El último viaje al 'exilio' de Doña Violeta
Hace unos días, la primera mujer presidenta de América Latina, Violeta Barrios de Chamorro, que sufre un delicado estado de salud, fue trasladada a Costa Rica para estar cerca de dos de sus hijos, Cristiana y Carlos Fernando. La primera fue deportada por el régimen de Ortega y el segundo, periodista y directo del 'Confidencial', tuvo que exiliarse antes de ser detenido y encarcelado
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Primera presidenta de América Latina, Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997), ha sido y es un símbolo para muchos nicaragüenses. Su mayor hito, en el que todos coinciden, fue el de alcanzar la paz y la reconciliación para un pueblo que durante décadas fue ... víctima de la dictadura y de los enfrentamientos armados . Pero quizá de lo que más se enorgulleció Doña Violeta –como popularmente se la conoce– cuando abandonó la Presidencia fue el de haber sido la primera mandataria de Nicaragua que en el siglo XX transmitió el poder «a un nuevo presidente civil por la vía del voto. Para que en Nicaragua nunca más se imponga la voluntad arbitraria ni el autoritarismo». Así lo dejó escrito en sus memorias 'Sueños del corazón', publicadas un par de meses después de haber pasado el testigo Arnoldo Alemán (1997-2002).
Más de 25 años después, cuando es casi centenaria, la expresidenta nicaragüense ha abandonado su país, según anunció a través de un comunicado la propia familia. Con una salud muy delicada, pues en septiembre de 2018 sufrió un accidente cardiovascular, la intención es que permanezca en Costa Rica para que pueda ser atendida por dos de sus hijos, Cristiana y Carlos Fernando. «A partir de ahora, Doña Violeta se establecerá en San José, bajo el cuidado y el amor de su familia, con el acompañamiento de personal de salud y médicos especializados».
Doña Violeta salió de Nicaragua un día antes de cumplir 94 años de edad para instalarse otra vez en Costa Rica, un país al que ya se exilió en los años 50 del siglo pasado para acompañar a su marido en su huida del Gobierno de Anastasio Somoza García, que le acusaba de participar en su magnicidio. La propia Violeta Chamorro explicaba así su decisión: «Cuando me casé con Pedro había jurado que permanecería siempre a su lado 'hasta que la muerte nos separe', y creía realmente en ello».
Asesinato de su marido
Dos décadas después, Pedro Joaquín Chamorro, líder de la Unión Democrática de Liberación (UDEL) y dueño y director del periódico 'La prensa', medio opositor, fue asesinado en 1978 por simpatizantes del régimen de Somoza DeBayle –los Somoza crearon una dinastía de dictadores–. La muerte del periodista, al que Daniel Ortega designó en 2012 Mártir de las libertades públicas y Héroe nacional– fue un detonante para la unidad de los grupos sandinistas y su levantamiento contra el Gobierno de Somoza. Con vistas a la salida del dictador, se planeó un Gobierno de transición al que Violeta Barrios de Chamorro, entonces presidenta de 'La Prensa' y considerada heredera natural de la lucha interrumpida de su marido, fue invitada a participar. Se trataba de la Junta de Reconstrucción Nacional, creada en 1979, en la que también participarían Moisés Hassan, Alfonso Robelo, el escritor Sergio Ramírez y Daniel Ortega.
La propuesta le fue hecha estando en Costa Rica, país al que había vuelto para estar junto a su hija Claudia –sandinista convencida–, embarazada y a punto de dar a luz. Consciente de «la soledad del exilio», que ella misma había vivido décadas antes, Doña Violeta permaneció en el país centroamericano hasta el derrocamiento de Somoza el 17 de julio de 1979. Dos días después sería constituida la Junta. Doña Violeta, contraria a muchas de las medidas que implementó el Gobierno de transición, renunció a los pocos meses. «Hicieron falta nueve meses para que finalmente me dejaran ir». La Junta seguiría cuatro años más, conformada por Ortega –que como líder de la Junta en 1981 «se convirtió en presidente 'de facto' de Nicaragua»–, Ramírez y Hassan.

Sin embargo, la crisis económica y la presión de internacional forzaron la celebración de elecciones en las que ganó Daniel Ortega, ante la descalificación del candidato opositor, Arturo Cruz. Tuvieron que pasar cinco años para que Doña Violeta, otrora defensora encarnizada de la libertad de expresión tras los ataques y cierres a los que se vio sometida 'La prensa', fuera elegida como candidata de la oposición. En 1990, tras vencer en las urnas a Ortega recibía un país dividido –su propia familia también lo estaba– por el sandinismo. Su mandato, con luces y sombras, logró sin embargo algo que parecía inalcanzable: la reconciliación y la paz al menos durante unos años.
Estallido social de 2018 y represión
Décadas después, el país vuelve a vivir bajo el autoritarismo y la crisis económica. Una situación de la que la expresidenta no ha llegado a ser consciente. El empeoramiento de la salud de Doña Violeta se produjo pocos meses después del estallido social, en abril de 2018, contra el Gobierno de Daniel Ortega, que reprimió duramente unas protestas contra la reforma de la Seguridad Social, provocando más de 350 muertos, miles de heridos, cientos de miles de exiliados y la persecución contra cualquier voz disidente (políticos, activistas, religiosos, estudiantes, empresarios...). Sin embargo, para entonces, Doña Violeta ya estaba ausente y no podía escuchar los gritos de dolor y rabia de un pueblo castigado por el régimen de Ortega que pedía elecciones para expulsarle del poder. El accidente cardiovascular se había sumado «a una enfermedad degenerativa que llevaba sufriendo desde varios años antes. Empezó a tener problemas de memoria hacia 2012», relata a ABC Juan Sebastián Chamorro, sobrino político de la expresidenta.

