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LA TERCERA

La cruel dictadora

«Puede que la moda sea Venezuela, pero no por menos visible es más benigna la dictadura en Nicaragua, ni menos grave la opresión ni menos tétrico el panorama. El camino lo han pavimentado para que Rosario Murillo se consagre como la más longeva y cruel de las dictadoras»

Trump y los hispanos

Elogio de la lectura

CARBAJO&ROJO

John Mario González

Se la ha subestimado, sin duda. Tal vez por su apariencia, su maquillaje desaliñado, el exceso de collares, pulseras y sus treinta y tantos anillos en los dedos. O quizá porque no fue comandante guerrillera lleva la desmesura a flor de piel, es charlatana con ... una verborrea difícil de digerir, le llaman loca y hasta se duda del secretariado ejecutivo que, según dice, realizó en Suiza cuando era adolescente. Pero se olvida que en su reino realizó los cursos más prolongados de crueldad, persistencia, ambición y manipulación, con infinita paciencia. Una sola medida puede arrojar luces de su larga sumisión y resistencia a la espera de la oportunidad de imponerse. Cuando los jóvenes oficiales Hugo Chávez Frías y Raúl Baduel, entre otros, prometían en 1982 «romper las cadenas que sometían al pueblo», bajo el centenario árbol del samán de Güere en Venezuela, Rosario Murillo cumplía 13 años en el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Ya fuera como militante rasa, como mujer o secretaria de Daniel Ortega –quien fungía como coordinador de la junta de gobierno al triunfo de la revolución, desde julio de 1979– o como aprendiz de las disputas encarnizadas por el poder. Como aquella con el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal.

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