Alertan de los riesgos de comprar un coche eléctrico de segunda mano

Los defectos de fabricación, el comportamiento al volante, los patrones de carga y las condiciones meteorológicas pueden afectar significativamente a la salud de la batería

Batería de un coche eléctrico F. P.

A. Noguerol

El Barco de ávila

El vehículo eléctrico se está poco a poco haciendo un hueco en el mercado español, pero su elevado precio respecto a modelos equivalentes de combustión están llevando a numerosos potenciales compradores al mercado de segunda mano.

Según los datos más recientes de las patronales de la automoción, Ganvam y Faconauto, las operaciones con turismos eléctricos puros de segunda mano se han situado en el primer trimestre de este año en las 2.611 unidades vendidas, lo que supone el 0,6% del mercado total.

Las ventas de híbridos enchufables/gasolina de ocasión subieron en lo que va de año un 34,1%, hasta alcanzar las 3.626 unidades. Por el contrario, los diésel/eléctricos enchufables de segunda mano se desplomaron un 65,8% hasta marzo, con 198 unidades vendidas.

Pero comprar un coche eléctrico o electrificado de segunda mano tiene algunos riesgos, derivados fundamentalmente del tipo de uso que se le haya dado al vehículo, y la dificultad de comprobar su estado.

Los defectos de fabricación, el comportamiento al volante, los patrones de carga y las condiciones meteorológicas pueden afectar significativamente a la salud de la batería de un vehículo eléctrico (VE) o electrificado (híbrido o híbrido enchufable) con el paso del tiempo. Descargar la batería completamente y cargarlos de nuevo al 100 % puede degradar las baterías más rápidamente. También puede ocurrir si las someten con frecuencia a los voltajes más altos de los cargadores ultrarrápidos.

Según explican desde Faconauto «sin forma de distinguir las baterías sanas de las deterioradas, los compradores se ven obligados a suponer lo peor, un factor que hace bajar los precios de los vehículos eléctricos de ocasión«. Desde esta organización, que integra a las asociaciones de concesionarios oficiales de las marcas automovilísticas, vehículos industriales y de maquinaria explican que hoy en día »la batería de un vehículo eléctrico usado es una especie de caja negra de la que quedan numerosas incógnitas por resolver«.

Esto no solo afecta a los compradores, sino que las empresas de alquiler de coches o los operadores de vehículos comerciales también se ven perjudicados ante el desconocimiento del valor residual del vehículo. Por este motivo consideran que «un mercado sano y lucrativo para los vehículos eléctricos usados depende de poder determinar lo que ocurre dentro de esas cajas negras».

En la actualidad, existen diferentes compañías encargadas de recopilar datos sobre las baterías de los vehículos eléctricos. Para ello tienen en cuenta aspectos como la capacidad, el estado, los eventos de carga y otra información de diagnóstico relevante. Sin embargo, hay datos más detallados a los que es más difícil acceder, a menos que se haga un seguimiento exhaustivo a los conductores. Los datos estadísticos son útiles, pero no pueden detectar las baterías con defectos de fabricación, por ejemplo.

Los expertos inciden en la importancia de hacer evaluaciones más precisas del estado de la salud y de seguridad de las baterías. Anticiparse en el diagnóstico puede ayudar a los fabricantes a estructurar las garantías y a planificar cuántas baterías de sustitución tendrán que fabricar.

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