Episodios locales
El cierre de la Universidad
Tal día como hoy de 1975 se levantaba la suspensión de toda actividad docente decretada por la junta de gobierno ante la ola de protestas estudiantiles en los centros de la Hispalense
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
Al curso universitario 74/75 se le puede aplicar el aforismo: se sabe cómo empieza, pero no cómo termina. Ahí está la foto para acreditar que el miércoles 2 de octubre de 1974, el ministro de Educación, Cruz Martínez Esteruelas (de pie), acompañó al ... rector, Manuel Clavero Arévalo, en la inauguración del curso académico en el paraninfo con asistencia del subsecretario, Federico Mayor Zaragoza. Se dijeron ampulosas palabras que sonaban más vacías que nunca.
Pero a punto estuvo de acabar en febrero. El ambiente en la Universidad era de abierta contestación al régimen con algaradas, pintadas, paros, interrupciones de clases y protestas cotidianas que la autoridad –tan debilitada como la propia salud del dictador– se veía obligada a reprimir sin miramientos. En Sevilla, el conflicto se disparó tras la detención de varios universitarios activistas de izquierda. Hubo asambleas de noche el día 4.
Al día siguiente, «ante la posibilidad de nuevas y más graves alteraciones del orden académico, reiteradamente anunciadas, incluso en asambleas no autorizadas de alumnos», la junta de gobierno decidió «suspender indefinidamente las actividades académicas» en las facultades de Filosofía y Letras, Ciencias, Derecho y Ciencias Económicas y Empresariales además de la Escuela de Arquitectura. Medicina también suspendió clases el día 6.
Esa jornada, hubo un conato de encierro en el seminario, en San Telmo, que no fructificó pero al día siguiente, 7 de febrero, los choques con la Policía menudearon: hubo cargas en Doctor Fedriani para disolver una manifestación de «varios miles de personas» y se abortó un encierro en el Policlínico; disparos con balas de goma contra unas «quinientas a seiscientas personas –en su mayoría estudiantes– que se manifestaban» por la Gran Plaza tras apedrear a los agentes; y carreras delante de los grises y conatos de reuniones cuando los obreros de Recalux abandonaron su encierro en la parroquia de la Candelaria.
La situación se volvió muy tensa. El Colegio de Abogados medió cerca de Clavero para que los alumnos volvieran a las aulas. El lunes 17 de febrero la junta de gobierno acordó reanudar las actividades el jueves 20 si bien advertía que «una reiteración del desorden universitario puede conducir a la aplicación de las más graves sanciones previstas en el reglamento de disciplina vigente». Era un aviso a navegantes que tenía muy presente el cierre de Valladolid: sólo en mayo, el rectorado admitiría examinar a los alumnos en septiembre con clases prácticas en verano. Lo peor llegó el 25 de abril, aniversario de la revolución lusa. Los grises repartieron a diestro y –sobre todo– siniestro. Pero esa es otra historia.
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