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Easy Rider

El delirio de dos moteros «colgados»

Pese a la revolución social de EE.UU. durante la época, Hollywood decidió seguir optando por los patrones que, hasta el momento, le habían funcionado. Hasta que llegaron las drogas, Dennis Hopper, Peter Fonda, Jack Nicholson... y su «Easy Rider»

Peter fonda y Jack Nicholson en un fotograma de la película «Easy Rider», dirigida por Dennis Hopper
Lucía M. Cabanelas

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A finales de los sesenta, la sociedad americana dio un giro radical. Dejó a un lado el buenismo, se saltó las censuras y se impregnó de una rebeldía silenciada durante años. Inmersos en los aires de cambio, se entregaron a las drogas como método de protesta, de evasión, y ya nada volvió a ser como era. Pese a la revolución social de EE.UU. durante la época, Hollywood decidió seguir optando por los patrones que, hasta el momento, le habían funcionado: los hippies, las manifestaciones... todo lo que sucedía en el mundo real no tenía cabida en la gran pantalla de la consumada industria. «Nadie se había visto nunca retratado en una película. En todos los love-in del país, la gente fumaba marihuana y tomaba LSD, ¡pero el gran público seguía viendo las películas de Doris Day y Rock Hudson!», escribe Peter Biskind en «Moteros tranquilos, toros salvajes». Pero todo cambió con la irrupción de Dennis Hopper tras las cámaras con «Easy Rider (buscando mi destino)» (1969) . Dándole gas e imponiendo su indómito estilo, el también actor se convirtió en gurú de la contracultura y propinó, por primera vez, una bofetada al sistema... desde dentro.

Peter Fonda (hijo de Henry Fonda y hermano de la actriz Jane Fonda) y Hopper presentaron el proyecto «Easy Rider» a Raybert (compañía fundada por Bob Rafelson y Bert Schneider), un intento a la desesperada de conseguir financiación ya que nadie estaba dispuesto a invertir dinero en el gamberro de Dennis Hopper. Jack Nicholson asesoró a los fundadores: «No es exactamente un tipo al que convenga darle un poco de pasta y decirle: "No hay ningún problema", ¿me entiendes?».

Pero no lo hicieron. Cuenta Biskind que cuando Fonda y Hopper estaban a punto de entrar en el despacho de Nicholson para colocarse, Rafelson, que por algún capricho del destino confiaba en Hopper, le espetó a su socio Schneider: «Este tipo está como una regadera, pero creo ciegamente en él, y creo que hará una película estupenda para nosotros». Costó medio millón de dólares y recaudó casi veinte (19,1).

El rodaje fue en sí mismo una odisea digna de cualquier película. El tiempo se les echó encima, improvisaron como pudieron con lo que tenían a mano, empezaron peleas que perduraron durante décadas y el proceso se cobró, entre otras cosas, el divorcio de Hopper, porque su mujer por aquel entonces, Brooke Hayward, no confiaba en el talento actoral de Peter. Entendieron cuando ya era tarde que rodar una película no era algo sencillo. Comenzaron sin guión, sabiendo únicamente que querían filmar «un viaje ácido» , y los nombres de los personajes a los que interpretarían: Billy, interpretado por Hopper (en honor a Billy el Niño) y Wyatt, al que daría vida Fonda (por Wyatt Earp, conocido como el Capitán América). El rodaje fue un caos, y los impulsores del proyecto fueron perdiendo la cabeza: « Dennis era un maníaco, un psicópata casi . Tenía siempre un par de pistolas cargadas encima de la mesa . A él le gustaba ese tipo de atmósfera», contaba uno de los técnicos de sonido.

Hopper empezó con el pie izquierdo desde el minuto uno: arengando al equipo, humillándolos y reconociendo únicamente su labor como la buena: «Aquí hay una sola persona creativa: yo. Los demás sois solo mano de obra contratada, esclavos ». «Estaba loco, deliraba, probablemente por el efecto de alguna combinación de drogas y alcohol», recuerda Bryant, uno de los tres cámaras. Hasta su compañero, Peter Fonda, criticaba su vanidad, ese autoimpuesto afán de protagonismo que estaría a punto de tirar la película por la borda. La única forma de calmarlo era recordar a su héroe, el malogrado James Dean: «A Jimmy eso no le gustaría, Dennis».

