Crítica de 'Fly me to the Moon' (***): La mujer que le vendió al mundo el alunizaje del Apolo 11
Greg Berlanti, director de series como 'Flash' o 'Arrow', ahonda en la temática de la llegada del hombre a la Luna
Estreno de «Fly Me to the Moon» en Berlín con la presencia de Scarlett Johansson y Channing Tatum

La historia de aquel pequeño paso del hombre en la Luna y el gran paso de la humanidad, como es natural, le ha dado al cine mucho material épico y narrativo, sobre la preparación, sobre la gesta, sus consecuencias, sus actores principales y secundarios, títulos ... como 'First Man', 'Figuras ocultas', 'La luna en directo', 'Apolo 13'…, y ahora, el director Greg Berlanti, muy curtido en la serie televisiva y menos en el cine, trae a esa historia universal uno de sus pliegues más terrenales, o terrícolas: ¿qué imágenes de aquella aventura vio el mundo?
Cualquier persona habrá oído ya una de las 'conspiranoias' favoritas de las últimas décadas, junto a la del 11-S, el terraplanismo y el malvado Walt Disney, y es la que nos informa de que lo que se vio en julio de 1969, el alunizaje de Neil Armstrong y Edwin Aldrin, fue un montaje preparado en un Estudio y filmado por algún amigo de, por ejemplo, Kubrick. Pues 'Fly me to the Moon' relata los meses de preparación para el lanzamiento del Apolo 11, los desvelos de la Nasa por ganar la carrera espacial a los rusos y, lo esencial, lo que influyó un personaje inesperado, una mujer lista para el 'marketing' y capaz de venderle una camiseta sucia a Cary Grant.
Berlanti le da el centro de la historia a este personaje, que interpreta con enormes limaduras de actriz clásica Scarlett Johansson, atractiva, poderosa, eficaz, seductora y astuta para convertir una hazaña de la ciencia y la aventura en un espectáculo comercial y publicitario. Los recursos del personaje para encandilar políticos, personal de la NASA y marcas importantes funcionan en la película como material propicio de la comedia, con grandes momentos para entretener la otra trama, o sea, las grandes dificultades técnicas y económicas que tiene que resolver el jefe del operativo, papel que interpreta también con gran carisma Channing Tatum.
Es, por lo tanto, una película con varias intrigas, las técnicas, las económicas y las románticas, pues nadie pone en una pantalla a dos ejemplares humanos como Johansson y Tatum para que no se miren, se engatusen y besuqueen con esa mezcla de desconfianzas y deseos para los que el cine siempre tiene una música especial. Por otro lado, está el dilema: ¿qué ve el mundo, la realidad de los hechos o esa otra realidad enorme y maravillosa de la ficción?... Y para el dilema, la película encuentra un personaje que, aunque gracioso y peligroso, está algo desenfocado, que es el tipo oscuro que interpreta Woody Harrelson, al que entre el guionista (Rose Gilroy) y el propio actor, tan dotado para ello, convierten en una caricatura.
Y esta mirada desde uno de los márgenes al centro de aquella empresa es entretenida y fresca, está magníficamente ambientada y envuelta en color y glamour, procura ciertas reflexiones que aluden a aquel mítico '¿qué se imprime la realidad o la leyenda?' de Liberty Valance, y que tiene ese punto de patriotismo a la americana que quizá le dé algo de alipori a quienes se consideran ciudadanos del mundo pero no terrícolas.
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