Un salto de prestigio para Irán, si logra esquivar la guerra
Surge inevitablemente, junto a las razones de tipo pragmático, una cuestión de fondo. ¿Por qué se detestan, hasta el extremo de la guerra, Irán e Israel?
Evitar una escalada militar en toda regla en el conflicto encendido por Irán va a depender a partir de ahora del nivel de respuesta y autocontrol de Israel. El régimen iraní había anunciado otras dos fases en su ataque-represalia: una nueva ola de drones desde territorios vecinos a Israel controlados ... por movimientos armados aliados, y una tercera exclusivamente de misiles lanzados desde bases persas. Pero ha sido tal el impacto de lo que ya ha hecho -aunque el 99 por ciento de sus drones y misiles fuera derribado- que Teherán se da por más que satisfecho si la crisis, en su dimensión militar, terminara aquí.
Es pronto para medir el «prestigio» que de repente ha adquirido Irán a los ojos del mundo. El régimen fundamentalista iraní cumple lo que promete. La lista de agravios de países árabes contra Israel, desde su fundación en 1948, es muy larga. Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza es gravísimo, dejando a un lado -si eso fuera posible- la cuestión de quién encendió la mecha. Y a pesar de todo, desde hace décadas a ningún régimen árabe se le ha pasado por la cabeza volver a atacar militarmente a Israel. Hubo tres grandes guerras en las que los árabes acudieron en alianza contra el Estado hebreo. Y en las tres los árabes fueron derrotados.
Irán nunca se midió militarmente con Israel. Es una novedad que a muchos analistas les parecerá un disparate desde el punto de vista estratégico, porque Estados Unidos mantiene intacta su alianza con el Estado sionista, y porque el régimen de Teherán aún no es una potencia nuclear, aunque está cerca de serlo.
En términos políticos e ideológicos, el salto de prestigio que ha dado Irán en el mundo del islam -más de 1.900 millones repartidos por todo el globo, frente a los 2.600 millones de cristianos- ha sido de gigante. El régimen político creado en 1979 por el ayatolá Jomeini es abiertamente integrista e intolerante, y además está regido por la corriente chií del islam, muy minoritaria frente a la suní. Pese a ello, Irán aspira a desplazar en influencia a los regímenes suníes más ricos, como Arabia Saudí, o más populosos, como Indonesia y Egipto. El desafío a Israel, y con él al Occidente cristiano, le otorga un aura de audacia que, además, los ayatolás quieren empapar de fervor religioso y de 'guerra santa'.
Surge inevitablemente, junto a las razones de tipo pragmático, una cuestión de fondo. ¿Por qué se detestan, hasta el extremo de la guerra, Irán e Israel? Hasta la llegada de Jomeini al poder, y con él la Revolución islámica, las relaciones entre los dos países eran excelentes. La Historia relata episodios de respaldo persa a la entidad sionista, e incluso en Irán siempre existió una comunidad judía importante. ¿Cómo se vino abajo esa relación? Los analistas suelen situarlo en los años precedentes al regreso de Jomeini a Teherán, cuando el líder espiritual identificó el régimen de los Pahlavi con el de Israel, por la unión tan estrecha que existía entre los dos. Con la llegada del clero chií al poder político, Israel perdió su nombre y pasó a ser el 'régimen sionista', cuando no el 'enemigo'.
En algún breve estadio de este largo periodo, Teherán y Tel Aviv establecieron alguna colaboración, en particular durante la guerra de Irán contra Irak (1980-88). Pero enseguida volvió la enemistad. Irán emprendió la carrera en pos del arma nuclear, y el Mossad decidió ampliar su lista de objetivos; desde hace años, los asesinatos selectivos -como el último en Damasco- no se centran solo en figuras de la elite militar revolucionaria sino también en científicos nucleares persas.
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