Juliette Binoche: «Hay que saber rechazar papeles y no entrar en los códigos machistas»
La actriz recoge el premio Donostia a su trayectoria el mismo año que presenta dos filmes en el certamen
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Imaginen la escena: en la lujosa terraza del hotel María Cristina, hogar de las estrellas durante los diez días del Festival de San Sebastián, un centenar largo de personas gritan desde la valla exterior los nombres de quienes por allí deambulan. Se desgañita un grupo ... de chicas que no han cumplido los veinte años para que 'Chino' Darín les lance un saludo (mientras su padre, Ricardo, se toma algo en la señorial cafetería interior). Otros se deciden por llamar la atención de Paco León , que corre hasta ellos con gran sonrisa. Y algunos gritan 'guapa' a una embarazadísima Bárbara Lennie , que se protege del sol que a esa hora hace de la Concha una playa del Mediterráneo. Entre tanto, ignoran los ‘cazautógrafos’ que el enjuto japonés que los atraviesa en soledad y con una bolsa de tela bajo el brazo es Hirokazu Koreeda , el cineasta actual más importante de su país, que a esa hora, poco más de la una de la tarde, se anima a salir a ver la ciudad como un turista más. No son los directores los favoritos de quienes buscan un selfi del que presumir. Diego Lerman , responsable de 'El suplente', que opta a la Concha de Oro, se ríe con ABC al ver cómo los intérpretes responden a los gritos de los fans que como un metrónomo se repiten cada pocos segundos. «No sé cómo lo aguantan», dice al tiempo que Isaki Lacuesta , que ganó aquí hace cuatro años, pasa al lado sin que casi nadie de los que aguardan al otro lado de la valla sospechen quién es.
Apenas tres horas después, Juliette Binoche mirará ese patio desde la inmensa ventana de la suite 128 del hotel, lugar escogido para charlar con un pequeño grupo de periodistas. Celebra la actriz francesa el premio Donostia que el festival le ha otorgado por ser, entre otras cosas, lo más parecido a una estrella común que tiene el cine europeo. «Yo no tengo una concepción de por qué estoy aquí, me guío por la intuición y por el amor», dice, después de varias caras de asombro, quién sabe si impostadas o no, mientras escucha cómo la llaman «una figura del continente». Quizá su compatriota Catherine Deneuve , con la que compartió entrevistas hace tres años en este mismo lugar, hubiera respondido mostrando algo más de ego pero también, quizá, algo más de verdad.
Pero es que Juliette Binoche juega a interpretar un papel de estrella accidental. Promete, y lo dice sin ironía, que no recuerda muchos de los hitos de su pasado. «El tiempo es una percepción que tiene extrañas realidades [...] y yo soy una persona muy del presente, es por eso que no veo mis películas y por lo que probablemente amo actuar, porque es hacer algo creativo en el momento presente, en el ahora», confiesa, e insiste: «Olvido las cosas que he hecho, de pronto digo “oh, es verdad, rodé con Kiarostami y también con Koreeda…”, pero de verdad, lo olvido porque vivo el presente».
Cuento de hadas
Su discurso sobre el ahora cambia de inmediato en la entrevista al hablar de su carrera, que de eso va el premio Donostia. «Cuando fui al Festival de Cannes en 1985, tenía 21 años (pausa valorativa...), tenía 21 años (insiste, con una cadencia de lamento casi) y estaba muy orgullosa por el éxito, no esperaba llegar ahí nunca», explica la actriz, que hasta ese momento trabajaba como cajera de un centro comercial. Ella dice que su historia puede sonar «a un cuento de hadas», y tiene razón. Del supermercado la sacó Jean-Luc Godard para hacerle cinco pruebas de cámara que finalmente desembocaron en el rodaje de 'Yo te saludo, María' (1985). Ella recuerda, además del trato severo pero correcto del mito francés, que estaba encantada con la firma del cineasta en el cheque, tanto que dudó si conservarlo como recuerdo, pero que el sueldo era tan alto respecto al de cajera que finalmente lo llevó al banco. Por casualidades así, asegura, «no puedes planear cómo va a ser tu carrera». «Recuerdo momentos en mi vida en los que pensaba qué va a pasar, y eso es lo excitante de este trabajo, y también lo que te hace tener miedo. Porque nunca sabes cómo se va a desarrollar tu carrera. Tú creas tu propio viaje».
Desde entonces, su trayectoria ha estado atravesada por grandes nombres, de Haneke a Abel Ferrara , de Minghella ('El paciente inglés') a Kieslowski , incluso del abismo entre Leos Carax o Kosminsky ('Cumbres borrascosas'). Incluyendo, entre toda esa lista, a Isabel Coixet , que anoche le entregó el Donostia en una emotiva gala.
Es curioso, sin embargo, que el premio por toda una carrera caiga en manos de una actriz que a sus 58 años tiene todo el futuro por delante y que no para quieta, hiperactiva en lo laboral, tanto que entre homenaje y homenaje presenta dos películas en el festival: 'Fuego', de su amiga Claire Denis , con la que ya ha trabajado en tres ocasiones, y 'Winter Boy', de Christophe Honoré , que compite por la Concha de Oro. Así que no extraña que diga que «hacerse mayor es bello también».
Saber decir «no»
En ese tiempo hasta alcanzar la madurez, unos años en el que la belleza la ha seguido acompañando de una manera indiscutible, Binoche ha tenido tiempo de hacer de todo y la capacidad de hacerlo donde ha querido y como ha querido. Por eso rechazó a Spielberg para trabajar en 'Jurassic Park' e 'Indiana Jones', y apenas ha tenido un par de escarceos en 'blockbusters' americanos –solo 'Godzilla' y 'Ghost in the Shell'–, pero más que suficientes para convencerse de que trabajar en el cine europeo (en Francia, obvio, pero también en España, Italia y hasta en Reino Unido) y en el asiático (trabajó para Koreeda y Naomi Kawase) es mejor que dejarse deslumbrar por el glamur americano.
« Hay que decir no al cine codificado », había dicho por la mañana en rueda de prensa, donde señaló que había rechazado papeles en Hollywood para no ser «la esposa de». «Hay que saber rechazar papeles y no entrar en un sistema donde se nos ve solo de una manera. Hay que saltar a lo desconocido, saltar de los códigos machistas», presumió.
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