La tensión con EE.UU. lleva a China a imponerse sobre Taiwán en Centroamérica

La decisión de Honduras de cerrar su embajada en Taipéi sigue los pasos de otros vecinos de la región

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n trabajador municipal limpia el busto del expresidente de la República de China, Dr. Sun Yat-sen, en la Plaza de la República de China en Tegucigalpa el 15 de marzo de 2023 AFP

Hasta finales de la última década a China no pareció importarle mucho que de la veintena de países que entonces reconocían a Taiwán, la mayor concentración de ellos ocurriera en Centroamérica. Pero a medida que la tensión entre Washington y Pekín ha ido creciendo, ... la diplomacia china ha aumentado su presión en la zona de influencia por excelencia de EE.UU., aplicando a este país la misma estrategia que China padece en su entorno geográfico más inmediato.

Si Washington encara a Pekín en el Mar del Sur de China, China está haciendo lo propio en el «Mar del Sur» de EE.UU. (Centroamérica es parte del Gran Caribe), aunque por ahora solo de modo comercial. Si esa vinculación llevara a una política de préstamos chinos cuya deuda subyugara a las pequeñas naciones centroamericanas (la llamada «trampa de la deuda»), o a la gestión de puertos con riesgo próximo de que pudieran ser utilizados por la flota militar china, la situación podría conducir a una crisis. Pero de momento asistimos simplemente a un avance de posiciones con la vista puesta en un lugar distante: una posible guerra por Taiwán.

La decisión anunciada esta semana por Honduras de cerrar su embajada en Taipéi y abrirla en Pekín sigue los pasos dados por otros vecinos de la región. En esa ruptura con Taiwán se adelantó Costa Rica en 2007; una década después se han sucedido las de Panamá (2017), República Dominicana y El Salvador (2018), y Nicaragua (2021). En el istmo americano ya solo queda Guatemala y Belice, mientras que entre las islas del Caribe persisten Haití y tres pequeños estados insulares (los otros siete países que aún reconocen a Taiwán en el mundo Paraguay, el Vaticano, Suazilandia y cuatro microestados polinesios).

Aunque en 1979 Washington estableció relaciones diplomáticas con la China comunista, los países centroamericanos, dirigidos normalmente por gobiernos muy derechistas y alineados con las políticas exteriores más duras de las administraciones estadounidenses, mantuvieron su plena relación con Taiwán.

Taipéi cuidó el vínculo creando Oficina Comercial de Centroamérica (CATO), incorporándose como donante al Banco Centroamericano de Integración (BCIE) y firmando acuerdos de libre comercio entre 2006 y 2008 con Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Además, los dirigentes centroamericanos se vieron en ocasiones personalmente favorecidos con una particular «diplomacia de la chequera». Pero con la increíble expansión comercial de China de este siglo, los beneficios de la interacción con el gigante asiático han girado la situación.

Pragmatismo económico

En general se ha impuesto el pragmatismo económico, mientras que el elemento ideológico ha pesado menos. Durante años Daniel Ortega no tuvo ningún reparo en ser agasajado por los taiwaneses (Taipéi regaló la Casa Presidencial y el Estadio Nacional); solo al verse sancionado por EE.UU. y encontrarse en un callejón sin salida ha buscado ahora el amparo chino. También los gobiernos salvadoreños de la exguerrilla del FMLN siguieron relacionándose con Taiwán y solo unos meses antes de abandonar el poder rompieron con la isla. Cuando esos cambios se han dado, el comercio con China ya era mucho mayor que el mantenido con Taiwán.

Especial alerta significó para Estados Unidos el cambio de Panamá en 2017. La gestión de terminales portuarias en ambas bocas del canal por parte de empresas chinas ha generado desasosiego en el Comando Sur estadounidense. Pero Panamá, como Costa Rica y República Dominicana, no ha dejado de ser aliado de EE.UU.

El caso de El Salvador, Nicaragua y Honduras, por el contrario, entraña una moderada inquietud para Washington, pues puede llegar a ocurrir que su relación con China se utilice para plantar oposición a EE.UU. La dictadura de Ortega en Nicaragua está especialmente abierta a las alianzas estratégicas con Rusia y con China para su supervivencia, y todo indica que Nayib Bukele en El Salvador seguirá profundizando su senda autoritaria, para lo que también necesitará aliados que le ayuden a superar el aislamiento occidental.

El paso dado por Honduras estaba anunciado en la campaña electoral de Xiomara Castro, pero no por eso deja de ser especialmente simbólico. Honduras es el país centroamericano que históricamente mayor obediencia ha prestado a EE.UU. y donde está la principal base militar estadounidense en la región. De momento, la orientación izquierdista de Castro no ha supuesto ninguna confrontación con Washington, a diferencia de lo ocurrido con Ortega y Bukele.

Como era el caso de sus vecinos, las compras que Taiwán hace a Honduras superan las que realiza China (en 2020, le compró productos por valor de 104 millones de dólares, frente a los 42,7 millones adquiridos por China); incluso existe superávit hondureño en esa relación con Tapéi. Con todo, la relación comercial con China es mucho más determinante (la importación de bienes chinos es veinte veces mayor) y tanto Honduras como los otros países esperan que el giro diplomático se traduzca en un esfuerzo de China por adquirir productos centroamericanos.

Estados Unidos sigue siendo el principal socio

A pesar de esos movimientos, Centroamérica tiene como principal socio comercial, con amplia diferencia, a Estados Unidos y eso difícilmente va a cambiar; la tendencia internacional de que las cadenas de suministros sean más próximas acentúa esa relación. No obstante, Washington tiene dificultad para traducir esa dependencia económica (remarcada con las remesas que envían los inmigrantes en EE.UU. a sus países de origen) en una influencia política directa. Se está viendo con la inefectiva presión a Ortega y en la tensión que existe con otros gobiernos de la región.

Una de esas fricciones, por denuncias de corrupción y poco respecto al estado de derecho, la está manteniendo Washington con Guatemala. Los gobiernos derechistas guatemaltecos no solo han preservado el vínculo con Taiwán sino que incluso siguieron a Donald Trump en el traslado de la embajada en Israel a Jerusalén. Aunque, dada esa ideologizada posición, se antoja extraño que Guatemala vaya a ser a corto plazo otro país centroamericano en cambiar lealtades, una presión excesiva por parte de EE.UU. podría conducir a los dirigentes guatemaltecos a buscar el asidero de China.

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