ver perjudicadas sus carreras es casarse con mujeres». Lo cuenta riendo y añade que algo está cambiando en los últimos años: «De un tiempo para acá observo otra mentalidad en muchos investigadores que son padres y que están dispuestoa a sacrificar o retrasar, si es preciso, sus carreras, para criar a sus hijos . Antes nunca había visto esto», dice.
A Marta Alarcón le resulta igualmente sorprendente que los hombres sean más fáciles de dirigir. «Los hombres son un poco más fieles entre ellos que las mujeres. No nos ayudamos tanto entre nosotras». Dice que no ha sufrido ninguna discriminación laboral en su carrera por su sexo pero lamenta que sus investigaciones sean vistas «con peores ojos» que las de investigadores anglosajones y de los países de Europa del Norte. « La discriminación científica no es de género sino por procedencia geográfica . Tener apellidos hispanos o latinoamericanos es un hándicap para enviar un trabajo a una revista científica».