Ahora la ventanilla, luego la puerta

A la espera de la sentencia y una vez concluido el juicio en el Tribunal Supremo, lo que obligó a su traslado a cárceles de Madrid para asistir a las sesiones de la vista oral, los reos volvieron ayer a Cataluña. No lo hicieron en ... un furgón penitenciario al uso, de esos que anuncian la llegada de la cuerda de presos, sino en vehículos camuflados, como si fueran estrellas del rock llegando a un concierto, lo que confirma el trato privilegiado que la autoridad penitenciaria de la Generalitat está dispensando a los golpistas. Desde que el Gobierno de Sánchez decidió encomendar su custodia a la administración separatista, los nueve están batiendo el récord mundial de recepción de visitas en la cárcel, además de gozar de otros privilegios (como manejar teléfonos móviles a su antojo) que están vedados al resto de la población carcelaria. Como ejemplo de ese trato de «huéspedes», valga esa apertura de la ventanilla de la furgoneta para saludar a las dos docenas de «indepes» que actuaron ayer como «grupies» de la banda del lazo en las inmediaciones de Lledoners.

Mejor trato aún está recibiendo Oriol Pujol -el primer Pujol condenado- al que la Generalitat de Torra no es que le haya abierto la ventanilla, es que le ha abierto de par en par la puerta de la cárcel para que salga de ella todos los días «a trabajar», pese a que un juez emitió un auto rectificando el tercer grado concedido por la administración carcelaria separatista. Ni por esas, Torra se ha inventado una triquiñuela para que el nene de Pujol, que tiene a sus papás y sus seis hermanos en el banquillo acusados de graves delitos por corrupción, disfrute prácticamente de los mismos privilegios del tercer grado. Alegó Oriol que ayuda en el comedor social, por donde aparece tanto como Brad Pitt, y que está de autónomo en la cristalería de un amigo. Mucho trabajo dice que tiene fuera, pues anda que no hay ventanas en Cataluña. «Nada nada, que salga cuando quiera y si llega tarde a dormir, no le dejéis entrar, que se fastidie», debió decir el director de la cárcel.

Queda claro que fue un inmenso error ceder las competencias penitenciarias a la Generalitat separatista, que primero te abre la ventanilla y luego la puerta, siempre que se trate de «uno de los nuestros»... bueno, de los suyos.

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