Los crímenes de Valencia ceden espacio al 'fascismo' electoral
Las televisiones miran de lejos estos crímenes, dignos de 'Mindhunter', y siguen a lo suyo

Es extraño que no se hable más de los crímenes en la Comunidad Valenciana. Lo ha hecho alguna vez 'Espejo Público', y en 'Viva la vida' le dedicaron un rato. Son ya cuatro asesinatos de mujeres, puede que más, y algunos rasgos comunes: estrangulamientos y ... cuerpos encontrados en acequias. Lo primero remite a algo sexual. «Se trata de la cuerda. Todo consiste en eso», dijo el asesino en serie Harvey Glatman , terror de los años 50 y fetichista enloquecido de la soga, símbolo del control total. Estrangular permite fantasear con el dominio eterno sobre la vida de la víctima.
Estas muertes podrían deberse a un único ser (incorporo la forma de hablar de Rociito ), o al fenómeno de la imitación, que quizás explica la poca atención que por el momento le prestan las televisiones. Son mujeres asesinadas, y es casi seguro que las mata un hombre. Es todo tan evidente que ni siquiera es necesario el informe de una psicóloga. ¿Qué más quieren? ¿Qué más hace falta? Evoca incluso la Valencia de los años 90: Alcácer, el crimen de Macastre...
Pero la actitud oficial ante la violencia es desconcertante. Las televisiones miran de lejos estos crímenes, dignos de 'Mindhunter' , y siguen a lo suyo. En Telecinco, el único perfil psicológico que les interesa es el de Antonio David , y en La Sexta o TVE se vuelcan con el 'fascismo', al que se espera como a un Charles Manson , con la esvástica tatuada en la frente, pero del que hasta ahora sabemos poco: que llega por carta (aunque no como Isabel Gemio ) y que está siendo paritario en su elección de objetivos.
La carta a Reyes Maroto nos sumió ayer en unas horas de zozobra democrática. Yolanda Díaz se enteró en La Sexta y vimos un rostro demudarse; pasó de la consternación al mecachis y del mechachis al horror de una forma tal que tuvo que ocultarlo. Saber que se trataba de un esquizofrénico de El Escorial resultó (no sabemos bien por qué) tranquilizador y hasta congruente. Algunos firman en sus víctimas, otros dejan el remitente. Parece que se trata de un hombre perturbado, obsesionado con la ministra, y en las próximas horas sabremos si lo asignan al fascismo o al machismo.
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