Sevilla al Día
Ministro de la comedia
Tiene gracia que el mismo Óscar Puente que censura preguntas sobre la amnistía no tuviera respuestas para el puente de la SE-40 o la red de metro
Al legado de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno sólo le faltaba encontrar un personaje como Óscar Puente para abrochar la etapa más esperpéntica de la democracia española. Último puntal del proceso de descrédito ministerial que inauguraron aquellos seis efímeros días de Màxim 'el breve', ... paradójico defraudador que defraudó al paradigma del fraude, y que ya es menos indecoroso que cualquier otro representante de este abyecto periodo. Como aquella otra ministra amoral que vio el «éxito garantizado» en la mancebía del comisario Villarejo, como el aliento de Carmen Calvo para acudir a la contagiosa manifa del 8-M, como el palmoteo impudoroso de María Jesús Montero cada vez que se cita con el autócrata o como aquellas miradas «peligrosas» –que cantaba Rafael del Estad– del ya lejano José Luis Ábalos y las cuarenta maletas.
Un lustro y cien escándalos después, seguimos en el mismo punto sonrojante de partida. Que parecía abrochar el ministro oximorón (un antitaurino al frente de Cultura) y que ahora sublima el simpar Óscar Puente, matón de manual y mastín monclovita para el que preventivamente deberían colocar un cartel de «cuidado con el ministro» en el pórtico de la sede de Transportes. El penúltimo chambelán de su sanchidad, que ya le arrancó aquella maquiavélica carcajada en la suicida investidura de Feijóo, lo volvió a descojonar por sus arrestos para venir a presentar 350 metros de carretera a la provincia de los proyectos inacabados.
Se negaba el líder 'popular' a participar en aquel «club de la comedia», como si aquello nos fuese a librar a los españoles del escarnio de este comediante. El chiste de Espartinas fue antológico: cuarenta años reclamando una salida a la autopista para que la terminen haciendo en el extremo opuesto al origen del problema (Olivares-Villanueva del Ariscal), por donde seguirán pasando 21.000 vehículos diarios a través de su arteria principal. Presumía el ministro de esta inversión de 2,5 millones de euros, después de haber destinado 2.400 millones para el aeropuerto de Barajas, 1.775 millones para el puerto de Algeciras y 656 millones al de Valencia. Lo dicho, un chiste.
Como chiste fue que el mismo Óscar Puente que hace una semana censuró las preguntas sobre los delitos de terrorismo –«¿no hay otro tema en este país?»–, no tuviese respuestas para el cierre de la SE-40, la red de metro o la conexión ferroviaria al aeropuerto. También le íbamos a preguntar por el cercanías, pero nos soltó a los perros. Y por si no era suficiente con el bulldog de su gabinete, ahí estaba el presidente provincial para hacer méritos. Llevaba razón Feijóo: son del club de la comedia.
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