Chamorro viajó a Madrid hace unos días con el grupo Monteverde, un órgano de unidad de la oposición nicaragüense con voces plurales pero que buscan un mismo objetivo: visibilizar ante la comunidad internacional la situación que sufre Nicaragua y desalojar a Ortega del poder. El político opositor fue una de las víctimas del recrudecimiento de la represión en 2021, pocos meses antes de que tuvieran lugar las elecciones. El presidente Ortega no estaba dispuesto a sufrir una nueva derrota, como la que vivió en 1990 ante Violeta Chamorro. Para evitarlo, el Parlamento, con mayoría oficialista, tejió una estructura legal que permitía la persecución y encarcelamiento de cualquier oponente que pudiera arrebatarle la Presidencia. Esto dio lugar a una cacería contra los precandidatos que fueron detenidos bajo la acusación de 'traición a la patria', entre los detenidos estaban Cristina y Pedro Joaquín Chamorro, hijos de Doña Violeta, así como su sobrino político. También fueron arrestados empresarios, líderes sindicales, estudiantes… Todos aquellos contrarios al régimen.
Una salida «conveniente»
Juan Sebastián Chamorro, que tras 18 meses de prisión y torturas fue excarcelado junto a otros 221 presos políticos y deportado a EE.UU. el pasado mes de febrero, cree que la salida de la expresidenta ha sido por «conveniencia» del régimen. «Si Doña Violeta, que está muy mal de salud, llegase a fallecer, no quieren tener un entierro de esa naturaleza en Nicaragua. La conveniencia de ellos (Daniel Ortega y Rosario Murillo) fue salirse del problema. Por eso no pusieron ninguna objeción para dejarla ir».
«Si Doña Violeta, que está muy mal de salud, llegase a fallecer, no quieren tener un entierro de esa naturaleza en Nicaragua»
Juan Sebastián Chamorro
Sobrino político de Violeta Barrios de Chamorro y expreso político
El motivo del traslado sería que su familia pudiera estar más cerca de ella, pues Cristiana –que también fue deportada a EE.UU. el pasado mes de febrero– vive actualmente en Costa Rica, al igual que su hermano Carlos Fernando, director del 'Confidencial' que tuvo que exiliarse en 2021 antes de ser detenido por el régimen de Ortega; mientras que el hermano mayor, Pedro Joaquín, también deportado, permanece en Washington. «Doña Violeta –a la que cuidaba en Nicaragua Claudia– fue sacada de Costa Rica para poder estar cerca de sus hijos», aquellos que no pueden volver al país.
Chamorro comparte algunos retazos de su infancia con la expresidenta y su marido: «Mi tío Pedro, marido de Violeta Barrios, era hermano de mi padre. Yo tenía 8 años cuando fue asesinado. Tengo recuerdos de él, algunos no muy buenos porque me jalaba la oreja –bromea–. Ahora eso me sirve como analogía: si hago algo malo, ahí está el tío jalándome la oreja, políticamente hablando», matiza.
Juan Sebastián reconoce la división interna de existía entonces en la familia Chamorro, provocada por el sandinismo: «Hubo una separación muy difícil, políticamente hablando: mi padre, que tras el asesinato de mi tío Pedro asumió la dirección del periódico ('La Prensa'), tuvo una posición más de apoyo a la revolución, entonces ahí se produjo un distanciamiento familiar». Pero eso no frustró las reuniones familiares, «en las que nos encontrábamos a pesar de las diferencias políticas».
«Doña Violeta fue un símbolo político muy relevante porque el país estaba desangrado y ella trajo la reconciliación»
Juan Sebastián Chamorro
Sobre el papel histórico que desempeñó su tía, cree que fue «un símbolo político muy relevante porque el país estaba desangrado por una guerra civil y ella trajo reconciliación. Su nominación para ser candidata no pudo haber sido mejor: una madre que tuvo a sus hijos separados por la revolución, que reflejaba la división del país, y llega al poder y lo pacifica, detiene la guerra y la violencia... Aunque no fue de la noche a la mañana –reconoce Chamorro-. El Frente Sandinista intentó hacerle la vida imposible. Y de hecho fue una sorpresa que la dejaran gobernar porque podían haberla tumbado. Pero la presión hubiera sido tan grande que Ortega no lo hizo, y aunque la hubiera tumbado no hubiera podido gobernar por el rechazo de todo el mundo».
Contra la impunidad
En cuanto a los errores que, en su opinión, cometió durante su mandato, señala la decisión de Doña Violeta de mantener a Humberto Ortega (hermano de Daniel) al frente del Ejército, al que finalmente terminó echando en 1995. «Pero ese error se entiende ahora desde el punto de vista de que había que hacer una transición. Los cambios no se pueden hacer de la noche a la mañana. Ciertos procesos cuestan más tiempo», concede.
Ese ejemplo de reconciliación es el que Juan Sebastián Chamorro cree necesario para la reconstrucción de Nicaragua: «Nos va a hacer falta en una sociedad que está muy dolida por los muchos crímenes que Daniel Ortega ha cometido». Pero lo que no quiere que se repita es la «impunidad de la violencia» que hubo durante la presidencia de Doña Violeta. «Eso generó la creencia de que volver a matar no tiene castigo». Chamorro aboga por «una reconciliación nacional, pero entre aquellos que no hemos cometido crímenes. Y justicia para los que sí lo hicieron».
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