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'Anora' y Sean Baker hacen historia en unos Oscar que castigan a 'Emilia Pérez' e ignoran a Karla Sofía Gascón

La película independiente arrasa con el Oscar a mejor película, dirección, montaje, guion y actriz principal. 'Cónclave' se lleva el de guion adaptado y 'The Brutalist', los de fotografía, banda sonora y actor protagonista para Adrien Brody

Karla Sofía Gascón se saltó la alfombra roja y 'Emilia Pérez' perdió el Oscar internacional ante la brasileña 'Aún estoy aquí'

Opinión: Los Oscar, mejor que los Goya pero peor que un funeral

Sean Baker, director, guionista y montador de 'Anora', la gran triunfadora de los Oscar 2025 REUTERS // Vídeo: A.M.P.A.S. 2025
Fernando Muñoz

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Los Oscar 2025 fueron el guion perfecto para cualquier ejecutivo de Hollywood: previsible, de consenso y sin polémicas. Por suerte, 'Anora', la mejor película del año, es todo lo contrario: controvertida, improbable y contraria a la lógica de la industria. «Que viva el cine independiente», gritó su director, exultante tras lograr algo inédito en 97 años, que una misma persona ganara el Oscar a mejor montador, guionista, director y película (de la que es coproductor junto a su mujer). Además, la protagonista de 'Anora', Mikey Madison, venció a Demi Moore y a Karla Sofía Gascón como mejor actriz.

Porque Sean Baker es un artesano de esto, un tipo nacido en el lugar más opuesto a Hollywood, en la costa este, en Nueva Jersey, y que ha hecho carrera huyendo del cine de estudios, de lo prestablecido, de lo lógico. Y sin caer en lo «autoral» de los «artistas» independientes, esto es, en lo pedante. Sus películas, como 'The Florida Project' o 'Red Rocket', ponen luz a la cara tétrica de la vida. Sin ser condescendiente ni morboso, ya mire a la pobreza o a los trabajadores sexuales, su trabajo siempre habla por sí mismo. Porque él produce lo que escribe, hace el cásting para encontrar a sus actores, y monta (otros directores acompañan a «su» montador, él solo deja que entre a la sala de trabajo su mujer, su socio y su perro) lo que dirige. «No entiendo otra forma de hacer las películas», contó a ABC en el pasado festival de San Sebastián, a donde llegó tras ganar en Cannes la Palma de oro. Si el Hollywood de la era de las plataformas se defiende elevando a los autores independientes, como parece, Sean Baker es su nuevo maestro. Hubo algo casi de relevo generacional cuando Tarantino, otro artesano que reniega de Netflix y de los «creadores de contenido», le dio el Oscar a mejor director.

Galería. La noche de los Oscar, en imágenes

Pero eso fue el final de la fiesta. Al principio, los Oscar miraron a su pasado, a las películas clásicas rodadas bajo el cartel de Hollywood, cuando los cines se llenaban para ver a aquellas estrellas inalcanzables. En el año de los graves incendios en Los Ángeles, la primera mirada de la Academia fue a sus vecinos. Así, el telón de la noche se levantaba al ritmo de 'No hay lugar como el hogar', la canción mítica de 'El mago de Oz', justo antes de que Cynthia Erivo y Ariana Grande cantaran los temas de 'Wicked', un musical que como se esperaba tuvo más presencia sobre el guion que en el palmarés, con dos premios, el de mejor diseño de producción y el de mejor vestuario para Paul Tazewell, que se convirtió en el primer hombre negro en ganarlo, como se encargaron de repetir los presentadores.

O'Brien contra Karla Sofía Gascón

Más allá del cine y la fiesta, los Oscar 2025 venían marcados por la polémica de Karla Sofía Gascón. La española se saltó la alfombra roja y apareció de pronto en el interior del Dolby Theatre, donde le «robaron» una foto saludando con dos besos a su compañera de reparto Selena Gómez, que desde que se descubrieron sus tuits racistas no había vuelto a dejarse fotografiar con Gascón en público.

El elefante estaba en la habitación. Y eso se notó con el primer chiste de Conan O'Brien, que dejó a los invitados sin saber si reírse o no, como esos niños a los que les hace gracia una broma para mayores pero no pueden decirlo porque no es «correcto». «Las 479 veces que se dijo 'joder' en 'Anora' son menos que las que lo dijo la publicista de Karla Sofía Gascón cuando se descubrieron sus tuits». O'Brien, que estaba disfrutando la incomodidad de la gente, aguantó en silencio unos segundos más hasta que habló directamente a la española, a la que por fin enfocaron las cámaras lanzando un beso a su interlocutor. El presentador estiró el chiste y le dijo que si no le gustaba la gala no se olvidara de tuitear su nombre, Jimmy Kimmel, en referencia al presentador del año pasado. Más risas entre el público, ya sin disimulo.

Eso fue lo más destacado de Conan O'Brien, que siguió la línea continuista de las últimas ediciones, donde los presentadores tienen escaso protagonismo más allá del monólogo inicial y un puñado de apariciones breves.

Sí hizo más ruido lo de Karla Sofía. No tanto por lo que dijo, que no abrió la boca, sino por cómo su presencia lastró a 'Emilia Pérez', que perdió hasta el Oscar a mejor película internacional, un premio que cuando salieron las nominaciones todos daban por hecho y que al final fue para la brasileña 'Aún estoy aquí'. De hecho, de las trece nominaciones, solo se llevó la impepinable, actriz de reparto para Zoe Saldaña (que no habló de su examiga) y la lógica, mejor canción para 'El mal'. Y todos de vuelta a Francia, sin escala en México y con Karla Sofía en un avión sola hasta Madrid.

