parrillada mixta
Ilusionismo de garrafón
El sensacionalismo de bombo y platillo conduce al descreimiento
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En términos académicos y según el DRAE, el ilusionismo es el arte de producir fenómenos que parecen contradecir los hechos naturales. En el ámbito televisivo, donde prácticamente todo parece contradecir ya los hechos naturales, el ilusionismo, primo hermano por parte de padre del sensacionalismo, es ... el engaño que brota de la distracción, la farfolla que envuelve una mazorca contrahecha de palomitas de colores, el gato por liebre. El público se ilusiona, pero también se desilusiona, de manera proporcional a las expectativas creadas por quienes desde las cadenas de televisión lo hacen salivar como al perro de Pavlov y luego lo dejan con más hambre que a un lagarto atado a una pita. Son los riesgos del directo, que decían los clásicos.
Hay que ver la guerra que dio Mediaset el lunes pasado mientras mareaba la perdiz de su exclusiva –«el testimonio clave del caso del que más se ha hablado en los últimos meses»–, la anunciaba con gran alarde publicitario y despejaba su franja de máxima audiencia, valga la expresión, para solaz de un público tan expectante como amenazado por la frustración a la que suelen conducir los redobles circenses. Autobombo y platillo.
Lo nunca visto –o el fenómeno que iba a contradecir los hechos naturales– no era otra cosa que la cinta de vídeo de la declaración ante una Fiscalía mansurrona de la víctima del machismo conocida como Jenni Hermoso, oportunamente comentada por un grupo mixto de tertulianos cuya animada charla recordó los mejores tiempos televisivos del caso Rociito, o caso Corredera; ocaso Telecinco, fundida en negro. De presentadoras, las niñas de 'El resplandor', que lo mismo se te aparecen en un pasillo de Cuatro que en un plató de la cadena nodriza, siempre dando miedo o, lo que es peor, intentando darlo, como esos activistas del humor inteligente que no hacen gracia.
El fracaso del ofertón no solo confirma la inflación informativa –artificial e interesada– sufrida durante semanas por el caso Jenni, o caso Pico, «del que más se ha hablado en los últimos meses», sino que sirve para marcar los límites del ilusionismo ante una audiencia cada vez más descreída y escarmentada, curada de espantos por unas niñas de 'El resplandor' que dan menos miedo que vergüenza.
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