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Rubén Olmo: «Cuando llegué a Madrid me encontré con otro flamenco»
El director del Ballet Nacional de España rendirá homenaje a Matilde Coral el Día Internacional de la Danza del próximo año
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Tenía catorce años y en su habitación de la casa familiar del Cerro del Águila había un gran poster del Ballet Nacional de España sobre su cama. Por aquel entonces el jovencísimo Rubén Olmo estudiaba en el Conservatorio de Danza, hacía todos los ... cursillos que podía y bailaba en un grupo aficionado, el Grupo de Danzas Ciudad de Sevilla, con el que hizo varios viajes internacionales.
Con 17 años dio el salto a Madrid para ingresar como bailarín en el Ballet Nacional de España, algo que consiguió. Desde 2019 es director de la compañía institucional, y por cierto, el segundo sevillano. El primero fue Antonio el Bailarín.
Regresa a Sevilla cuando puede, pero en esta ocasión lo ha hecho al frente del BNE para hacer un estreno absoluto en su tierra, 'Afanador', un encargo realizado a Marcos Morau y la Veronal. Nervios y tensión por el estreno y por estar en el Teatro de la Maestranza. «Estar en mi tierra siempre tiene un plus de emoción», dice mientras recuerda una frase de Matilde Coral. «Ella nos comentaba: La danza española y el flamenco se moja en todos los charcos, nunca ha tenido complejos. Y eso hemos hecho con 'Afanador', no hemos tenido complejos de meternos en el universo de Marcos Morau o de Ruven Afanador».
-El Ballet Nacional cumple 45 años, pero usted llegó de aprendiz a la compañía.
-Sí, llegué con una ilusión tremenda. Era el sueño de mi vida. Yo entré en el Nacional con 17 años en enero llamado por Aida Gómez, y al mes siguiente cumplía los 18 y entonces me hicieron el contrato. Ensayábamos 'La Celestina' con Ramón Oller y Adolfo Marsillach. Me dan el papel de Calixto y debuto en el Teatro Real con un streaming en directo para Televisión Española. Ese fue mi estreno en el Ballet Nacional.
-Del Cerro del Águila al Teatro Real.
-Directamente, y eso se lo tengo que agradecer siempre a Aida Gómez, porque tuvo ese ojo de maestra como en su día tuvo Antonio el Bailarín con ella, que fue verla y decir que iba a ser grande. Aida Gómez me apoyó muchísimo. Eran años en los que en el Ballet para subir de categoría tenías que estar muchos años, y yo me enfrenté a un elenco que decía, este niño cómo va a estar en el teatro Real. Fueron momentos muy bonitos y yo tenía un respeto absoluto a todos. Me encontré a Francisco Velasco, bailarín también de Sevilla, que me protegió y fue un hermano mayor para mí. Ahora soy yo quien le dirijo y él se entrega a todo. Siempre he hecho las cosas con mucho respeto y así dirijo el Nacional.
-Cuando llega a Madrid, ¿se encuentra con otro flamenco?
-Sí, con otro flamenco y con otra danza española. En Sevilla se le daba más importancia a la colocación del cuerpo, a la expresión, y en Madrid me encontré con una técnica diferente, la forma de tocar el palillo, los giros y la colocación eran de otra manera..., pero me encontré en mi camino con Aida Gómez y me introdujo esa forma de Madrid.
-Alguna vez ha comentado que ha llegado donde ha llegado gracias al trabajo de su madre.
-Fundamentalmente porque esta profesión no sólo es dura por el trabajo que hace el bailarín, sino porque necesitas una economía muy fuerte. Los cursos eran caros, yo quería dar clases con todos los grandes maestros, Granero, Juanjo Linares, Pedro Azorín, etc. Me iba a Madrid con el Güito, María Magdalena..., y todo eso era mucho dinero, y yo ya en Madrid no me podía sostener. Mi madre financió mi formación y si en ese momento no tenía nada, buscaba otra escalera, otro bloque que limpiar para poder seguir pagándome los cursos. Estoy muy orgulloso de ella. Mis padres vienen a verme al teatro, ven el reconocimiento que tengo..., aunque esta vez no me va a dar ni un puchero porque estoy muy ocupado con el estreno. Pero el próximo martes, una vez acabado el estreno, mi madre vendrá a Madrid.
