Crítica de ópera
Diferentes cantos y un gran ejemplo
En la iglesia de San Jacinto, coincidiendo con el Corpus chico trianero tuvo lugar el concierto de 'Corpus Carmina' dirigido por Jesús Becerra

Sólo llevan dos años entre nosotros y ya han van afianzando sus costumbres de cantar en las grandes fiestas del año, como Navidad, Pascua o el Corpus Christi ('Los cantos del Corpus' o 'Corpus Carmina'), y en este caso coincidiendo con el llamado Corpus Chico ... trianero, desde su icónica iglesia de San Jacinto. Y llevan sólo dos años y ya han conseguido el apadrinamiento de Plácido Domingo y el amadrinamiento de Ainhoa Arteta.
Pero sobre todo su principal logro sigue siendo su calidad fuera de toda duda conseguida a costa de un trabajo de un grupo de jóvenes, algunos con sus padres y/o madres, y de vínculos familiares que estrechan los nexos interiores del proyecto.
Al frente está Jesús Becerra, a quien hemos visto durante una tarde entera de domingo, su día de ensayo, trabajar con esmero la técnica vocal del grupo, que permite una dicción muy destacable, unas dinámicas ricas y muy conjuntadas o bases rítmicas complejas para un conjunto en el que no todos saben música, pero entre todos se encargan de que lo parezca; y si no ya me dirán cómo consiguen sacar adelante las diferentes piezas, algunas de 4, 5 ó 6 voces.
El Concilio Vaticano II procuró un histórico acercamiento de los fieles a la liturgia, al permitirla en las distintas lenguas vernáculas, para terminar con la paradoja de usar el latín con fines litúrgicos cuando era evidente que hacía siglos que los fieles católicos era una lengua que no entendían. Pero ello también trajo la desaparición del carácter 'universal' de sus rituales, que es lo que significa 'católico', y desde el punto de vista musical, la entrada de mucha música cercana al pueblo, prácticamente sin filtro alguno, que llevó a la Iglesia a perder ese papel predominante en la evolución de la música y quedarse con la buena voluntad de los distintos coros parroquiales.
'Domus Carmina' recorre el camino contrario: vuelve al latín como lengua común, a la polifonía, a una sensibilidad religiosa, una vía en la que ha encontrado a más compositores, iglesias y coros que ahora comparten un repertorio tan digno, como de una gran belleza, puesto que sus armonías nos llegan de la actualidad, de las que oímos a menudo, aunque no conozcamos las piezas que cantan.
Por ejemplo, la pieza con la que abrían el recital, 'Non nobis, Domine' de Patrick Doyle, es un prácticamente un himno británico, incluido en la banda sonora de la película 'Enrique V', la adaptación cinematográfica que Kenneth Branagh hizo de la obra de Shakespeare en 1989. Con el coro de adultos colocado en el crucero de la iglesia trianera, los más pequeños accedían a él desde los pies de la nave con una notable sincronización para que al llegar entrasen con las voces de los adultos.
Son precisamente los niños las joyas de esta corona, porque han recibido las enseñanzas de técnica vocal desde que llegaron al coro y por tanto sus voces se han ido formando adecuadamente para el canto. Es ya un tópico hablar de voces celestiales o angelicales para ellos, pero es que sorprende la precisión, conjunción y belleza de esos registros 'blancos'.
Y aún más si recordamos la escena de muerte y desolación en el contexto de la película y de qué manera tan 'dramática' se va imponiendo el cántico: «Nada para nosotros, Señor, sino para la gloria de tu nombre», cuya letra deriva del Salmo 113:9.
Ni que decir tiene que no pueden presentar un programa completamente nuevo en cada concierto, pero sí casi la mitad del mismo. Becerra arregla alguna de las obras para un mejor aprovechamiento. 'Adoramus te' es precisamente una adaptación del 'arioso' de la 'Cantata' BWV 156 de Bach, organizado como 'crescendo', lo que da a las voces la oportunidad de ir entrando en calor, a la vez que aparecen las primeras polifonías.
El hecho de que se recurra a obras asentadas en el repertorio a buen seguro que están pensado para dar seguridad a los coralistas e ir expandiendo los registros.
'Iubilate Deo' de Peter Anglea, es una pieza de carácter hímnico y a la vez con un ritmo muy marcado, sobre cuartas y quintas vacías, lo que le puede dar un tono más fanfárrico, si se quiere, con ese punto que lo hace diferente y atractivo.
