Tropas ucranianas abandonan sus trincheras
PEDRO PITARCH - EL ANÁLISIS TÁCTICO DEL GENERAL (R) PITARCH (10/09/2022)
En cuestión de tres días, la situación en el teatro se ha dinamizado fuertemente
El Ejército ruso se desmorona en el este de Ucrania y acelera la contraofensiva ucraniana

En cuestión de tres días, la situación en el teatro se ha dinamizado fuertemente, según las confusas (o no confirmadas) noticias que de aquél llegan. Es preciso, por tanto, valorarlas con cierta cautela. Se habla de una importante penetración ucraniana, de unos 55 ... kilómetros de profundidad que, desde el sur de Járkov habría roto el frente ruso en dirección hacia el este, a caballo de la carretera P-07, que habría alcanzado la localidad de Kupiansk. Ésta, atravesada, de norte a sur, por el río Oskil, es un importante nudo ferroviario y de carreteras de la región de Járkov. Si tal penetración se confirmara, la situación sobre el terreno, para las tropas rusas en la zona, se complicaría enormemente. No solo por el obstáculo que supondría para el flujo logístico que apoya a las tropas rusas, sino también porque las ucranianas amenazarían desde el norte a las tropas rusas desplegadas en la zona de Izium, localidad situada a solo 50 kilómetros al sur de Kupiansk. Las unidades ucranianas podrían progresar de norte a sur, aprovechando el curso del río Oskil como obstáculo y protector natural del flanco este de tal esfuerzo. Al mismo tiempo, esa acción ofensiva amenazaría con el embolsamiento de puestos de mando, núcleos de fuerzas e instalaciones de comunicaciones y logísticas rusas en la zona.
Si tal operación resultara exitosa, las tropas ucranianas, desde Izium, amenazarían a las rusas en la zona de Liman. Y, con ello, probablemente, se abortarían los laboriosos esfuerzos rusos que, desde hace semanas, se ejercen de este a oeste en dirección a Sloviansk y Kramatorsk. En definitiva, habrá que esperar confirmación de acontecimientos porque, de concretarse lo anteriormente expuesto, quedaría aparcado, al menos por el momento, la presente intención rusa de, sin prisa, pero sin pausa, hacerse con toda la región de Donetsk y, consecuentemente, con todo el Donbass. Por ello, es de suponer una rápida reacción rusa lo suficientemente consistente para, en primer lugar, detener el impulso ofensivo ucraniano. Y, en segundo lugar, intentar recuperar todo o parte del terreno perdido. Presumiblemente, el Estado Mayor General ruso esté transvasando fuerzas de otros frentes para atender a esas nuevas demandas, bien que eso podría dar lugar a abrir huecos en su extenso despliegue en el este y sur del país, que diera al traste con su actual plan de campaña.
Eso es un desiderátum, porque, quizás, el mayor problema de Putin, tras más de seis meses de su «Operación Militar Especial», sea la escasez y heterogeneidad de sus fuerzas combatientes. El entremezclamiento de tropas regulares, milicias, el grupo Wagner, chechenos, VDV (tropas aerotransportadas de alto grado de alistamiento), voluntarios, presidiarios y una pléyade de combatientes con diversas extracciones, preparación y expectativas supone una ecuación de personal tan compleja como sensible. En los próximos seis meses, invierno por medio, el Kremlin debería resolverla para, sin tener que recurrir a la movilización, ni modificar sustancialmente la edad de reclutamiento, incrementar el volumen de sus recursos humanos desplegados en Ucrania. Porque la prolongación del conflicto armado, en toda su potencial intensidad, demanda no solo el incremento, la reordenación y una mayor integración de fuerzas de combate y de apoyos de combate. También exige una simplificación del apoyo logístico que favorezca la movilidad de aquéllos.
De estrategia de verano a estrategia de invierno
Por otra parte, la cacareada contraofensiva ucraniana no está dando demasiados frutos al sur del teatro, en la zona de Jersón. No está claro si esas operaciones eran suficientemente consistentes o, por el contrario, formaban parte de un plan de decepción que consistiría en amagar en el sur (Jersón) para instar a los rusos a concentrar fuerzas allí, y golpear más al norte, con la acción ofensiva expuesta anteriormente.
Toda esa dinámica responde ―cómo no―, a una finalidad política que, ante la proximidad del invierno, se concreta principalmente fuera del teatro. El cambio ruso, pasando de lo que llamábamos estrategia de verano a la estrategia de invierno o, si se quiere, desde la urgencia a la lentitud en el desarrollo de las operaciones ha obligado a las tropas ucranianas a abandonar sus trincheras, arriesgándose a operar ofensivamente, y con urgencia, asumiendo los riesgos que ello supone. En el fondo de todo el escenario, subyace esa fatiga de guerra que se va acrecentando en los países donantes de ayuda militar y económica a Ucrania. Cansancio ligado a la percepción de que las sanciones europeas dañan más al sancionador que al sancionado, junto con las negativas predicciones económicas, energéticas y alimentarias que circulan por doquier. Lo que parece más claro es que Ucrania, por sí misma, seguramente hubiera fenecido como estado independiente en las primeras seis semanas de guerra.
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