Trump regresa triunfal a la Casa Blanca

Los dos hombres, formidables rivales políticos, se sentaron pasadas las 11:00 de la mañana en el Despacho Oval, ante una chimenea algo innecesaria en un clima de 10 grados, que parecía querer añadir algo de calor y templar una frialdad imposible de esconder.

Biden dijo: «Felicidades y espero que tengamos una transición sin contratiempos». Trump respondió: «La política es dura y en muchos casos no es un mundo amable, pero hoy sí lo es».

Afuera, decenas de empleados de la Casa Blanca observaban las oficinas del presidente con aparente nerviosismo. Cientos de periodistas se agolpaban ante la puerta del Ala Oeste, como en los viejos tiempos del show de Trump, o quizás incluso más. El presidente Biden sí instó a Trump a mantener el apoyo militar a Ucrania en su defensa ante Rusia, algo con lo que el presidente no se ha comprometido. «El presidente Biden le ha dicho al presidente electo Trump que una Ucrania fuerte dentro de una Europa fuerte son beneficiosos para EE.UU.», dijo en rueda de prensa el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, tras el encuentro.

La voluntad del presidente saliente, según ha dicho, es volver a la normalidad y la institucionalidad después de las turbulencias del final de la primera era Trump, las denuncias de fraude y el intento de insurrección en 2021. Trump ha ganado con claridad, tanto el voto directo como el colegio electoral, y Biden lo recibe sin negarle un solo ápice de legitimidad.

El hombre que el 20 de enero de 2021 se marchó de Washington sin siquiera admitir su derrota, con dos juicios políticos por 'impeachment' a sus espaldas y después del asalto al Capitolio, regresa ahora reivindicado.

Ausente estuvo la primera dama entrante, Melania Trump, quien rechazó la invitación de su sucesora y predecesora, Jill Biden. Según la Casa Blanca, esta acompañó a su marido a recibir al presidente electo Trump a su llegada a la Casa Blanca esta mañana. Le entregó una carta de felicitación escrita a mano para su esposa, en la que también expresaba la disposición de su equipo para ayudar en la transición.

Antes que político, Trump fue estrella televisiva, y su dominio de la puesta en escena quedó patente en este regreso a la capital. Su avión, apodado por él Trump Force One, aterrizó en la base de Andrews, desde donde se marchó hace cuatro años al ritmo de su canción favorita, YMCA, de los Village People.

Desembarcó por las escaleras, como si no se hubiera ido nunca, se montó en su limusina y comenzó ya a recibir. En el vuelo lo acompañó el multimillonario Elon Musk, quien le asesoró en la campaña y al que ha encargado una limpieza del gobierno para reducir gasto y burocracia innecesarios.

Primero, el presidente electo se dirigió al hotel Hyatt, en el centro de la capital, donde se reunían los republicanos de la Cámara de Representantes, quienes planean su agenda tras haber logrado una mayoría de unos cinco diputados, menor que la que tenían hasta las elecciones.

Allí, Trump se vio con quien ha nombrado embajadora ante la ONU, Elise Stefanik, diputada por Nueva York, y con el presidente de la Cámara y segundo en la línea de sucesión, el diputado de Luisiana Mike Johnson.

«¡Qué victoria, qué gran resultado!», se felicitó Trump. Como suele hacer, se atribuyó el mérito suyo y el de su partido. «Mis números son los mejores en 129 años, esta ha sido la elección más importante en 129 años, ha sido algo muy, muy bueno», dijo. [Cabe recordar que tanto Richard Nixon en 1972 como Ronald Reagan en 1980 y 1984 barrieron el colegio electoral en tres victorias mucho más contundentes].

Trump dijo que ya no tiene planeado presentarse de nuevo a unas cuartas elecciones, porque la Constitución limita a dos mandatos. «Sospecho que no me postularé de nuevo, a menos que digan: 'es tan bueno, tenemos que encontrar otra forma'», bromeó. Para cambiar la Constitución se necesitan dos tercios de los votos en ambas Cámaras del Capitolio.

Hay un aire de reivindicación en la actitud del equipo de Trump. Los demócratas le negaron legitimidad plena en su primer mandato por las revelaciones de injerencia de Rusia y la pérdida del voto directo, aunque ganara el colegio electoral.

Ahora no tienen más remedio que abrirle las puertas y facilitar la entrada a la Casa Blanca a un hombre cuyo anfitrión este miércoles, el presidente Biden, ha tachado de amenaza a la democracia.

Ni Trump ni su esposa colaboraron en el traspaso de poderes a los Biden.

En el equipo de Trump se respira un aire de reivindicación. En su primer mandato, los demócratas cuestionaron su legitimidad debido a las revelaciones de interferencia rusa y a la pérdida del voto popular, aunque ganó el colegio electoral. Ahora no tienen otra opción que abrirle las puertas y facilitar su entrada a la Casa Blanca, recibiendo a un hombre que el presidente Biden ha descrito como una amenaza a la democracia.