Imagen principal - Arriba, vista del escenario de los Oscar; abajo, Margaret Qualley como chica Bond y la actuación de Lisa
Imagen secundaria 1 - Arriba, vista del escenario de los Oscar; abajo, Margaret Qualley como chica Bond y la actuación de Lisa
Imagen secundaria 2 - Arriba, vista del escenario de los Oscar; abajo, Margaret Qualley como chica Bond y la actuación de Lisa
Arriba, vista del escenario de los Oscar; abajo, Margaret Qualley como chica Bond y la actuación de Lisa AFP // Reuters

Más eslóganes que polémicas

Al más puro estilo americano, los Oscar que prometían tener a Donald Trump como protagonista secundario y a la política como leitmotiv se quedaron en una fiesta con más música que reivindicaciones. Algún eslógan por acá, una frase con doble sentido por allá, pero nada más. Solo los directores de 'No Other Land', mejor documental, lanzaron un discurso directo, hablando de una solución para Palestina, ya que dos de los creadores son palestinos y el otro es israelí. Este último lo tuvo claro: «La invasión tiene que acabar, los rehenes que se tomaron de manera brutal tienen que ser devueltos. Yo vivo con derechos y quiero que las dos nacionalidades vivan esas mismas libertades. Mi pueblo solo puede estar seguro de verdad si los palestinos son libres de verdad. No hay otra forma de vivir». El teatro lo ovacionó más que a algunos premios.

También Adrien Brody aprovechó su triunfo para hablar del presente mirando al ayer: «Si el pasado nos enseña algo es a no pasar por alto las cosas, a no dejar que el odio venza». El suyo fue el discurso más largo de la gala, pero se le perdonó. Hasta le apagaron la música esa que amenaza a los que están aburriendo al personal. Motivos tenía. Hace 22 años que no rozaba la gloria no ya del Oscar, sino de un buen papel en la gran pantalla. «El poder volver aquí me ha dado perspectiva: todo puede desaparecer. Lo que hace que esta noche sea especial es esa consciencia», aseguró, para después citar a su personaje: «Más allá de haber alcanzado la cumbre de mi carrera, lo mejor es la oportunidad de volver a empezar, de que en los próximos 20 años de mi vida pueda volver a demostrar que merezco esos papeles de peso». Eso es lo que dijo, lo que se calló es que con su Oscar retuvo un récord que mantiene desde 'El pianista' y que su gran rival de la noche, Timothée Chalamet, le podía haber robado: el actor más joven en ganar la estatuilla de la categoría.

La no victoria de Chalamet, además de un récord que ya no podrá romper porque al año que viene cumple 30 años, evidenció que pese al ruido que había hecho su película, 'A complete unknown', no había gustado tanto como parecía. Se fue de vacío. En realidad, se cumplió el pronóstico igual que se cumplió lo esperado, que Bob Dylan, el homenajeado en la cinta 'biopic', no se pasó por los Oscar. Sí lo hizo Mick Jagger, una de las pocas estrellas del rock de la época a los que Hollywood no ha trasladado su vida a un guion. «Como Bob no iba a venir avisaron a alguien más joven y aquí me tenéis», dijo el genio de los Rolling Stones.

Además de 'Un completo desconocido', los otros perdedores de la noche fueron los responsables de 'Nosferatu', que no lograron ninguna de las cuatro estatuillas a las que optaban, y 'La sustancia', solo reconocida con mejor maquillaje.

'Cónclave', que peleaba en las apuestas el premio principal con 'Anora', se conformó con mejor guion adaptado y el haber llegado a la final de la carrera de los Oscar con una película con la que hace seis meses nadie contaba. Un éxito, en realidad.

Y así, entre premios y algo de ruido concluyó una gala poco memorable, con un intermedio musical peor que el de los Goya –con mucha diferencia– y que solo lo salvó el baile a lo chica Bond de Margaret Qualley, que ni habló ni cantó, solo miró a cámara y sonrió. Y eso valió más que las cantantes Raye y Lisa interpretando temas de James Bond, franquicia que los Oscar homenajearon un poco en reconocimiento a su productora ahora casi retirada, Barbara Broccoli, un poco por meterse con Jeff Bezos, el dueño de Amazon, que se ha comprado la saga del agente 007.

Bond, de hecho, fue lo más «popular» de la noche, porque 'Dune 2', la cuota palomitera que cada temporada, rascó dos premios técnicos, algo que ya es tradición. Porque la idea casi asentada de que los Oscar ya no son los Oscar de siempre se demostró en la categoría de animación, donde los académicos premiaron la letona 'Flow, un mundo que salvar', de Gints Zilbalodis, un tipo que su anterior película la hizo entera él solo en su casa y que esta le ha costado menos de lo que se han gastado sus rivales americanos, 'Robot Salvaje' y de 'Del revés 2', en cátering para sus actores de doblaje.

Todo eso, en realidad, ya dará igual. En un año, una década o un siglo, cuando alguien vuelva a revisitar la cosecha del cine mundial de 2024 se encontrará con el récord de Sean Baker y su 'Anora', con una obra monumental como 'The Brutalist' y con un trabajo clásico pero moderno como 'Cónclave'. Tres títulos que marcan el presente y el futuro de la industria con una forma de entender el cine más artesana, más autoral; pero sin dejar de mirar al público. O, quizá, este curso no haya sido más que un espejismo fruto de la huelga de guionistas que vació las carteleras de grandes producciones y al año que viene todo volverá a ser igual. Por si acaso, no confíen en esos ejecutivos que quieren todo previsible, de consenso y sin polémicas y déjense llevar por 'Anora' igual que se han dejado llevar los votantes de los Oscar.

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Sobre el autor Fernando Muñoz

Periodista. Jefe de sección de Cultura. Coordinador de ABC Play (Cine, series, TV). Máster ABC 2013

Fernando Muñoz

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