-Tras su paso por el Nacional abandona el Ballet y se lanza a formar su propia compañía, y empieza una época dura.
-Yo tenía mucha ilusión de formar compañía, pero hice un elenco de muchos bailarines, con mucho dinero. Aporté el piso que me había comprado en Madrid gracias a mi sueldo del Nacional. Hice una gran compañía de momento, no poco a poco. Yo quería otro Ballet Nacional de España, pero privado. Tenía 23 años y me estrellé. Puse todo de la mano de una persona en quien confié y quizás no era quien tenía que estar a mi vera. No le guardo rencor. Perdí mi piso, los vestuarios, todo lo que se compró y lloré mucho. Fue precisamente Antonio Gades en la plaza de Oriente quien me vio tan mal, que a pesar de que no hablaba mucho con los bailarines, me dijo: «Procura que no te pase esto con 40. Te ha pasado con 23 y tienes dos piernas muy fuertes. Eso nos ha pasado a todos los que nos arriesgamos».
-Y se volvió a Sevilla, prácticamente sólo con sus dos piernas fuertes, como le había dicho Gades
-Pues sí, me volví y empecé a trabajar en el tablao Los Gallos y en el Centro Andaluz de Danza, que entonces dirigía Blanca Li. Me llamaron para sustituir a Ángel Pericet en el CAD, donde pude trabajar con Carmelita y Eloy Pericet.
-Un Centro Andaluz de Danza hoy tristemente desaparecido.
-Sí, eso ha sido una pena, porque el CAD ha dado grandes artistas que hoy son primeras figuras de los carteles: Ana Morales, David Coria, Mario Bermúdez... Un gran número de alumnos que han pasado por el Centro Andaluz de Danza están hoy en todos los teatros. En el Ballet Nacional tengo una gran cantera del CAD de varias generaciones. Para mí fue una enorme frustración que la Junta de Andalucía lo dejara caer, porque además, de toda España querían venir al CAD cuando terminaban sus conservatorios. Había una enorme demanda. Que se haya perdido de esa manera es incomprensible. Debería de volver, desde la ciudad de Sevilla y Andalucía se debería pedir que volviera ese centro.
-Cuando llega de director al Ballet Nacional de España, tras sustituir a Antonio Najarro, que había hecho una compañía más de autor, ¿qué se encuentra?
-Me encuentro una compañía que tiene unos cimientos muy fuertes. Todos los directores han dejado su impronta, su forma de ver la danza y eso ha hecho que el Ballet Nacional siga creciendo, además de los grandes intérpretes como Lola Greco, Maribel Gallardo, Aida Gómez, Antonio Canales, Joaquín Cortés, Javier Latorre, Cristina Hernando, Luisa Aranda..., han sido tantos los que han dejado su sello. Y los grandes coreógrafos españoles, todos están en el Ballet, y lo han convertido en historia de la danza española aportando lo que en cada momento necesitaba el Nacional.
-Siempre parecía que el Ballet Nacional estaba 'por detrás' de la Compañía Nacional de Danza, ¿cree que hoy día se ha conseguido equilibrar esa situación?
-Yo creo que el Ballet Nacional ha tenido grandes momentos de oro, y en cuanto a la Compañía Nacional su momento mejor, con mis respetos a todos los directores, fue la época de Nacho Duato, que le dio una grandeza absoluta. José Carlos Martínez consiguió también que la compañía no sólo fuera contemporánea y neoclásica, sino que volviera el repertorio clásico, y fue un acierto. Lo que me preocupa es acercar al Ballet Nacional de España al público y a la profesión, que nos sientan más cerca, que no sea como la élite. No puede ser que el mundo del Ballet Nacional sea una cosa y lo que pasa en la Danza Española y el flamenco, sea otra. Ahora no, el ballet está abierto, hay compañías que ensayan en nuestra sede y he abierto también el archivo histórico para que los investigadores y conservatorios puedan conocer la historia. Hay que estar cerca de la danza real.
