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Circo del Sol

'Alegría' celebra su 30º cumpleaños 'bajo una nueva luz' en Sevilla

El Circo del Sol ha presentado en la ciudad la reimaginación de su éxito cinco años después de su estreno

Las curiosidades de 'Alegría: Bajo una Nueva Luz', el espectáculo con el que el Circo del Sol vuelve a Sevilla

Paula Mateo

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Han pasado tres décadas desde que 'Alegría', el gran éxito del Circo del Sol, se estrenó. Después de tanto tiempo, hay cosas que han cambiado -por ejemplo, la calidad del espectáculo ha ido mejorando con los años-, pero otras, como las caras de ilusión o la expectación del público, siguen siendo igual que el primer día. 30 años dan para mucho, ¡que se lo digan al Circo del Sol! En este periodo, han conseguido reinventarse y convertir su clásico en una nueva versión a la que han bautizado 'Alegría: bajo una nueva luz'. Lo bueno se hace esperar y, aunque el espectáculo se estrenó en honor al 25 aniversario de la obra original, ha llegado a Sevilla cinco años después, esta vez, para celebrar el trigésimo aniversario de 'Alegría'.

En la capital hispalense, el show se puede ver desde el pasado 28 de setiembre, pero ayer fue el 'estreno oficial', y Sevilla se visitó de gala. Entre el público, personajes tan conocidos como Juan y Medio, Amodeo, Torito, Rasel, e incluso Pastora Soler.

Un mundo mágico

El Charco de la Pava se transformó en un lugar donde todo era posible, incluso volar. Un atardecer otoñal con tonos anaranjados y alguna nube rosa dio la bienvenida a los asistentes, que poco a poco fueron llenando el entorno y la carpa del Circo del Sol.

Por su parte, el control de seguridad fue la puerta de acceso al universo de 'Alegría: bajo una nueva luz'. Cubos de palomitas gratuitos, un photocall, personajes paseando con vestimentas extravagantes, plumas, máscaras, maquillajes dorados… Aquello parecía un sueño, pero la verdadera fantasía comenzó cuando una voz avisó por los altavoces que quedaban cinco minutos para el espectáculo.

El día del levantamiento de la Gran Carpa, no parecía que en ese espacio cupieran 2.400 personas, pero, con todos situados en sus respectivos asientos, no hizo falta contar para saber que, efectivamente, había miles de personas.

En mitad del escenario, un cetro que simbolizaba el poder. Es importante recordar que esta historia parte de un pueblo ha perdido a su rey, dando lugar a una lucha de poder entre el viejo orden y la juventud, que apuesta por la renovación y la esperanza. Sin saber aún qué bando ganará, el bufón tiene las ideas claras desde el primer momento, y hará lo que sea necesario por ocupar la vacante. Tras la lucha de algunos personajes por conseguir el cetro, el bufón se hace con él. Empieza la música y, con ella, 'Alegría: bajo una nueva luz'.

El acropole es el primer número en dejar a todos boquiabiertos. Los artistas pasan de una barra a otra dando volteretas en el aire y terminan haciendo el pino sobre la cabeza de quienes están subidos verticalmente sobre los hombros de otro compañero. Este truco es fuertemente aplaudido por el público, aunque la admiración en los rostros enseguida se convierte en sorpresa -mejor dicho, susto- cuando unos gritos que provenían de los pasillos de las gradas interrumpen la escena.

Un aro gigante desciende del techo al mismo tiempo que el ambiente se tiñe de rojo y seis jóvenes -cuyos trajes incluyen material reciclado, en este caso, partes de red de porterías de Hockey directamente traídas de Canadá- desfilan hacia el escenario mientras un o de ellos gira con el aro.

Cuando la actuación ha terminado, dos payasos salen a escena. A lo largo de la noche, serán los personajes que más risas provocarán en la audiencia, tanto en los niños como en los no tan niños. Además de protagonizar un momento icónico, como es la recreación demasiado realista de una tormenta de nieve -lúnica que probablemente habrá en Sevilla-, regalaron un momento único: en pleno 'tira y afloja' de una relación que pasa del amor al odio en segundos, sacaron de manera aleatoria a un hombre de la primera fila. Ni más ni menos que Felipe Delgadillo, antiguo miembro del programa 'La Banda', fue utilizado por ambos payasos para poner celoso al otro.

Otro de los números sorprendentes fue el de los trapecistas. Tanto cuando salieron solo dos como cuando, al final, salieron una decena. Uno de ellos, incluso quitó el aliento a más de uno cuando -queriendo o sin querer- cayó a una red tras intentar agarrarse a su compañero. Todo esto, en el aire.

Los bailarines con antorchas fueron otros de los favoritos de la noche, e hipnotizaron a todos con movimientos, demostrando que uno no siempre se quema -por suerte- cuando juega con fuego. Además de ser una experiencia visual, fue olfativa, porque el humo se pudo oler desde el primer instante.

La flexibilidad es la base de cualquier artista del Circo del Sol. Ya sea para una pirueta, para pasar de un trapecio a otro, o para mover aros de un lado a otro, por todo el cuerpo. Una mujer lo demostró cuando empezó pasándose seis aros de los brazos a las piernas y terminó jugando con una veintena de ellos.

Como en cualquier otro aspecto de la vida, siempre hay hueco para el amor. Amor al arte, amor por el mundo del espectáculo o, simplemente amor hacia otra persona. Complicidad y cariño son las palabras que mejor definen el baile que dos artistas interpretaron mientras volaban por los aires y se sujetaban a una única tela. Fue un momento precioso que llenó el ambiente de electricidad.

Todos sabían hacer algo a la perfección, y el bufón no iba a ser menos. Demostró todo su talento cuando llegó el momento de destapar los trampolines que habían instalados en el suelo de la tarima. Empezó saltando, siguiendo los pasos de sus compañeros, y, al igual que ellos, terminó haciendo de todo: volteretas, el pino puente... Una gran habilidad para unas cosas, pero muy poca para otras, porque mientras discutía con los payasos, la piedra que coronaba el cetró cayó al suelo, y fue incapaz de evitarlo. No solo se rompió la vara, también lo hizo el poder. No obstante, lo que en un principio parecía ser tristeza, terminó derivando en alegría, con el bufón celebrándolo rodeado de bailarines que se movían por los aires.

Al final, Sevilla pudo conocer la esencia del Circo del Sol y, en concreto, de su clásica obra.

Normalmente, en un cumpleaños el cumpleañero es el que recibe un regalo. Sin embargo, anoche, el Circo del Sol regaló un momento mágico a la ciudad de Sevilla. Según confesó Jean-Guy Legault, el director del espectáculo, «Alegría es un tributo a las personas creadoras y soñadoras que ven más allá de las barreras, a las que caminan en contra del viento y se enfrentan a dificultades, a las que tropiezan y se levantan de nuevo, a las que creen en lo que puede o podría hacerse, a las que creen que el cambio no es una opción sino una necesidad». No le falta razón. Sobre el escenario, la capital hispalense vio a 54 artistas de hasta 17 nacionalidades distintas darlo todo por que el show saliera bien. Pero también fue testigo de todo un proceso de creatividad, ingenio y esperanza por inspirar a cada uno de los espectadores.

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