'Aún estoy aquí': La entereza de una mujer y la elegancia de una actriz, Fernanda Torres
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El crítico de ABC Oti Rodríguez Marchante analiza la película brasileña dirigida por Walter Selles, una de las grandes sorpresas de las nominaciones a los Oscar

El título de la película, 'Aún estoy aquí', podría decirse que también alude a la situación de su director, Walter Salles, que llevaba más de una década 'desaparecido', o casi, desde que hizo 'En la carretera'. Uno de los grandes cineastas brasileños que irrumpió ... en el panorama internacional con 'Estación Central de Brasil' en 1998, y que llega ahora con otra obra valiosa, y que lo puede ser aún más si consigue alguno de los tres Oscar a los que aspira, mejor película, mejor actriz principal (Fernanda Torres) y mejor película en lengua no inglesa. Su protagonista, Fernanda Torres, ya ha ganado el Globo de Oro y no está descartada para llevarse el Oscar por el hueco que ha dejado (¡!) Karla Sofía Gascón, aunque Demi Moore por 'La sustancia' y Mikey Madison por 'Anora' le llevan algún cuerpo de ventaja.
'Aún estoy aquí' aborda un asunto muy tratado por el cine hispanoamericano, especialmente el argentino y el chileno: los desaparecidos en la dictadura, y valgan como ejemplo 'La historia oficial', de Luis Puenzo, o 'Missing', de Costa-Gavras. Walter Salles recoge la historia real de Rubens Paiva de las memorias de su hijo, Marcelo Rubens Paiva, y cuenta los hechos de aquel Brasil de principios de los setenta durante la dictadura de Castelo Branco cuando irrumpieron unos militares un día en la casa de la familia Paiva y se llevaron al padre, ingeniero y ex diputado por el Partido Laborista, y la personalidad, estilo y resistencia de su madre, Eunice Paiva, para sostenerse a ella y sus cinco hijos contra el silencio y la amenaza de la dictadura.
La película es magnífica emocionalmente y está diseñada en cuatro bloques, los dos últimos menores y a modo de epílogo. Se entra a la historia con el relato feliz de una familia grande e instalada, que vive sin excesiva intranquilidad la situación del país… Reuniones familiares, días de playa, anécdotas de una casa con tanto niño y un perro adoptado, alguna conversación entre adultos que sugiere cierta desconfianza y cautela (a la hija mayor la envían con unos amigos a Londres), y todo ello rodado con luz y alegría, incluso con el uso de materiales caseros, fotografías y películas familiares en súper 8.
Cambia la situación, y el tono, y la luz con el drama de la 'desaparición' (las secuencias de interrogatorio y encierro de ella y su hija son tremendas), y la película de Walter Salles se torna triste, oscura y silenciosa, con un magnífico trabajo de matices de la actriz Fernanda Torres. Lo visual, lo formal, se amolda al estado de ánimo de la historia, y la fortaleza y serenidad de Eunice es ya el punto de mira casi exclusivo de la película. Lo más extraordinario de ella es, sin duda, el modo con el que la actriz dignifica al personaje, la elegancia, la nobleza y categoría que le presta Fernanda a Eunice para disolver la ponzoña del régimen alrededor de sus hijos y para devaluar (despreciar) con sencillez y finura a los orcos y al lado oscuro.
En sus tramos finales, y con el paso del tiempo, Walter Salles en un par de saltos le procura a su película la emoción de un homenaje, y aparece Fernanda Montenegro (la protagonista de aquella 'Estación Central de Brasil y madre de Fernanda Torres) y ocupa ese lugar silencioso, resignado de quien no dejó la lucha para remendar una vida rota; y la vida, la familia, sigue…
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