-¿Le falta algún coreógrafo andaluz al Ballet Nacional?
-Matilde Coral, de la que no hay ninguna pieza, y me gustaría mucho. Lo voy a hacer, porque creo que Matilde Coral no sólo es una institución en el mundo del flamenco, sino que ella ha tenido una escuela de la que han salido grandes bailarinas de la danza española. Ella siempre abría su casa a los grandes coreógrafos. Así que el año que viene celebraremos el Día Internacional de la Danza rindiéndole homenaje. Ella ama el BNE, y quiero que este ballet institucional le rinda homenaje ese día de la danza.
-Ahora hay nuevo ministro de Cultura, ¿alguna noticia?
-No, yo desde que soy director éste es el cuarto ministro. Tendremos que tener una reunión con él, confío siempre que apoye por supuesto la Danza dentro de la Cultura. El señor Iceta empezó queriendo hacer muchas cosas, pero se quedó ahí. Planteó la renovación del INAEM, que llevamos muchísimos años escuchándolo, pero no ha podido ser.
-Y ¿para cuándo un teatro para la danza?
-Eso es algo tan antiguo que hasta Antonio el Bailarín, dos años antes de que se creara el Ballet Nacional, ya pedía un teatro para la danza en el programa La Clave de TVE. Antonio pedía un ballet y un teatro. Yo creo que los ballets nacionales deben tener un teatro, igual que la música tiene un Auditorio. El teatro de la Zarzuela de Madrid, aunque es nuestra sede, sólo hacemos diez días al año, y eso no es un teatro propio. Eso es visitarlo. Los ballets nacionales deben tener un teatro con un ballet de temporada en ese teatro. Uno va a París y vas a la Ópera a ver Ballet, y siempre está. Y en Viena, igual en Londres... La gente que viene a España deberían saber que pueden ver al Ballet Nacional en algún teatro.
-Puede estar al frente del Nacional otros tres años, ¿después dónde se ve?
-Después tengo muchas ganas de volver a coger mi mochila e ir de escuela en escuela y seguir formando generaciones, y me gusta mucho coreografiar ópera y musicales, abrirme a ese mundo.
-¿Pensó con catorce años que iba a estar aquí en este momento?
-No, entonces tú no sueñas con dirigir el Ballet Nacional, sueñas con bailar. Pero sí es verdad que cuando dirigí el Ballet Flamenco de Andalucía, pensé que el paso natural era dirigir el Nacional y por eso me presenté al concurso público.
'Afanador'
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Dónde: Teatro de la Maestranza.
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Dirección: Paseo Colón, 22.
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Cuándo: sábado 2 de diciembre.
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Horario: 20 horas.
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Precio: de 36 a 52 euros.
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Entradas:Teatro de la Maestranza.
-¿Ha renunciado mucho por esta profesión?
-Todo los que nos dedicamos las artes escénicas renunciamos a la vida en solitario, a no saber esta vida a dónde te lleva, ni qué seguridad económica tienes; hoy vives aquí, mañana allí. Lo más duro ha sido enseñar a tu familia y que comprendan que tú no puedes estar. Eso ha sido lo más duro.
Rubén Olmo, Premio Nacional de Danza 2015, Premio Max, Giraldillo de la Bienal de Sevilla, prepara en estos momentos un 2024 lleno de actuaciones. El año que viene le espera una larga gira por Estados Unidos y otra por Japón. A la Bienal de Flamenco 2024 no podrán venir. Tendrá que ser en 2026. Habrá que esperar.
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