Cabeza fría
No juguemos con el Rey
La política sin líneas rojas de Sánchez genera tanta indignación que hay una pulsión por utilizar a Felipe VI para desgastar al socialista. No se les puede hacer mayor favor a los republicanos
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Es muy cierto aquel refrán de que cualquier tiempo pasado parecer mejor. Yo, desde luego, no recuerdo ningún otro presidente que generara tanta indignación, tanto antagonismo y tanta ira como Pedro Sánchez de una manera tan sostenida en el tiempo y por tantas decisiones distintas. ... Buena parte de la población no entendió el cambio de postura de Felipe González con la OTAN y al primer presidente socialista de la democracia le tocó aguantar lo suyo con los GAL y la corrupción que se lo acabó llevando por delante; José María Aznar tuvo que soportar la indignación ciudadana que provocaron el Prestige, la guerra de Irak y, ya en sus últimos días, la versión que el Gobierno dio sobre el 11-M; José Luis Rodríguez Zapatero levantó ampollas con la reforma del aborto, el matrimonio entre homosexuales, el Estatut catalán y el disparate de gestión económica al final de su mandato; Mariano Rajoy fue el primer presidente en ver el Congreso rodeado de manifestantes por la desafección entre políticos y ciudadanos, culpa de la austeridad y los recortes, y le tocó pilotar la respuesta ante el desafío secesionista en Cataluña. Pero en todos estos casos hablamos de crisis con nombres y apellidos.
En el caso de Sánchez, no. El presidente ha evolucionado desde 2018 dejándose guiar solo por un instinto de supervivencia. Así ha ido lapidando al Pedro que ganó una moción de censura prometiendo regenerar España (y durante tres meses quiso hacerlo), para dar paso al sanchismo, cuya guía no es ni regenerar el país ni llevar a cabo un determinado programa de Gobierno sino seguir en el poder. El tablero de juego y las líneas rojas que existían hasta su llegada (cambiantes, pero existían) no le permitían sobrevivir políticamente. Así que optó por tirar ese tablero y jugar sin líneas rojas, provocando en un sector cada vez más amplio una indignación que además de ser continua raya el odio.
Nada ven suficiente con tal de intentar echar al socialista, sin profundizar en que es el único que puede adelantar las elecciones generales, y que los precedentes anteriores de presión y desgaste no sirven ante el sanchismo. Así, con la mejor intención pero sin ahondar en la literalidad de las funciones del Rey, hay un sector creciente deseoso de utilizarlo para desgastar a Sánchez. Es como se han creado polémicas como la de si debía o no firmar la amnistía cuando no podía no hacerlo; o se han exagerado las tensiones entre la Casa del Rey y el Gobierno para trasladar la idea de que Sánchez ningunea al Monarca (nada bueno para la imagen del Rey) o de que Felipe VI desaprueba de manera personal lo que hace Sánchez (peor todavía meterlo en política).
No hay mejor regalo para los republicanos que situar al Jefe del Estado en el bando de la derecha, porque así deja de ser el Rey de los votantes de la izquierda, que es donde puede tener más predicamento la idea de cambiar monarquía por república. La Corona es el símbolo más fuerte que tenemos de la unidad del Estado. No juguemos con el Rey, no vaya a ser que luego nos arrepintamos.
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