Una escena de 'La revoltosa' dirigida por Juan Echanove en el Teatro de la Zarzuela. Foto: Javier del Real

Una escena de 'La revoltosa' dirigida por Juan Echanove en el Teatro de la Zarzuela. Foto: Javier del Real

Música

Madrid, de la corrala al micropiso: Juan Echanove actualiza (y afila) la zarzuela con un programa doble

El Teatro de la Zarzuela presenta 'El bateo' y 'La revoltosa', que incluye un número perdido de la segunda y devuelve la esencia de Lavapiés, el barrio castizo y mestizo de Madrid.

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Si logramos desconectarnos, aunque sea durante un rato, de la gentrificación y la implacable subida de los precios de la vivienda, este mes de abril el Teatro de la Zarzuela puede devolvernos las ganas de besar, de manifestarnos y, por qué no, de vivir en el barrio de Lavapiés.

Y es que, entre el 9 y el 27 de este mes, la Zarzuela, bajo la dirección escénica de Juan Echanove y la dirección musical de Óliver Díaz, nos ofrece un programa doble en el que podremos disfrutar, por el mismo precio y por menos tiempo del que dura una película, de dos de los sainetes más emblemáticos del género chico: El bateo y La revoltosa.

"En los tiempos en los que vivimos, la gente ha necesitado volver a vivir en pisos compartidos, espacios pequeños en los cuales la intimidad y la privacidad son muy difíciles de conseguir. Estas dos funciones ofrecen un espacio muy propicio para mostrar esa vida en comunidad", explica Juan Echanove a El Cultural la noche antes de dar comienzo a los ensayos en el escenario del Teatro de la Zarzuela.

Con música de Federico Chueca y libreto de Antonio Paso y Antonio Domínguez, El bateo se estrenó en 1901, bajo la regencia de María Cristina, cuando la leyenda de la Mano Negra –esa supuesta organización anarquista que, según una campaña orquestada por el gobierno, aspiraba a destruir el orden establecido– aún estaba fresca en la memoria colectiva.

Pese a momentos tan sustanciales como la huelga de los organilleros, este sainete no es tan conocido como debería, posiblemente debido a que su representación estuvo prohibida en nuestro país durante cuatro décadas. ¿La razón? El personaje de Wamba, un anarquista en su versión chulapa que devendrá en caricatura cuando abandone sus principios anticlericales a la puerta de la iglesia para asistir al bautizo –o bateo– de su ahijado, frenado cuando toda la comunidad pone en duda la paternidad del niño.

"Hay algo en el sainete que nos muestra el camino. Pienso en Arniches, en el esperpento de Valle-Inclán, en las películas de Azcona...". Juan Echanove

Mientras, La revoltosa, con música de Ruperto Chapí y libreto de José Luis López Silva y Carlos Fernández Shaw, es uno de los más deliciosos antecedentes de la comedia de enredo. La protagonista es la libérrima, hermosa y empoderada Mari Pepa, que antepone su voluntad al asedio masculino y el desprecio de otras mujeres. Su historia con Felipe tendrá final feliz, aunque los celos, envidias y peleas nos recuerden que todos los vecinos de este sainete desearían tener su historia de amor.

Para Echanove, "el barrio es el verdadero protagonista de los dos montajes". El bateo nos traslada a un Lavapiés "canalla", en construcción, conmocionado por una marejada social de huelgas y anarquismo. La revoltosa, en cambio, ofrece una visión del barrio más liviana, volcada en un comportamiento "seductor, veraniego, excitante".

Un mosaico de historias de amor cruzadas que recuerdan más al mejor Fellini que a una corrala tradicional. Pero si algo tienen en común ambas obras son sus buenas dosis de humor y realidad, que, como nos recuerda hábilmente el periodista Pachi Poncela en las notas al programa, anticipan la consigna de Billy Wilder cuando dice: "Si quieres decirle la verdad a la gente, hazlos reír o te matarán".

Lo interesante es que son "dos visiones del barrio completamente transtemporales", añade el director de escena. "No es que necesite sacar estas historias de su coordenada histórica, pero si de algo nos tiene que servir todo ese patrimonio inmaterial que es el género chico es para identificarlo con lo que ocurre hoy en día".

Escena de 'El bateo' en el Teatro de la Zarzuela. Foto: Javier del Real

Escena de 'El bateo' en el Teatro de la Zarzuela. Foto: Javier del Real

A la pregunta de si queda algo de ese Madrid de corrala, a veces conflictivo, otras hedonista, pero siempre cercano, Echanove responde sin dudarlo: "Algo de esa esencia todavía se sigue encontrando", aunque sea por cómo se gestaron en él los movimientos del 8M o por cómo la resistencia vecinal ha frenado los desahucios durante años.

Escucharlo en su primer ensayo en las tablas del coliseo de la plaza Teresa Berganza da una idea de cómo el humor puede poner a todos de buena gana al servicio de un bien común. "Alvarito, ¡el foco!", ruge contrariado por un deslumbramiento. Y, cuando el tenor Alberto Frías se resbala al subirse a una silla –sin mayor percance–, bromea: "Claro, como nunca has llevado unos zapatos tan elegantes…".