El 'Kyrie' de Brian Childers era una de las piezas nuevas y verdaderamente recoge ese carácter de plegaria, con hermosos momentos homofónicos a cuatro voces. El tema tiene otra sección en inglés, que naturalmente se evitó; y tal vez por esto el público no lo percibió como un final y se dejó llevar directamente a la siguiente pieza, 'Et in terra pax' de Sally Albrecht, que comenzó 'a solo' Becerra y continuó el coro, y que constituía otra de las novedades del programa, de notas largas, imitaciones como eco, y la claridad de dicción que caracteriza al conjunto.
Otro clásico del grupo es Robert Prizeman, y en este caso su 'Sanctus'. Es verdad que las armonías del 'Canon' de Pachelbel (en realidad, 'Canon y giga para tres violines y continuo' en Re mayor) es lo que ha trascendido al gran público -incluso diríamos que por encima de la melodía- y no se suele interpretar la giga. Se trata de una progresión absolutamente magistral y aquí Prizeman le da un giro importante, sobre todo diríamos que para potenciar el trabajo de las voces agudas, además de añadirle el texto.
Extraordinario el trabajo de los jóvenes, con voces esculpidas con escoplo, y terminado por una de las chicas que suele hacer los solos, aunque en esta ocasión se ha limitado a este único momento.
'Corpus Carmina'.
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Obras de Doyle, Hagenberg, Bach, Childers, Albercht Prizeman, Ducasse, Gounod, Anglea, Jusid, Caccini, Hagenberg y Chopin. Intérpretes: Escolanía 'Domus Carmina'. Elena Fernández y Pedro Bravo (violines), Siria Ramírez (viola( y Carmen Fernández (violonchelo). Directores: Jesús Becerra. Lugar: Iglesia de San Jacinto. Fecha: 01/06/2024.
Un 'Agnus Dei' de Christopher Ducasse figuraba como otra de las novedades del programa, y aquí también las armonías destacaron, pero diríamos que de un modo casi experimental, con inquietantes armonías, sobre todo sobre 'Dei', donde también cambia el compás. Suponemos que los ensayos no habrán sido fáciles. 'Meditación' de Gounod es en realidad ese 'Ave María' que el compositor francés escribió sobre el 'Preludio nº 1' en Do mayor de Bach. Los chavales -y los adultos- lo bordan, así que un merecido 'descanso' tras Ducasse y un regalo para nuestros oídos.
La verdad es que oír este 'O salutaris' del compositor argentino Federico Jusid nos resultó sorprendente, en primer lugar porque no estamos acostumbrados a que la escolanía nos ofrezca música tan doliente (la pieza se usó para el entierro de Isabel la católica en la serie de TVE sobre la reina). De nuevo difíciles disonancias y admirables resultados para una partitura muy bien terminada.

Otra excelsa novedad fue el arreglo sobre el 'Ave María' de Caccini, que se ha versionado para canto solo, coro, orquesta y hasta marcha procesional. No es de extrañar, porque melodía y armonía nos conmueven, y el arreglo del director de la escolanía potenciando primero las voces graves y dando luego entrada a las más agudas formaron un contraste a tener en cuenta, debido a esa diferencia tímbrica tan notable y los distintos planos sonoros presentados.
'Caritas' es el segundo movimiento de 'Illuminare' es otro momento de belleza extática sobre los bellos textos de Hildegard von Bingen. Elaine Hagenberg, otra compositora preferida del coro, inicia las voces agudas hasta un ascenso progresivo al que se suma el coro masculino y coincidir ambos plenamente en 'pacis'. Siguió el
'Mater Redemptoris' sobre un estudio de Chopin, otro clásico del grupo que volvían a alternar novedades con 'clásicos' de su repertorio.
Otra novedad era 'O Sanctissima', nuevamente de Prizeman. Sobre una frase que se repetía asiduamente, las armonías chocantes ponían el contraste inmenso, como un oleaje, un enorme tobogán, para terminar con otro talismán de la escolanía, el 'Aleluya' sobre texto de San Agustín y música nuevamente de Hagenberg.
Sobre el insistente 'Aleluya', el contraste viene con una sección central, con marcadas modulaciones, sobre una base muy rítmica, que los coralistas controlan muy bien, porque está muy trabajado.
Finalmente ofrecieron a los dominicos como regalo un 'Magnificat' que ellos suelen cantar a menudo, en una versión a cuatro voces de Becerra, ya que es una comunidad que los ha acogido desde el principio. Sólo podemos poner una pega, y es la que la acústica de la enorme iglesia, aunque se coloque el coro bajo el gigantesco crucero, hace perder mucha claridad, sobre todo en la que sobresalen, que es en la pronunciación diáfana de los textos.
Entre los músicos se oyó el violín de Elena Fernández, excelente en los diferentes solos y el teclado Juan José Almonte (amplificado).
Cuánto trabajo, y qué buenos resultados. Qué ejemplo para tantos jóvenes 'abducidos' por las maquinitas (y el que esté libre de pecado…).
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