No ni ná
Pronto es tarde
Ahora ya no somos lugar de paso de la droga sino territorio colonizado
En el avance de 'última hora', a pie de pantalla de la televisión pública, aparecía una inquietante referencia: «Detenido en Benalmádena 'El cateto', por la muerte de José Luis. Hablamos en unos momentos con 'Los Justitos'». Así, tal cual, bien podría parecer un extracto de ... un 'quinquichat', pero el avance emplazaba a una noticia relacionada con una balacera en Rota entre dos clanes y en la que murió un joven apodado 'El Indio'. Dicen algunas fuentes que las diferencias entre los clanes tenían como trastienda el negocio de la droga. Ese es el motivo principal por el que los ajustes de cuentas se nos han colado en la parrilla habitual de la sección de sucesos sin darnos cuenta de la trascendencia de la escalada de violencia que estamos asumiendo sin rechistar y que es directamente proporcional a la expansión de las mafias de la droga por Andalucía. La semana pasada hubo tiroteos en Málaga y la barriada La Plata de Sevilla.
La detección de un narco submarino en Azores con destino a la desembocadura del Guadalquivir nos amplió hace poco la dimensión del problema. A la ruta del hachís de la que éramos puerta de Europa se le ha sumado la de la coca internacional. Y ahora ya no somos lugar de paso sino territorio colonizado. Los grandes distribuidores están echando redes en el magnífico caldo de cultivo que son nuestros ghetos urbanos de los barrios más pobres de Europa y tienen un buen caladero de mano de obra en el desempleo juvenil de las zonas costeras para asegurar una buena cabeza de puente entre Iberoamérica y Europa.
La reiteración de persecuciones a narcolanchas en el Guadalquivir, antes inéditas, es ahora una constante diaria, aunque el subdelegado, con la habitual tendencia del Gobierno al que representa a tratarnos como niños de baba, diga que se trata de hechos aislados y de embarcaciones que en los días de temporal se resguardan en el río. Las plantaciones ilegales se multiplican en las zonas rurales y en las fincas. El lujo de la Costa del Sol ampara a los blanqueadores. Las mafias internacionales se asientan en las mansiones. Así se estructura socialmente el negocio, al que Andalucía ofrece mucho más que una localización estratégica.
El último mierda en la estructura es un mandado para atemorizar a los jueces con una navaja y un bote de pintura. Como le ocurrió a la jueza del caso Barbate con su coche. Qué solos están los jueces… y los fiscales, y los que luchan in situ con y sin uniforme, los que desde las asociaciones de vecinos, la política local o el periodismo de investigación nos están advirtiendo de esta deriva, de esta tragedia, que pervierte a la sociedad hasta el punto de que hay zonas en las que el universo 'narco' es un paradigma social y hasta cultural. Están ganando terreno y el Estado no puede permitirlo. Todos los recursos serán pocos para impedir que la mancha se quede agarrada al tejido social andaluz o será una catástrofe. Este corredor de la droga es el de la muerte para Andalucía.
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