Perdigones de plata
Un hombre de blanco
Tienes que ser de Niro para salir airoso del atentado que supone exhibirte de blanco
Okupa inkluido
El repelús
¿Acaso se trataba de una desgraciada fotografía pletórica de mala calidad o era que me había tornado daltónico repentino como aquel joven Mickey Rourke en 'La ley de la calle'? Miré. Remiré. Observé. Radiografié. Me froté los ojos. Incluso agarré las gafas que usaba ... antes de que me operasen para enchufarme lentes intraoculares. Y seguí viendo a nuestro Ábalos, en una foto publicada aquí mismo, cuando celebraba su boda (creo que la segunda) vestido de… ¡blanco! De blanco nuclear el pantalón y la chaqueta y la camisa. O sea, que usaba un traje blanco de pureza inmaculada con chalequito a juego y todo cuando esa sacrosanta celebración.
Perdonaría, quizá, que para eso somos católicos, sus presuntos chanchullos de trapacerías económicas, o su querencia hacia la vida de alterne o alternativa, o su arrogancia cuando las entrevistas, pero qué difícil resulta perdonar a un hombre que se enfunda un traje blanco para un momento tan trascendental. Consulté a mi admirada Inés Table, una de las expertas en moda de esta casa, sobre semejante blancura nupcial. En efecto, me confirmó, bastante escandalizada, que se trataba de algo no sólo imperdonable, sino también inconcebible. Un hombre que se casa de blanco es culpable de lo que sea y no merece presunción de inocencia. Sólo si eres Robert de Niro puedes vestir de blanco por exigencias del guión y con camisa rosa de picos infinitos. Al tío seguro que le sienta de maravilla. Luciría elegante de esa guisa pero el resto de los varones pareceríamos payasos. Tienes que ser de Niro para salir airoso del atentado que supone exhibirte de blanco. De blanco también se desposan en segunda nupcias los modernosos cincuentones que te convidan a Ibiza. Te invitan a la boda, no al hotel ni al avión, que conste. Y exigen a la concurrencia vestir de blanco para no desentonar sobre la pálida arena. Pero son bodorrios como de opereta y destilan perfume carnavalero-estival. Ábalos de blanco. Lo que nos faltaba. Bueno, supongo que todos arrastramos un pasado… Aunque unos más que otros.
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