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Lo que Cuerda deja atado y bien atado

«Tenía otro talento mucho más sutil y complicado de dominar: el talento de descubrirlo en los demás»

La viñeta homenaje de Puebla a Cuerda Puebla
Oti Rodríguez Marchante

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No es lo mismo nacer en Albacete que nacer en un programa de la BBC, como los Monty Phyton, pero José Luis Cuerda , niño de seminario, se las apañó para meter a cascoporro en una película tantas frases y momentos como en « La vida de Brian », ese gran misal de citas al que sólo puede comparársele, en letra rústica y labriega, « Amanece, que no es poco ». José Luis Cuerda es un ejemplar único y queridísimo del cine español, con tantos admiradores, incondicionales y discípulos que casi distorsionaba en figura maradoniana y con propia iglesia, la iglesia «amanecista». Y no es por hacer apostasía de su iglesia o por tocarle las narices a sus fieles, pero «Amanece, que no es poco», su revelación en 1989, había tenido algo más que un precedente media docena de años antes, en 1983, cuando hizo para la televisión una peliculita de apenas una hora que se tituló «Total»… Ahí está el embrión, los cimientos y todo el edificio entero de «Amanece…», y no será poco decir ahora que ahí está la masa, el turrón, de su genio para ese tipo de humor dadaísta, cóncavo y rural (manchego, por más señas).

Pero tenía, también, otro talento mucho más sutil y complicado de dominar: el talento de descubrirlo en los demás. Incluso aunque ya estuvieran descubiertos, lo cual tiene aún más mérito (descubrir lo tapado lo hace un curioso, pero «descubrir» lo claro y evidente es ya tarea para elegidos). Y es lo que hizo con dos cumbres literarias, Wenceslao Fernández Flórez y Alberto Méndez , y con la adaptación de sus obras, «El bosque animado» y «Los girasoles ciegos», con desigual resultado pero igualmente eficaz para aventar el trigo de la paja literaria y para atar con dos buenos nudos la cuerda de su obra. Digamos que «El bosque animado» es una película difícil de olvidar y que «Los girasoles ciegos» es una novela indeleble.

Un caso a resolver es si José Luis Cuerda descubrió a Alejandro Amenábar antes o después de estar descubierto, aunque lo indudable es que, si no lo descubrió, sí al menos lo destapó, o hizo que se destapara con aquella primera película suya, «Tesis», que Cuerda alentó, auspició, produjo y prohijó . También las dos siguientes, «Abre los ojos» y «Los otros». Tener talento es un don muy extendido, pues el que no lo tiene para una cosa lo tiene para otra o su contrario (talento para hablar, talento para estar callado…), pero mucho más frecuente aún que tener un talento es que eso te ciegue para vérselo a otro. El cineasta José Luis Cuerda olfateaba el genio desde lejos y, genio y figura, lo descorchaba y celebraba. Brindamos por él y por ello.

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