La tortura etrusca
Y nadie supo ya quién era el vivo y quién el muerto. ¿Quién pudre a quién? Mala pregunta
No fue el único san Agustín en transcribir la historia de los piratas etruscos, que él -siguiendo fuentes antiguas, Cicerón ante todo- nos dice proceder de un escrito perdido de Aristóteles. Pero es la suya, no hay duda, la versión literariamente mejor construida ... de eso, que, más que anécdota bastante horrible, da imagen plástica de un fantasma oscuro.
Es un cuento cruel, que Villiers de l'Isle-Adam o Borges no hubieran desechado. Parece ser que ingeniosos maleantes marítimos habrían dado con este refinadísimo protocolo de tortura, a aplicar sobre aquellos que pudieran resultarles antipáticos: «Los navegantes que caían en manos de los piratas etruscos, eran asesinados con ingeniosa crueldad: sus cuerpos eran atados, los vivos con los muertos por parejas, frente a frente y lo más apretadamente posible». Y así, de algún modo, el cuerpo del torturado moría en vida. «Hasta que se descomponían juntos», anota Clemente de Alejandría.
Me ha vuelto la fantasmal metáfora muchas veces en los tres últimos años de política española. El tiempo de las identidades fue volado por el ascenso del Dr. Sánchez . Y toda la relojería que, desde 1978, blindaba un bipartidismo nacional, sincronizado con generosas mamandurrias en Cataluña y Vascongadas, se esfumó. Y España amaneció ingobernable. Se anudaron parejas, entonces. De vivientes con cadáveres. Mutuamente estrujados. Y la podredumbre de unos empezó a ser degustada por los otros. Y la hallaron placentera, parece. Y nadie supo ya quién era el vivo y quién el muerto. ¿Quién pudre a quién? Mala pregunta.
El PSOE se soldó a Podemos. La corrupción que inventó González se fundió con el agusanamiento venezolano de los jóvenes no tan airados. A las primeras ataduras respondió el tierno caudillo, en el Parlamento, con un espolvoreo de cal viva, acerca de la cual la edad no le permitía entender gran cosa. Muy pronto, fueron cogiéndole gusto al dulzón zombi, a cuya pudrición el destino los ataba. Porque son dulces los honores del Estado y, sobre todo, su sueldo. Y al aroma descompuesto uno acaba por hallarle encanto. ¿Cuál de los dos iba a consumar en muerte la gangrena del otro? Los párvulos habían soñado que sería el viejo PSOE, ley de vida, el que fenecería; podrían entonces ellos alimentarse un buen rato de sus suculentos despojos. A estas alturas, me parece a mí que su cálculo fue errado. Sánchez se zampó la carroña -'sic transit'- de los jugadores de tronos. Andalucía confirmará si queda sin deglutir alguna bacteria.
Ante el PP se abre ahora un horizonte idéntico. Atarse a la anacronía Vox es cortarse cualquier acceso, no ya al futuro; al empírico presente. No hacerlo es asumir la ingobernabilidad total de una tierra que está exigiendo la reforma constitucional a fondo. Sí, cierto que es ingeniosa esta tortura de los piratas etruscos.
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