"El número inédito de 'La revoltosa' es corto pero ofrece algo que no había en toda la obra. Chapí está tremendamente acertado". Óliver Díaz

"Hay algo en el sainete que te muestra el camino", comentaba el día antes pensando en Arniches, en Valle-Inclán –que, como nos recuerda, basó su esperpento en el sainete– y en las películas de Rafael Azcona. "Vas día a día sacando matices y… me alegra ver lo que está consiguiendo el elenco", dice. "Las historias pueden tener mucho vuelo, siempre y cuando no nos aprisione 'la carrocería' de la época".

Su moderna propuesta escenográfica se complementa con la más conservadora del director musical, Óliver Díaz, que escoge realizar una interpretación lo más "pulcra" posible. "Si hay un sitio en el que debemos mantener la obra tal y como la pensó el compositor, desde luego es el Teatro de la Zarzuela", afirma. Su mano derecha es la directora auxiliar Lara Diloy, que dirigirá dos de las funciones.

Ella le quita importancia a su papel, el de ser capaz de resolver "todo lo que ocurra", para dársela al personaje de Mari Pepa: "No es la típica protagonista sumisa que espera su destino. Es una mujer fuerte, independiente, que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Para mí, es un personaje adelantado a su tiempo y es un placer poder darle voz y cuerpo en esta producción". "Creo que muchas mujeres de hoy pueden verse reflejadas en ella –añade–, en su lucha por ser escuchada y respetada en un entorno donde a veces se la juzga más por su actitud que por su verdadero carácter".

Una de las grandes sorpresas de esta producción de La revoltosa es la inclusión de un terceto inédito extraviado por un despiste de Correos cuando Chapí lo envió al Teatro Apolo desde el pueblo donde pasaba sus vacaciones. En una carta de ese mismo verano dirigida a sus libretistas comenta que su pérdida le llevó a replantear la estructura de la obra: "Estoy contrariadísimo con el extravío de ese número, pues, aunque conservo el borrador, es un tiempo perdido que en estos momentos es precioso".

María Rodríguez (izq.), Milagros Martín y Blanca Valido en una escena de 'La revoltosa'. Foto: Elena del Real

María Rodríguez (izq.), Milagros Martín y Blanca Valido en una escena de 'La revoltosa'. Foto: Elena del Real

El borrador de ese número perdido ha estado durmiendo más de un siglo entre los papeles del legado de Chapí en la Biblioteca Nacional, hasta que el musicólogo Enrique Mejías lo encontró en 2009 "en una carpeta muy ecléctica, la típica con papeles sobrantes, variopintos, catalogada como La revoltosa/Selección". "De repente, la sorpresa al ver que este número no era una selección para banda ni para sexteto, sino el borrador de este terceto inédito", cuenta sobre el hallazgo.

Para llevarlo a escena, Mejías buscó la complicidad de la directora artística del Teatro de la Zarzuela, Isamay Benavente, y la ayuda de otro musicólogo, el también director de orquesta Juan de Udaeta. "El reto es enorme", reconoce este, y destaca "el fino olfato e ingenio musical" de Chapí a la hora de subrayar, con la música, la acción escénica. Para ello ha procurado seguir el estilo del maestro Chapí con absoluta fidelidad.

"No hay ninguna nota añadida que no esté en su 'boceto musical', escrito para canto y piano", zanja Udaeta. Y añade: "El estilo 'picantón' y divertido de la escena necesitaba que la orquesta participara igualmente del tono jocoso". Por eso recupera otro elemento esencial del género: el disfrute de los músicos. "Hacer una partitura que divirtiera a los músicos del foso era clave, buscando y alternando las diferentes sonoridades de cada grupo orquestal (maderas, metales y cuerda)".

Gracias a su trabajo podremos escuchar este terceto perdido, en el que las mujeres a las que Mari Pepa hace sombra –Gorgonia, Soledad y Encarna– expresan su ira con un resultado que no deja de ser cómico. "El número es muy corto, dura unos tres minutos, pero ofrece algo que no había en toda La revoltosa, en él Chapí está tremendamente acertado", afirma Díaz. "A esa primera parte en la que las tres mujeres critican a Mari Pepa le sigue un zapateado brillante y muy divertido, casi una stretta rossiniana. Los músicos están encantados", comenta.

Milagros Martín (izq.), Gerardo Bullón, Lara Chaves y Alberto Frías en un momento de 'El bateo'. Foto: Javier del Real

Milagros Martín (izq.), Gerardo Bullón, Lara Chaves y Alberto Frías en un momento de 'El bateo'. Foto: Javier del Real

Difícil resistirse a esta propuesta del Teatro de la Zarzuela que es a la vez un viaje al Madrid de los barrios populares de finales del siglo XIX, con su bullicio, sus luchas y sus pasiones, y al más actual, gracias a un género que, con su humor y su realismo, sigue tendiendo puentes. Si, como nos recuerda Echanove, "el teatro es el espejo de nuestra sociedad", no se trata de "velar la imagen reflejada en el cristal para volver la vista hacia otro lado", sino de reaprender a mirar estando muy presentes.