De lejos
¿A quién beneficia el ataque sin precedentes de Irán contra Israel?
Todo hace indicar que esta respuesta iraní ha sido calibrada para evitar que este previsible ajuste de cuentas degenere en un gravísimo conflicto regional
¿Por qué habría llegado el momento de reconocer al Estado palestino?
¿Por qué Netanyahu puede volver a la casilla de salida con ayuda de Irán?

Desde hace dos años y medio vivimos en un mundo cada vez más peligroso. Y ese mundo dolorosamente multipolar –dominado por el choque entre autocracias cada vez más perfectas frente a democracias imperfectas– es todavía más peligroso desde la noche del sábado 13 de abril. ... La «guerra entre las guerras» que de forma no declarada libran Israel e Irán ha entrado en una escalada de confrontación directa que muchos no quieren, pero algunos sí.
Al lanzar una andanada de más de 330 drones y misiles, Irán se olvida por primera vez de su interesada ambigüedad estratégica y ataca directamente el territorio de Israel. Aunque la gran mayoría de estos proyectiles han sido interceptados por las defensas israelíes, con ayuda de sus aliados, la represalia del régimen de los ayatolás al bombardeo del 1 de abril contra su consulado en Damasco supone un peligroso antes y después a un conflicto que se libraba a través de terceros como Hamás o Hizbolá, y de forma clandestina sobre todo para desbaratar el programa nuclear de Teherán.
Todo hace indicar que esta respuesta de Irán ha sido calibrada para evitar que este previsible ajuste de cuentas degenere en un gravísimo conflicto regional. Dentro de la dinámica ya familiar de «¿Es el enemigo? Que se ponga», Teherán ha formulado un ataque espectacular pero relativamente limitado y ha dejado saber con bastante antelación sus intenciones. En la guerra, las sorpresas y los errores de cálculo suelen ir de la mano.
Al repasar la lista de beneficiarios de esta confrontación, el primer puesto es para Benjamin Netanyahu. Al creerse que solamente la fuerza militar puede ofrecer seguridad a Israel, y de paso evitar una obligada rendición de cuentas, el primer ministro se encontraba en una situación límite como responsable de gravísimos errores y abusos en la ofensiva contra Hamás, que suma 33.000 muertos sin la debida protección a civiles y ha transformado la Franja en una vergonzosa catástrofe humanitaria.
El simbólico abrazo de Joe Biden a Netanyahu del pasado 18 de octubre en el aeropuerto Ben Gurion se ha convertido en poco más de seis meses en un histórico ultimátum de la Casa Blanca: o Israel cambiaba sustancialmente su ofensiva en Gaza o no seguirá contando con el respaldo de EEUU. Sin embargo, el enfrentamiento con Irán permite a un Netanyahu terriblemente empoderado volver a la casilla de salida y exigir de nuevo a Washington un cheque en blanco.
Irán es el otro gran aspirante a obtener réditos políticos con este pulso multiplicado. Conviene recordar que hace algo más de un año, el régimen se encontraba literalmente contra las cuerdas por hacer lo único que sabe hacer muy bien: martirizar a las mujeres. Al responder directamente a Israel, los ayatolás de la mano de Rusia y China han reforzado su beligerante narrativa como defensores de los débiles y han contentado las expectativas de sus palmeros subcontratados en Yemen, Irak, Siria, Líbano y Palestina.
En este contexto de siniestras conexiones internacionales, Putin es el otro gran agraciado, ya que suma réditos a la bonanza de distracción de Ucrania que ha representado la guerra de Gaza. El gobierno de Kiev ya ha empezado a hablar abiertamente del riesgo de perder de la guerra dadas sus grandes carencias de armamento y soldados frente a los intensificados ataques rusos. Mientras, el «eje del muy mal» –Rusia, China e Irán– demuestra, una vez más, su perfeccionamiento y coordinación para reivindicarse como opciones de futuro frente a la decadencia occidental.
Finalmente, no se puede cerrar este repaso a los sospechosos habituales sin mencionar a Donald Trump. Aunque el aspirante republicano en las elecciones presidenciales que EE.UU. celebrará en cinco meses había indicado que era hora de acabar con la ofensiva en Gaza, ahora le ha faltado tiempo para afirmar que, con él en la Casa Blanca, la seguridad de Israel estaría garantizada. Todo vale en la complicidad y erosión democrática del nacional-populismo, especialmente cuando este lunes comienza en Manhattan el primer juicio penal contra el expresidente por utilizar su dinero para alterar el resultado de unas elecciones.
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