Parrillada mixta
El consentimiento, siempre en el centro
'Sálvame' agoniza como un oasis de libertades individuales
El adiós de 'Sálvame': ha muerto la peluquería

Miembro de la aristocracia cinematográfica, titulada en folclore y pop, variante yeyé, testigo presencial de muchos de los cambios sociales y políticos del siglo XX, Carmen Sevilla nunca le hizo ascos a lo que desde los tiempos fundacionales de ‘Tómbola’ se conoció como ... telebasura . «No hacen daño a nadie. Yo voy allí, me preguntan cuatro tonterías, alguna picantona, y un dinero que me saco para la finca». En una ocasión, herida por los bulos de Karmele Marchante , pionera de la contracultura devenida fantoche de barraca valenciana, la actriz llamó a los productores del programa. «Quiero ir esta semana. Os tengo preparada una bomba, un bombazo». «Nos tienes que adelantar algo». «Nada, nada. No me fío. Una bomba. Os lo juro. En directo». Y allí que fue. La productora cambió a prisa y corriendo la función y le puso un avión. No había AVE a Valencia. En mitad de la entrevista, Carmen Sevilla cambió el semblante, habitualmente amable y relajado, señal de entrega a la farsa de sus anfitriones, y con gesto airado, intérprete de su propia venganza, señaló y ridiculizó a Marchante, hasta hacerla moquear.
Aquel episodio representa la piedra de bóveda de la crisis estructural que sacudió para siempre el subgénero. Las suripantas –segunda acepción del DRAE– que de forma voluntaria se sometían a las vejaciones de la compañía estable e intocable de ‘Tómbola’ comenzaron a ser desplazadas por los propios tertulianos, cambio de guión y timón que más tarde supo aprovechar ‘Crónicas marcianas’ y que en los últimos años ha explotado ‘Sálvame’. Que se maten entre ellos.
A Karmele Marchante le pilló por sorpresa el zarpazo de Carmen Sevilla, como a Chabeli Iglesias el tono de un programa que abandonó con estrépito el mismo día de su estreno. «Esta gente es gentuza», dijo la hija de la Preysler según se levantaba y se iba por donde había venido.
El resto fue consentimiento. Lo demás fue anuencia. Todo lo que vino después fue un contagio endogámico de sarna que no pica. La manada ha sido asaltante y a la vez víctima de una forma de agresión y televisión que pese a sus fallas éticas siempre ha sido modelo de libertades individuales en un medio de crecientes censuras.
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