La realidad supera a la ficción

Uno de los mayores encontronazos del rodaje se produjo cuando filmaban la escena del «viaje de ácido» en el cementerio. Hopper no quería que Fonda actuase, sino que mostrase su lado más personal hablando de su madre, que se había suicidado , para una escena en la que su personaje debe increpar a una estatua de la Virgen.

Puesto de anfetamina, Hopper le dijo a su compañero, sin miramientos: «Quiero que te subas ahí, tío, quiero que te sientes ahí, esa es la estatua de la libertad italiana, tío, quiero que te subas ahí y te sientes en tus rodillas, quiero que le preguntes a tu madre por qué te abandonó ».

—Hoppy, no puedes pedirme eso. Te estás aprovechando. Que formes parte de la familia de Brooke no te da derecho a pedirme que ventile todo eso. El Capitán América no tiene padres, tío. Él nació por generación espontánea. No pienso llevar a la pantalla el complejo materno de Peter Fonda— protestó el actor.

—Nadie se va a dar cuenta tío. Tienes que hacerlo —insistió Hopper.

—Todo el mundo se va a dar cuenta. Todos saben qué pasó —continuó Fonda.

Escribe Biskind que, a pesar de que era Fonda el que debía estar molesto con la situación que acababa de vivir, fue Hopper el ofendido, y a punto estuvo de echarse a llorar. Finalmente, el actor se subió a la estatua y dijo: «Eres una estúpida, madre. Te odio, no sabes cómo te odio ». Y, mientras, Hopper observaba la escena descompuesto. «Esa fue la primera vez que verbalicé algo relacionado con mi madre. La verdad es que sentí que me derrumbaba. Sollozaba», reconoció Fonda.

Cuentan los presentes que Peter nunca se recuperó, pero que «confiaba ciegamente en el director y por eso traspasó la frontera de lo que se suponía que sabía. A partir de ese día se produjo una grieta en su relación con Dennis, una grieta que nunca se cerró ».

«Easy rider» ya se había convertido en mito antes de finalizar el rodaje. Cuando este concluyó, un paranoico Hopper exigió tener todo el material filmado y Barry Feinstein, miembro del equipo, le tiró las latas. Ambos se enzarzaron en una pelea, y terminaron en la habitación que compartían las actrices Toni Basil y Karen Black. Y el cruce de reproches comenzó, evidenciando el deterioro de una relación imposible sin la cual esta película jamás existiría. Hopper terminó acusando a Fonda de acostarse con la segunda, algo que esta no dudó en desmentir: «Yo nunca me metí en la cama con Peter Fonda» .

El resultado durante un pase a Rafelson no fue el esperado. El productor afeó el contraste de la cinta, asegurando que algunas escenas filmadas eran excesivamente oscuras y estaban mal enfocadas. Hopper, inestable, se abandonó a una espiral de drogas, alcohol y violencia. «Excesivamente peligroso» , recuerda su mujer. A pesar de la detención de Hopper, de los intentos de Fonda por desvincularlo del proyecto y demás, Schneider consiguió convencer a Columbia Pictures para que distribuyera la película y Rafelson persuadió a Hopper para que contratara a Jack Nicholson , «que lo tendría al tanto de todo lo que ocurría o, como luego dijo Jack, para que evitara que Dennis y Peter se matasen el uno al otro», explica Biskind.

Nicholson, otra leyenda más del rodaje

Cuenta la leyenda que Hopper tenía miedo a las motos («odiaba esos cacharros») y que « Nicholson fumó una enorme cantidad de droga durante el rodaje de la escena en que acampaban alrededor del fuego, cuando los tres discuten la posibilidad de una invasión de habitantes de Venus. Él ha alardeado de que fumó hierba todos los días durante quince años, pues así ralentizaba el tempo de su trabajo actoral», cuenta Biskind. Seis meses más tarde, el por entonces mediocre Nicholson se convertiría en una estrella de cine .

La película terminó, y la contracultura enseguida aplaudió el esfuerzo por plasmar una realidad silenciada hasta entonces: por fin habían hecho una «buena película de moteros». La enviaron al Festival de Cannes y ganó el premio a la mejor ópera prima . Obtuvo dos nominaciones al Oscar, una para Nicholson , encumbrado tras el filme, y otra para el guión, que tantos quebraderos de cabeza había provocado. También Nicholson tuvo presencia en los Globos de Oro, con una candidatura. El éxito fue rotundo. «Recuperamos todo el dinero en la primera semana. En una sola sala», terminó admitiendo el siempre inestable Hopper, por fin satisfecho.

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