pásalo
El Algarrobico no se derriba
Si no lo derriba un meteorito, ese monumento al terrorismo ambiental seguirá en pie
SE aceptan apuestas. A ver, ¿qué caerá antes, el meteorito ese que tiene un dos por ciento de impactar en el hemisferio sur y jamarse media humanidad o el derribo de la vergüenza medioambiental del Algarrobico? Vamos. Soplen los dados, tírenlos sobre la mesa y ... apuesten a una de las dos casillas. Pero me temo que, pese a que lo del meteorito tiene una probabilidad de impacto casi decimal, antes acabaría con los dinosaurios actuales de la India y África que estos ojos nuestros vieran desaparecer la intolerable montaña de hormigón plantada en un parque natural de Andalucía. La historia se remonta a ese momento mágico en el que te asomabas al lugar y todo era playa y mar. Naturaleza virgen. Esos lugares que ponen a salivar de gusto a los promotores y alcaldes talibanes del ladrillo. Sus hijos serían pequeños. Y usted casi un pollo pera en edad de merecer. Aquello fue tan indignante como las bombas de Palomares que se tragó Fraga en un meyba de los sesenta donde cabía un destructor yanqui. El Algarrobico es el icono vergonzante de una política expansionista de urbanismo agresivo autorizado, con sus licencias de obras, por el Ayuntamiento socialista de Carboneras y la tolerancia penal de la Junta del PSOE. Todo en nombre del progreso y del dios verde de la ecología. Greenpeace lo calificó como el símbolo de la destrucción del litoral andaluz.
El megaproyecto era faraónico. Un verdadero complejo religioso al dios del ocio que ni los templos que Ramsés II levantó en Abu Simbel le pudieran echar el pie. Lo de Trump en Gaza se queda en fonda de pueblo. Se violaba la virginidad del parque natural del cabo de Gata-Níjar. Y se daba vía libre a un edificio de 21 pisos de altura, en la ladera de una montaña, ocupando 20 mil metros cuadrados de un territorio protegido, con 411 habitaciones y varias piscinas a 14 metros del mar, obviando la ley de costas. Insisto: en un parque natural y con licencias de obras del partido más ecologista de la biodiversidad política, garante de un mundo feliz e incontaminado, tan verde como lo que pasa debajo de un edredón de la isla tentadora. En 2003 se empezaron las obras. En 2006 se suspendieron por orden de un tribunal almeriense. El pulso entre la promotora, los políticos y los colectivos ecológicos, se enredaron en un laberinto de resoluciones judiciales que, a día de hoy, el insulto sigue en pie. Aquel mismo año, Manuel Chaves, presidente de la Junta, anunció que el hotel sería derribado. Dieciocho años después, la señora Montero, inaugura su campaña como lideresa del socialismo andaluz, tomando su derribo como bandera. Lo que pudrió su partido le sirve para promocionarse. No solo las lagartijas mudan la piel. En política suele ser habitual. Juanma Moreno también ha jurado derribar el adefesio. Llegado a este punto tiren sus dados y hagan su apuesta. Pero me da que si no lo tira un meteorito ese escándalo medioambiental seguirá vigente…
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