TIRO AL AIRE
Chicas, a las armas
Las afganas llevan tres años condenadas al 'calladita -y tapadita- estás más guapa' por imposición. Enterradas en vida
No se ofendan (o sí)
El callo sanchista
Imaginemos que un día, en España, un gobierno prohibe los programas de radio presentados por mujeres. Ya no se podría escuchar a Julia Otero, a Àngels Barceló ni a Pilar García Muñiz. Supongamos que prohibe cantar a las mujeres: olvídense de la voz de Luz ... Casal, de la de Sole Giménez. Lo cierto es que no lo podemos ni imaginar. De alguna forma, ocurre lo mismo con Afganistán. ¿Cómo va a ser posible que se prohiba la voz de la mujer en público en un país entero?
Mi cabeza quiere que el Ministerio del Vicio y la Virtud sólo sea un mal chiste. Pero no lo es y duele el estómago al confirmarlo. Como tantos dolores, no sirve para nada. Como no lo haría salir a la calle a manifestarse, ni mantener uno o mil minutos de silencio. A veces hay cosas y hasta instituciones que no sirven.
Tengo algunas amigas en grupos feministas que han logrado, con paciencia y cautela, sacar a decenas de afganas y sus familias de aquel infierno. Ya es algo, sí, pero son ¡41 millones de habitantes! La mitad, mujeres. Y hablamos de Derechos Humanos.
Las afganas llevan tres años condenadas al 'tradewifismo' forzado, a la 'otredad', al 'calladita -y tapadita- estás más guapa' por imposición. Enterradas en vida. No pueden estudiar después de los 12, no pueden trabajar fuera de casa, no pueden salir ni subirse a un vehículo sin un hombre.
No pueden. No pueden. No pueden nada.
Y aquí, ¿ qué podemos hacer desde aquí?
Esperen, pero ¿hay precedentes? ¿En qué parte de la historia de la humanidad podemos buscar para saber qué hacer? ¿Nos sirven las Cruzadas? ¿Las guerras de secesión? ¿De liberación? ¿En qué parte de la Biblioteca Universal tengo que mirar?
Esperen, una esquela. El pasado 27 de julio murió la escritora Edna O'Brien, una de las grandes voces de la literatura irlandesa. Rebelde, feminista, cronista de la vida de las mujeres y, a la vez, autora de biografías de James Joyce y Lord Byron, llegó a ver su voz silenciada porque en 1960 se prohibió una de sus novelas, 'Las chicas del campo'. Hablaba de jóvenes y sexualidad. Con casi 90 años, viajó a Nigeria para investigar y escribir sobre las niñas raptadas y violadas por Boko Haram. «Las mujeres necesitan armas», dejó dicho.
Hay que hacer caso a las grandes. A las históricas. A las valientes. Como O'Brien.
Quizá el único camino es una OTAN femenina, con escuelas de Eurofigther y F35, con Leopard y Lecrec. Convocar a las mejores expertas de guerra tecnológica. Nombrar una líder militar. Tener determinación de guerra. Y tropas. Una mili internacional. Diseñar una operación bélica para arrasar talibanes. Al carajo el pacifismo. El respeto a eso que llaman otras culturas. Eso no es cultura. Es dictadura. Y hay que volarla con armas. Las que sean.
Sé que lo haríamos por las voces españolas. Ojalá también por las afganas.
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