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Televidente

Esa serie de la que nadie habla

«Me encanta el olor a año electoral por la mañana. Por fin estamos a lo importante, por fin lo superfluo vuelve a ser el paraíso de unos pocos»

Miopes del mundo, uníos

Rebecca Ferguson en 'Silo' Apple TV
Bruno Pardo Porto

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Me encanta el olor a año electoral por la mañana. Por fin estamos a lo importante, por fin lo superfluo vuelve a ser el paraíso de unos pocos. ¿Lo escuchan? Es el silencio. Ya nadie dice nada de 'Succession', ya nadie escribe ensayos sociológicos sobre 'Sálvame', ya nadie hace geopolítica con 'Eurovisión'. Qué más da la historia de la televisión cuando tienes la Historia.

El martes emitieron en Telemadrid el único debate electoral de la campaña en la comunidad, y en 'El hormiguero' hubo tertulia: no hay en España un producto televisivo que la iguale en altura. Fue maravilloso. Rubén Amón peroró sobre el relato que impone Bildu sibilinamente: que el pasado fue necesario, casi inevitable, una parte del camino hacia la salvación, etcétera. Juan del Val comunicó (ese es el verbo) que nada se puede esperar de ellos, y que lo triste de este asunto es que te defrauden los supuestos partidos de Estado. María Dabán se mostró pasmada con la normalidad con la que escuchábamos estas noticias. Era todo muy serio, muy dramático, muy trascendente. Muy obvio. Pero la tele es sorpresa y en un chimpún de música todos pasaron a opinar sobre un hombre que prometió comerse veinticuatro flanes en veinticinco segundos. Lo hizo sin manos, a lo loco, solo que más que comerlos los aplastó con la cara, convirtiendo la gesta, un problema alimenticio, en un problema semántico. ¿No es eso, también, la política?

En fin, que entre el fútbol y las elecciones nadie está hablando de 'Silo', la serie de Apple que adapta la obra de Hugh Howey. Por lo que sea, la humanidad (diez mil personas, no más) vive recluida bajo tierra. Han pasado demasiados años desde el cataclismo, y ni siquiera ellos saben cuándo perdieron la libertad. Es un confinamiento demasiado largo, pero igual de exasperante, porque no se permiten preguntas y los unos se vigilan a los otros y el Estado controla la reproducción de la población. La versión oficial es que fuera el aire es tan tóxico que mueres tras unos segundos de inhalación. Tiene algo de mito de la caverna, aunque es difícil no pensar en 'Matrix'. Como en la película, aquí la cuestión es que no es lo mismo ver el tiempo por la televisión que sacar la mano por la ventana. Y estamos en año electoral.

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